Es de veras curioso que los locutores televisivos, a veces tan esmerados en su redacción, empleen el homófono REUSABLE, para hablarnos de cosas que se pueden reutilizar.
Así, al referirse a «bolsas de plástico reusables», pudiera pensarse que, si por acaso fueran REHUSABLES, insinuarían su rechazo: lo contrario de lo que suponemos quieren decir.
Pero claro, como buenos maniáticos de la copia de anglotérminos tal cual, no resulta de veras tan extraño que repitan la experiencia sin reparar en las diferencias idiomáticas que, en sobradas ocasiones, provocan la confusión y el desconcierto entre nosotros, sus pacientes televidentes.
Lo cual nos lleva al dorado sueño de TERMINAR con tanto abuso de nuestro idioma, si no fuera por el hecho de que «terminar» para ellos es el eterno cuento de nunca acabar, por el solo hecho de que también lo calcan del inglés en la perogrullesca ilusión de que poco o nada importa el carácter marcadamente preposicional o adverbial de esa lengua.
Expliquémonos. El significado del verbo «to back», por ejemplo, cambia según la preposición (en este caso la «postposición») o el adverbio que lo acompañe. Son conceptos contrapuestos «back in» y «back out», igual que «back up» y «back down».
Volviendo a lo de «terminar», vemos que cada vez que hay una noticia con «end UP» nos dan una traducción por el estilo de 1) «terminó en el hospital» (¿qué terminó: su tarea, su gestión?), en lugar de «fue a parar al hospital», o 2) «terminó estudiando» (¿qué, dejó de estudiar?), en lugar de «al final, estudió». Hacen caso omiso de la gran diferencia entre «end» y «end UP».
Lo mismo sucede con el verbo «crecer», que tanto se ha calcado del trillado «grow UP» (muy diferente de «to grow»), que ya en el mundo hispánico nos hemos olvidado del clásico «criar» o «criarse». De ahí que oigamos y leamos incesantes dislates por el estilo de «crecí montando a caballo» (¿no crecía al andar a pie?) y «crecí escuchando música» (¿paraba de crecer cuando le faltaba?).
También enreda muchísimo a nuestros amigos los locutores —y de paso a nosotros, a merced de sus caprichillos idiomáticos— el uso adverbial de «up» y «down» que, según creen ellos, se puede traducir tal cual, sin la más mínima modulación ni alteración. Así nos llegó, por ejemplo, la noticia de que un avión había sufrido dificultades al aterrizar porque tenía un tren de aterrizaje «arriba» (¿arriba de qué?), en tanto que el otro lo tenía «abajo» (¿no es ahí donde suele estar el tren de aterrizaje, por lo bajo?; por arriba, ¿de qué serviría?). Bueno, no sé si para ellos sería un exagerado «despliegue» de ingenio decirlo en buen castellano: un tren de aterrizaje «plegado» y el otro «desplegado».
En fin, que cómica (más de lo que pensaron) resultó la burlona noticia de que el actor Errol Flynn, haciendo el papel de oficial militar en un filme sobre la Segunda Guerra Mundial, había ganado el conflicto «con una sola mano». Algo perplejos con tal detalle —Flynn, que supiéramos, no era manco—, hicimos la retrotraducción literal y dimos con la única solución posible: «single handed». O sea que «él solito ganó la guerra» (pero no a «monomano»).
De lo que resulta, amigos, que si bien todos los traductores son bilingües, no todos los bilingües son traductores —aunque otra cosa se imaginen. He ahí la diferencia entre lo REUSABLE y lo REHUSABLE.
Emilio Bernal Labrada, de la Academia Norteamericana (www.anle.us) y la Real Academia Española, es autor de La prensa liEbre o Los crímenes del idioma. Pedidos a emiliolabrada@msn.com.