Cenicienta ya no barre

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Mayo es el mes de la lectura bilingüe y nos reta a leer a diario junto a los niños.

El 46% de los adolescentes americanos lee un libro al menos una vez al día, y el 40% de los mayores de 30 también, según el Pew Research Center. Estos mismos grupos, leen periódicos (44% en el caso de los adolescentes y 64% en el de los mayores de 30).

Según la Fundación Annie E. Casey, el 85 por ciento de los estudiantes hispanos en cuarto grado de primaria leen por debajo de los niveles de su edad. Los que no cumplen con los estándares de lectura en tercer grado son cuatro veces más propensos a abandonar la escuela antes de obtener un diploma de secundaria.

“Los niños que leen fuera de la escuela tienen mayor probabilidad de ser exitosos académicamente, y la participación de los padres es crucial para que esto ocurra,” dice el Dr. Santiago Wood, Ed.D., Director Ejecutivo de la Asociación Nacional para la Educación Bilingüe, y es que, la lectura nos obliga a pensar y a ser críticos.

Se necesitan más ingenieros que construyan objetos de ésos que utilizamos todos los días y que hacen que nuestra vida sea mejor, por eso el Departamento de Educación invierte en el desarrollo del programa STEM.

¿Cuántos de esos ingenieros motivados por este programa y que salen cada año de la universidad en Estados Unidos son mujeres? Sólo el 14% ¿Por qué? Durante muchos años a las niñas se las enseñaba a tener bonita su casa, pero no se las motivaba para diseñar sus planos y construirla. Las mujeres del XIX y XX sin importar su clase social, fueron grandes lectoras, y supieron con tiempo y tenacidad cambiar esa situación. Pero ¿está nuestra sociedad preparada para recibir a las nuevas profesionales del siglo XXI?¿Pondríamos la vida de nuestros seres queridos o la nuestra, en manos de una cirujana?¿Pagaríamos para defender a nuestro hijo acusado de la pena capital a una abogada? La respuesta mayoritaria dada a estas cuestiones –tanto por hombres como mujeres–, es NO.

Acabo de recibir la carta de una lectora que se ha graduado después de quince años de esfuerzo. No obtuvo becas y trabajó semanas completas sin descanso para cubrir los gastos de Universidad y libros. La educación es fundamental, y el primer paso para asimilar todo lo que la escuela enseña es la lectura. No hagan caso de parlanchines a los que les encanta decir que no se lee, apoyando en estadísticas sus afirmaciones. He comenzado este artículo aportando estadísticas y dicen lo contrario. Constantemente nacen nuevas publicaciones impresas que transmiten lo que sabemos: que la lectura crea pensamiento independiente. Y la independencia está regañado con las dictaduras que pretenden aquéllos que desean mantener incultas a las masas para controlarlas.

La sociedad se adaptará a ver a mujeres y minorías en puestos de responsabilidad cuando se acostumbre a ver que son los mejores profesionales. Leyendo las declaraciones del Presidente Obama en la Cumbre de las Américas, parece que ni siquiera él está totalmente convencido de la capacidad femenina, al decir que Hilary es su amiga y que “no voy a estorbarle en su desempeño”¿Considera el Presidente que si quisiese podría “estorbarla”? De momento Clinton ha “fichado para dirigir su campaña a una dreamer” y se ha atrevido a tener en su quiniela de vicepresidentes al hispano Julián Castro. Pero hace falta que no se quede sólo en un acto de cara a la galería y se “remate”, porque las mujeres en puestos de responsabilidad al igual que el voto hispano, siguen siendo esas Cenicientas por las que ni los políticos de un lado ni de otro, se atreven a apostar.

Tan preocupante como que no haya mujeres (ni hispanos) líderes, es el hecho de que los haya por su condición de tales. Se corre en ese caso el riesgo de elegir a personas incapaces, marionetas o floreros y eso es aún peor. Para dejar de ser Cenicienta no hay que invocar la condición de minoría. Simplemente hay que intentar ser el mejor y para ello, hay que leer, estudiar, prepararse y entonces lanzarse al centro de la pista de baile y apuntar a la madrastra mala y sus compinches de turno.

Como ven lo de ser princesa no está reñido con ser ingeniera, doctora o abogada, ni por supuesto con la lectura. Las princesas leen y mucho. Lo único con lo que debe estar reñido lo de ser princesa o minoría es con la necedad. Esa se la ganan por derecho propio los que afirman “que no se lee” y los que con ello, quieren manipular a sus semejantes.