Derogación de la pena de muerte en Delaware salvará vidas

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“En este momento los representantes del estado de Delaware tienen la oportunidad de votar por un proyecto de ley que deroga la pena de muerte en Delaware. Muchas veces los oficiales electos dicen que la pena de muerte es necesaria porque protege al público—salva vidas. Aunque esta creencia puede ser sincera, un examen riguroso del sistema muestra que no es correcta.

En efecto, la pena de muerte es un sistema tan propenso a hacer errores y tan costoso que obstaculiza el esfuerzo para proteger a nuestras comunidades y nos deja más vulnerables a la violencia.

Como un hombre que pasó casi dieciocho años en el corredor de la muerte de Florida por un crimen que no cometió, déjenme explicar.

Como un hombre joven de dieciocho años vine de Puerto Rico buscando el sueño americano. En vez de vivir un sueño, viví una pesadilla de la cual nunca pude escapar.

Como en la gran mayoría de casos de pena capital, el crimen por el cual fuí condenado a muerte, era especialmente brutal. La víctima, Delbert Baker, era un blanco de cincuenta y ocho años.

Inmediatamente se encendieron las pasiones en la comunidad y en la prisa para echar la culpa a alguien, se quebraron las reglas. Yo era un blanco fácil porque era boricua, campesino emigrante con pocos recursos económicos y sabía poco Inglés.

El jurado “muerte-calificado” (“death-qualified” o sea a favor de la pena de muerte) estaba compuesto de once blancos y un afro-americano, ningún latino.

Me condenó a muerte en una semana basándose solamente en el testimonio de dos testigos cuestionables: un informante de la policía que recibió $5,000 por su testimonio en mi contra; y un co-acusado que se implicó falsamente a sí mismo en el crimen y testificó en mi contra a cambio de una sentencia de dos años de probatoria.

No hubo ninguna prueba física en mi contra. Si no se hubiera descubierto una confesión grabada del verdadero culpable, dieciseis años después de mi juicio y después de que la Corte Suprema de Florida había afirmado tres veces mi caso durante el proceso de apelaciones, el estado de Florida me habría ejecutado.

Cuando fuí exonerado y liberado el 2 de enero de 2002, me convertí en el 99º reo absuelto del corredor de la muerte en los Estados Unidos desde 1973.

Ahora somos 142. Solamente podemos imaginar cuántos otros no han tenido la misma suerte que nosotros, y ya han sido ejecutados, como Carlos de Luna y Rubén Cantú (jóvenes latinos) en Texas. Y solamente podemos imaginar cuántos asesinos han quedado en libertad y han matado a otras personas cada vez que el sistema se equivocó.

El corredor de la muerte es un verdadero infierno. Sobreviví en gran parte a causa de la devoción y apoyo inquebrantable de mi mamá que rezaba tres rosarios cada día de rodillas por un milagro que probara mi inocencia.

Ella vivía vergonzosamente en silencio, nunca compartiendo su tragedia con nadie. Aunque sufrí muchísimo, creo que mi mamá sufrió aún más.

A pesar de su fe profunda durante todos los años de mi encarcelamiento, estaba ahorrando dinero para llevar mi cadáver a Puerto Rico, temiendo que un día el estado de Florida me ejecutara.

Quizás todo este sufrimiento podría ser justificado si la pena de muerte efectivamente protegiera a nuestras comunidades pero nada podría estar más lejos de la verdad. No hay ninguna prueba que sugiera que la pena de muerte impida asesinatos más efectivamente que el castigo alternativo de la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Por lo general los estados sin pena de muerte tienen índices de asesinatos más bajos que los estados con pena de muerte, y el Sur—la región que ejecuta con más frecuencia–tiene índices más altos de asesinatos (incluyendo los asesinatos de policías) que el Noreste—la región que ejecuta con menos frecuencia.

Si el estado de Delaware derogara la pena de muerte ahorraría cientos de millones de dólares a los pagadores de impuestos. No se puede evitar los costos enormes de la pena de muerte. Reducir los costos del sistema cortando el proceso de apelaciones expondría aún más a personas inocentes (como yo) a la ejecución y sería completamente inaceptable.

En este tiempo de crisis económica cuando se están cortando los presupuestos de los departamentos de policía, es verdaderamente vergonzoso mantener un sistema exorbitante que no protege a la comunidad más efectivamente que el castigo alternativo y mucho menos costoso de la cadena perpetua.

En vez de desperdiciar los recursos en un castigo innecesario e inefectivo, Delaware debería reemplazar la pena de muerte con la cadena perpetua y dirigir los fondos ahorrados de una manera productiva, por ejemplo, proporcionar mejor entrenamiento a la policía para que pueda investigar adecuadamente crímenes violentos, castigar y encarcelar a los verdaderos culpables, e implementar medidas probadas de prevención de violencia.

De esa manera, se puede salvar vidas inocentes. Delaware tiene esta opción. Pidan por favor a sus oficiales electos que voten por el proyecto de ley que deroga la pena de muerte en Delaware para asegurar que Delaware nunca ejecutará a personas inocentes y tendrá los recursos para proteger al público de una manera mucho mas eficaz”.