Cuando el fanatismo cruza los límites.

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El fútbol o cualquier deporte son actividades excitantes y apasionantes, pero tengamos cuidado de no cruzar los límites con nuestro fanatismo. Estos deberían ocupar su lugar natural de pasatiempo y entretenimiento para la sociedad. Cuando excedemos los límites lógicos y permitidos de la pasión el resultado siempre será negativo. 

Cuando el fanatismo cruza los límites las personas magnifican un evento deportivo en detrimento de las cosas que son realmente importantes. La resolución de un ciudadano normal para este 2013, debería pasar por las metas personales que se fije para mejorar su calidad de vida y la de su familia, un mejor trabajo, perseguir una carrera, resumir los estudios académicos, mudarse a un lugar mejor en busca de trabajo y cumplir sus sueños, tristemente para otros muchos las resoluciones tienen que ver con sus deseos de que el equipo de sus amores ganen determinado Campeonato o competición, que su club no descienda o ascienda, o que su jugador preferido sea nombrado el Mejor del Mundo o se consagre el más goleador. ¿No es ésto acaso una manera de despreciar la vida con tan bajas pretensiones?, ¿no es ésto muy banal?
 
Cuando el fanatismo cruza los límites sumerge a las personas a una vida de vanidades. Imaginemos que cuando estemos frente a Dios y nos pregunte, ¿Qué has hecho con tu vida? Le contestemos, bueno, fuí a la cancha todos los fines de semana, grité como nadie los goles de mis ídolos, me peleé por robar las banderas de los otros equipos, y me quedé afónico insultando al referee! ¿No parece ésto muy vano, de poco valor ante los ojos de aquel todo lo ve? 

Pero también vemos que cuando el fanatismo cruza los límites transforma a personas normales en animales demenciales, es una verdad comúnmente aceptada que aquél que pregona ser el más fanático es aquél que actúa más demencialmente, porque en este mundo de vanidades, la razón y la inteligencia están peleados con la ceguera fanática de los descerebrados. Cuanto más odio, violencia, y destrucción demuestran más justifican su gran amor a la camiseta. 

Los seres humanos de por sí somos grandes campeones de la separación, y a nivel selecciones ésto exacerba los ánimos y sentimientos de odio y racismo hacia otros países, creando barreras y divisiones ridículas e innecesarias.
No dejemos que el fútbol ni ningún deporte nos roben la perspectiva de las cosas que verdaderamente son importantes, nos sumerjan a puras vanidades o nos transformen en animales demenciales, la vida es mucho más que ésto.