DE LOS 50 EN ADELANTE

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Irene Calvo

CAPÍTULO 3

Es domingo y llueve, la vida me ha regalado un día estupendo de chándal ideal, tisana depurativa, mantita calentita, cabeza despejada, papel y lápiz.

La acción de hoy es: hacer cuentas. Calculadora del móvil abierta, cuenta en línea, abierta. Todo listo para calcular lo que gasto, lo que me puedo gastar y lo que no me puedo gastar.

Tengo dos años de paro. Me planteo lo siguiente: un año sabático en el que coger energías. Inercia, que está conmigo, muy pendiente de todo lo que hago, me hace “sí” con la cabeza.

La próxima acción va a necesitar energías extremas: mensajear a mi marido (he excluido llamarle) para quedar y cerrar la cuenta del banco, que tenemos juntos desde que nos casamos, donde ahorrábamos, donde pagábamos los gastos de la casa, de donde sacábamos dinero.

Me da cita para el día siguiente en el banco a las 8:30 y, en un segundo mensaje, me manda el nombre y número de su abogado para el divorcio. No puedo con las dos cosas, no puedo… Me acerco a la ventana, veo el mar, abro la ventana porque siento que el aire no me llega a los pulmones y trato de respirar con calma.

Quiero llorar de nuevo, ponerme el chándal viejo, beber mucho alcohol, comer guarradas y llamar a mi hermana para despotricar de mi futuro exmarido, una ola de negatividad inunda mi vida y mi alma.

Inercia y mi mar dicen que no. Cierro los ojos y me imagino serena, sentada en la playa, delante del mar, la mañana de mi día cero y aguanto. Abro los ojos y me apunto en la hoja del lunes 8:30, banco, martes 9:00, abogado. Debajo escribo: puedo hacer lo que quiera con una sonrisa. Y apunto sonreír siempre en la lista de las cosas que me gustan.

Mi mar me quiere, me da serenidad y me cuida. Me quiere tal y como soy, sabe que me voy a venir abajo muchas veces pero sabe también que es normal y que puedo con esto y con más.

El lunes bajo en chándal al banco, quiero irme a andar en cuanto acabe, además estoy monísima y mi culo parece otro con las bragas laser, ¡que coño!

En el banco me espera mi Ex y de “cuerpo presente” su nuevo amor… Y ¿cómo es ella y en qué lugar se enamoró de él y a qué dedica el tiempo libre? me canta Perales, a dúo con Inercia, al oído. Acto seguido Inercia se larga por patas con Perales, esto no se lo esperaba ni ella. ¡Cobardes!

La novia de Ex se presenta en un look total Kardasian, hace bastante frio para llevar tanta parte del cuerpo al descubierto. Me fijo en el chándal, está abierto por los costados hasta casi la altura de la cadera, no debe llevar ni bragas láser ni nada de ropa interior, solo medias de rejilla grande negras y sandalias de tacón negras. Miro mejor porque veo unos pinkis que abrigan sus pies. Lleva el pelo tirante de un color negro cuervo, con cazadora de borreguito Vernel blanco, mastica chicle con la boca abierta y se quita las gafas enormes negras con brillantes y logo de Versace para verme bien. Me hace un repaso de arriba abajo, yo no puedo aguantar su mirada, tengo un nudo entre la garganta y el útero que me está asfixiando.

Me la presenta, creo que se llama Vaikiria o algo así, es rusa. Ex trata de darme dos besos, yo reculo, Vaikiria solo mira y me suelta:

“Hemos venido a recuperar lo nuestro.”

Yo, con mi look total Decathlon, contesto:

“Me parece muy bien”.

Me tiemblan hasta las pestañas.

Cerramos la cuenta, con la “Vaki” y yo sentadas y mi Ex sin silla firmando de pie, el director de la sucursal, más tenso que las cuerdas de un violín, me dice que no me preocupe por las domiciliaciones porque acto seguido abriremos una cuenta solo a mi nombre. Hace mucho énfasis en las palabras ACTO, SEGUIDO Y SOLO. Me quedo de piedra cuando descubro que Ex tiene otra cuenta y que, una vez liquidada la cuenta común, toda la mitad suya se la ingresarán directamente en otro banco, menos mal…

Noto que Vaikiria está nerviosa, quiere que Ex diga algo porque le tira de la manga, como Ex no suelta prenda, Vaki lanza su bomba molotov:

“¿El piso?”, pregunta.

El director se aleja para marcarse dos pasos de claqué viendo la que se avecina y distanciarse así de la zona de combate.

Yo cojo carrerilla y con la energía a propulsión del cohete Sputnik (si es que la tuviera) para llegar a la luna, de una sola zancada contesto:

“El piso me lo compré yo solita, pequeña Vaki”

Es como si la niña del exorcista, con movimiento de cabeza de trescientos sesenta grados, hablara dentro de mí, creo que ha sido Inercia que se ha metido en mi cuerpo. Vaki no pilla mi gracia y mira a Ex. Él, con la última neurona no contaminada por la ex Unión Soviética y también la más alejada de los testículos le dice:

“Déjalo, el piso es suyo”

Pongo los pies en polvorosa y me voy al despacho del director, acto seguido me desmayo. Demasiada tensión para un cuerpo enfundado en un chándal de Decathlon.

Me he perdido el último video clip de la Kardasian, al parecer, ha dado un bofetón a Ex (que ha pasado también el casting para hacer de niña del exorcista) y ha agarrado por la pechera al director de la sucursal. Al parecer Vaki ya se veía en mi casa tomando mi té y mirando por mi ventana mi mar.

Me despierto tumbada en el suelo del despacho del director con las piernas levantadas, al director le están abanicando. Intento buscar a Almodóvar por la sucursal pero no le encuentro, todo ha sido digno de una película suya. Incidente cerrado sin denuncia, pero la policía ha venido, la Vaki se debió poner como una auténtica revolucionaria rusa.

“Se le soltó el último corchete de una pernera del chándal”, me comenta susurrando una empleada del banco, mientras me ayuda a incorporarme y me acerca un vaso de agua con azúcar.

“No llevaba ropa interior y estaba completamente depilada”

Ahora quiero vomitar y volver a desmayarme.

***