Año Nuevo, viejas tretas con Trump

Maribel Hastings

El presidente Donald J. Trump y sus habilitadores siguen haciendo alarde de su vileza en el 2018, incluso con más bríos, y el ensañamiento contra los inmigrantes sigue estando al tope de su lista.

Dijo Trump en uno de sus tuits que quiere una “solución” para los Dreamers y DACA. Escribió que “los demócratas no están haciendo nada por DACA, están sólo interesados en la política. Los activistas de DACA y los hispanos se irán contra los demócratas y comenzarán a enamorarse de los republicanos y de su presidente”.

Quizá se “enamoren” del presidente quienes sufran del Síndrome de Estocolmo, porque en materia migratoria lo único que ha hecho es emprenderla sin piedad contra todo tipo de migrantes.

Sólo piense que si en efecto Trump quería hacer algo por los Dreamers, no debió rescindir DACA el pasado 5 de septiembre, como lo hizo. Pudo dejar el programa en efecto mientras se buscaba una solución permanente.

Pero como fue Barack Obama quien giró la orden ejecutiva que concedió DACA, Trump tenía que anularla a toda costa. Fijó un plazo de seis meses, hasta el 5 de marzo, para que el Congreso tomara cartas en el asunto.

Pero en lugar de abordar el tema de los Dreamers de manera independiente, considerando que se trata de un grupo particular de imigrantes que fueron traidos cuando niños sin sus documentos en regla, quiere vincular la solución a DACA con su larga lista de peticiones migratorias, comenzando con 18 mil millones de dólares para el inútil muro que prometió en la campaña, asfixiar a las ciudades santuario, evitar que los inmigrantes peticionen familiares, sumar más agentes fronterizos y eliminar la lotería de visas, entre otras cosas.

Nuevamente, sólo piense que ambas cámaras del Congreso son controladas por el Partido Republicano y que Trump y sus aliados en la legislatura pueden impulsar, cuando así lo deseen, su lista de demandas antiinmigrantes. Que la aprueben es otra cosa. Pero la viculan con la solución de los Dreamers para arrinconar a los demócratas y, en el fondo, para entorpecer cualquier solución que se perfile como un beneficio para un grupo de inmigrantes, así sea para estos jóvenes que ya están contribuyendo a su país con sus estudios, su trabajo, sus impuestos y su servicio militar. Un 85% de los estadounidenses favorece una solución para los Dreamers.

De momento, cualquier cosa puede suceder. Una vez más la sombra de un potencial cierre gubernamental se posa sobre Washington y una vez más los Dreamers se convierten en fichas de cambio de un cruel juego político.

Año Nuevo, viejas tretas.

Maribel Hastings

Maribel Hastings