Declaraciones del Presidente sobre el Premio Nobel de la Paz

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Buenos días. Bueno, no tenía previsto despertarme esta mañana con esto. Después de que recibí la noticia, Malia entró y dijo, “¡Papi, ganaste el Premio Nóbel de la Paz y es el cumpleaños de Bo!” y luego Sasha añadió, “Además, viene un fin de semana de tres días”. Por lo tanto, es bueno tener niños para que pongan las cosas en perspectiva.

Me siento sorprendido y profundamente honrado por la decisión del Comité del Nóbel. Permítanme ser claro: No lo considero un reconocimiento de mis propios logros, sino más bien como la confirmación del liderazgo de Estados Unidos en la defensa de aspiraciones compartidas por pueblos de todas las naciones.

Para ser franco, no me parece que merezco estar en compañía de tantas de las figuras transformadoras que han tenido el honor de recibir este premio, hombres y mujeres que me han inspirado e inspirado a todo el mundo por medio de sus valientes esfuerzos por la paz.

Pero también sé que este premio refleja el tipo de mundo que esos hombres y mujeres, y todos los estadounidenses, desean forjar: un mundo que haga que la promesa de nuestras actas de fundación cobren vida. Sé que en la historia, el Premio Nóbel de la Paz no siempre se ha usado para honrar logros específicos; también ha sido usado para darle ímpetu a un conjunto de causas. Y es por eso que aceptaré este premio como un llamado a la acción, un llamado a que todas las naciones les hagan frente a los desafíos que comparten en el siglo XXI.

Un solo líder o una sola nación no puede hacerles frente a estos desafíos. Y es por eso que mi gobierno se ha esforzado por crear una nueva era de participación en la que todas las naciones deben asumir responsabilidad por el mundo que anhelan. No podemos tolerar un mundo en el que las armas nucleares se propagan a más países y en el que el temor a un holocausto nuclear pone a más personas en peligro. Y es por eso que hemos comenzado a tomar medidas concretas para procurar un mundo sin armas nucleares, porque todos los países tienen el derecho a aprovechar la energía nuclear con fines pacíficos, pero todos los países tienen la responsabilidad de demostrar sus intenciones pacíficas.

No podemos aceptar la amenaza cada vez mayor que representa el cambio climático, que podría dañar para siempre el mundo que les heredemos a nuestros hijos al sembrar conflicto y hambruna; destruir costas y despoblar ciudades. Y es por eso que todas las naciones ahora deben aceptar la parte de responsabilidad que les corresponda para transformar la manera en que usamos la energía.

No podemos permitir que las diferencias entre los pueblos definan la manera en que nos vemos unos a los otros, y es por eso que debemos buscar un nuevo comienzo entre personas de diferentes credos y razas y religiones, uno basado en los intereses mutuos y el respeto mutuo.

Y todos debemos poner de nuestra parte para resolver estos conflictos que han causado muchísimo dolor y penurias durante tantos años, y ese esfuerzo debe incluir un compromiso inquebrantable que por fin toma en cuenta el derecho de todos los israelíes y palestinos a vivir en paz y seguridad en sus propios países.

No podemos aceptar un mundo en el que se les niega a más personas las oportunidades y dignidad que todos anhelamos, la capacidad de obtener una educación y ganarse la vida dignamente; la seguridad de no tener que vivir con el temor a la enfermedad o la violencia, sin esperanza para el futuro.

Incluso mientras nos esforzamos por lograr un mundo en el que se resuelven los conflictos pacíficamente y la prosperidad se comparte extensamente, es necesario que enfrentemos el mundo como es hoy en día. Soy el comandante en jefe de un país que es responsable por terminar una guerra y trabajar en otro teatro para enfrentarse a un adversario implacable que amenaza al pueblo estadounidense y a nuestros aliados. También tengo en cuenta que estamos tratando con el impacto de una crisis económica mundial que ha dejado a muchos estadounidenses desempleados. Éstas son inquietudes a las cuales les debo hacer frente a diario por el bien del pueblo estadounidense.

Parte del trabajo que enfrentamos no se concluirá durante mi presidencia. Una parte, como la eliminación de las armas nucleares, quizá no se concluya mientras yo tenga vida. Pero sé que estos desafíos se pueden vencer si se reconoce que una sola persona o una sola nación no los vencerá. Este premio no se debe solamente a los esfuerzos de mi gobierno; se debe a los valientes esfuerzos de personas de todo el mundo.

Y es por eso que este premio debe ser compartido con todos aquellos que se esmeran por lograr la justicia y dignidad, por la joven que marcha silenciosamente en las calles, incluso ante palizas y balas, para defender su derecho a ser escuchada; por la líder encarcelada en su propia casa porque se rehúsa a renunciar a su compromiso con la democracia; por el soldado que se sacrificó durante un periodo de servicio tras otro por el bien de alguien al otro lado del planeta, y todos los hombres y mujeres alrededor del mundo que sacrifican su seguridad y su libertad, y a veces la vida, por la causa de la paz.

Ésa siempre ha sido la causa de Estados Unidos. Es por eso que Estados Unidos siempre ha sido fuente de inspiración para el mundo. Y por eso creo que el liderazgo de Estados Unidos continuará.

Muchas gracias.