Bailando al son

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El 22 de Noviembre se celebra Santa Cecilia, patrona de los músicos.

Nuestra comunidad tiene en los genes un talento innato para la música y el ritmo, conocido entre nosotros como “son”.

El movimiento callejero conocido como “los indignados” está de moda. Pretende ser la voz de un grupo de personas que han decidido “no seguir el compás del sistema” . Toman las calles de todo el mundo, sin embargo, no crean nada. Solo se quejan de los políticos y grupos de poder a los que consideran causantes del caos económico y social actual.

Además de estos “indignados de moda” hay otras formas menos pasivas de mostrar la insatisfacción con sistemas que ya no funcionan.

Son protestas claramente constructivas y pueden inclusive llevar a perder la vida. Es el caso de los “indignados molestos”. Viven en países en los que, no se está autorizado a manifestar el malestar ni tan siquiera en privado. Es el caso de periodistas a los que se les castiga por vías que van desde el asesinato a la imposición de terribles condenas. Sus protestas se hacen a través de sus trabajos de investigación e información acerca del origen de la corrupción y violencia que carcome sus países.

¿Ha llegado el momento de cambiar el ritmo global?. ¿Ha de venir un “nuevo son” marcado por fuertes sociedades civiles en las que se garanticen los derechos civiles, la democracia y, en definitiva, el derecho de los ciudadanos a expresarse con respeto pero sin temor?.

Los hispanos conocemos este ritmo del futuro, sin embargo, no terminamos de ponernos de acuerdo sobre quiénes han de “dirigir la orquesta”. Existen líderes, pero su mensaje no suele ser transmitido por los medios al gran público.

Finalmente, hay “indignados silenciosos”. Nunca han estado en ninguna “lista oficial de indignación”, ni acampados en ninguna calle o plaza pero han removido los cimientos de sus comunidades llevándolas a la superación hasta niveles insospechados. Es el caso de José Antonio Abreu, director de “El Sistema”.

Abreu, creador de orquestas juveniles en toda América Latina, ha demostrado desde el trabajo y el esfuerzo que siguiendo “el son” del arte y de la creación artística, se pueden rescatar a sociedades enteras del materialismo, de lo endogámico y de servir a los intereses de “unos pocos”. Durante cuarenta años, Abreu ha salvado a más de 400,000 niños y jóvenes de escasos recursos, de las calles, la violencia y la inseguridad.

Los latinos sabemos “bailar al son”. Solo hace falta apoyar al “director de orquesta” correcto que impulse a nuestra comunidad a promocionarse e integrarse en el marco de la sociedad en la que vivimos.

A veces, un humilde músico como Abreu, puede dar una lección magistral a expertos líderes mundiales y a “indignados de moda” sobre cómo llevar el ritmo que conduzca a miles de personas a su superación personal, a derribar barreras y, en definitiva, a ser ciudadanos con una formación que les haga más libres, más útiles y más productivos para sí y para sus semejantes.

Quizás tengamos delante de nuestros ojos una forma bien latina de protesta bailando al son de “El Sistema” de Abreu.