A lo hecho, pecho

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De hecho. Cuando el anglohablante dice in fact, nuestros amigos los locutores y presentadores de noticias nos dan la fácil traducción literal, «de hecho». Es, a no dudarlo, un «hecho» al que no hay derecho. Así que vamos a ver si le ponen lo que con eso rima: el PECHO.
Por cierto que el asunto tiene su historia, puesto que hay cosas que son «de hecho y de derecho». Por ejemplo, «la casa le pertenece a Juan de hecho y de derecho», significa que efectivamente Juan posee un inmueble y que, además, su posesión está amparada por la ley. En cambio, hay casos y cosas en que se tiene algo de hecho pero no de derecho (y viceversa). Partamos de que de hecho, por sí solo, significa en realidad, realmente o efectivamente. Y en el idioma inglés, por suerte, significa lo mismo; pero, parafraseando a Cantinflas, he ahí el detalle: no siempre. A veces se usa para dar un dato adicional o colateral, caso en el cual significa es más, o da la casualidad de que.
Así que si nos vienen a decir, como en una noticia reciente, que «de hecho, un policía que pasó por ahí en ese momento, impidió el delito», ese «de hecho» ya no puede equivaler a «en realidad» —pues nadie lo discute—, sino que señala más bien una casualidad. Igualmente, al decirnos que «de hecho, el policía no estaba de uniforme» no se trata de un detalle real que tal vez no era aparente, sino de un elemento adicional que cabe hacer constar, o sea un es más. A ver qué tal queda así: «Dio la casualidad de que un policía que pasó por ahí en ese momento impidió el delito; es más, ni siquiera estaba de uniforme».
Así, quedamos en que in fact no siempre es «de hecho», y en que tampoco hay «derecho» a abusar intempestivamente de la frase.
Personas privadas. No sabíamos que algunas personas fueran «privadas» y otras no. Pero debe haberlas, porque a cada rato nos dicen por los medios de información que tal cosa «está disponible para personas privadas». En tal caso, ¿es que hay personas públicas? Pero ya nos estamos metiendo en terreno escabroso, por aquello de «mujer pública», que se aplica a las chicas (no me meto con ellas, ¡que conste!) que ejercen un antiquísimo oficio. Y como hoy en día lo que hace la mujer también lo hace el hombre, y viceversa (la cacareada igualdad de los sexos), pues ya saben.
Pero no, no se asusten. Vamos a apartarnos de ese delicado tema y limitarnos a decir únicamente que lo de «privado» no se aplica a personas, sino a cosas, lugares, conceptos, etc. Se dice, por ejemplo, propiedad privada y propiedad pública, derecho privado y público, vida pública y privada, etc.
Pero si se quiere denotar semejante característica tratándose de personas, la voz que corresponde es particular. De los servicios públicos, por ejemplo, se dice que se ofrecen tanto a empresas como a particulares. Dejemos lo de «privado» para casos no tan «particulares», ¿no?