Megan Sennett vive con sus tres hijas. Como miles de otras madres, ella sostiene su familia con trabajos a tiempo parcial. Es total, ella tiene tres trabajos. Cada día es un acto de equilibrio extremo y cualquier golpe pequeño la puede desequilibrar completamente.
Este golpe la pegó a Megan el verano pasado cuando la diagnosticaron con una infección del riñón. Su médico le aconsejó que con el tratamiento adecuado, no se volvería una enfermedad seria. La única condición fue que debía descansar durante 10 días.
Sin embargo, ninguno de sus empleadores le ofrecía licencia de enfermedad. Megan no tenía la capacidad financiera para tomar tantos días libres. Como resultado, ella regresó al trabajo antes de haberse mejorado y se volvió a enfermar. Al final, Megan terminó en la sala de emergencias.
Hoy en día, hay demasiados padres forzados a tomar decisiones imposibles. ¿Se van al trabajo aunque estén enfermos? ¿Mandan a un hijo enfermo a la escuela? ¿Permiten que un pariente anciano se cuide el mismo? ¿O pueden tomar un día libre para cuidar a sus familiares queridos?
En los Estados Unidos, cuidarse uno mismo y a su familia puede resultar en perder un cheque o peor aún, un empleo. Megan se ha recuperado desde entonces, pero a ella, esto le parece una injusticia y ella tiene toda la razón. Es hora que hagamos algo para cambiar esto.
Padres trabajadores se merecen la seguridad de saber que no perderán ingresos como consecuencia de tomar algunos días libres para recuperarse de su enfermedad o para cuidar a un familiar. Esto es lo que ofrece la licencia de enfermedad.
Este tema no es solamente una cuestión de justicia, también es una cuestión de competitividad. Durante los últimos cuarenta años, mujeres estadounidenses han entrado más y más a la fuerza laboral y han creado un crecimiento económico increíble – más de 3.5 billones de dólares. Pero aunque las mujeres han transformado nuestra fuerza laboral, nuestras políticas y reglamentos laborales no se han actualizado de la misma manera. Hoy en día, las mujeres son las principales proveedoras en dos tercios de las familias con hijos. Por esta razón, la licencia de enfermedad es tan necesaria. Sin esto, es mucho más difícil trabajar y criar hijos.
No es coincidencia que en los Estados Unidos, la única economía avanzada del mundo que no garantiza licencia de enfermedad, se ha caído en los rangos en torno a la participación de mujeres en la fuerza laboral. Hoy en día, somos el decimonoveno país entre las economías más avanzadas. Muchas mujeres estadounidenses, incluyendo algunas que quieren trabajar y necesitan los ingresos, se enfrentan con varias barreras, que hacen que el trabajo sea mucho más difícil de lo que debe ser.
Como resultado, estamos perdiendo mucho talento y en una economía global esto, simplemente, no es inteligente.
Debemos hacer más al nivel federal. Algo tan importante como esto no debe depender del estado en cual vives o del empleador que tengas. Yo estoy aspirando a la presidencia para que políticas sensibles como estas se apliquen en todo el país.
Como presidenta, lucharé para asegurar que cada estadounidense tenga el derecho de ganar hasta siete días de licencia de enfermedad cada año. También lucharé para asegurar que los estadounidenses con empleo se les garantice hasta doce semanas de permiso de ausencia familiar remunerada para cuidar a un bebé recién nacido a un familiar enfermo o para recuperarse de una enfermedad seria o un accidente.
La licencia de enfermedad no le costará ni diez centavos a las familias o a las empresas. Nosotros podemos financiar esto completamente con solamente pedirles a los más acaudalados de los estadounidenses que paguen su justa porción de impuestos.
Y por último, tenemos que asegurar la igualdad de salario entre hombres y mujeres. Esto tendrá un impacto muy significativo para las familias trabajadoras. Actualmente, a las mujeres se les paga solamente 78 centavos por cada dólar que se le paga a un hombre. Las mujeres latinas y afroamericanas se ganan aún menos. Esta es una brecha muy amplia que se tiene que cerrar.
Yo he luchado durante toda mi carrera profesional por el permiso de ausencia familiar remunerada y la igualdad salarial. Como primera dama, el primer reglamento que firmó mi esposo fue la Ley de Licencia Familiar y Médica, la cual luché para expandir. En el senado fui copatrocinadora de la Ley Lilly Ledbetter para un Salario Justo, la cual fue un paso clave para la igualdad salarial. Yo creo que cuando socavamos a mujeres, estamos socavando a familias enteras.
Hagamos de los Estados Unidos un lugar donde la gente trabajadora y dedicada no tenga que decidir entre hacer su trabajo y ser buenos padres y donde gente como Megan Sennett no tenga que sacrificar su salud para mantener a sus empleos. Nosotros podemos y debemos lograr mejor que eso. Si tengo la oportunidad de ser elegida presidenta, lucharé para asegurar que lo logremos.
Hillary Rodham Clinton es ex primera dama y fue senadora de los Estados Unidos y secretaria de Estado de los Estados Unidos. Ella es candidata demócrata para presidenta de los Estados Unidos.