When people talk about faith they usually refer to it as ‘my faith.’ But there is a distinction to be made between ‘my faith’ and the ‘faith of Jesus Christ.’ How can we know which kind dwells within? By examining the fruit it produces.
Faith fabricated by man, causes anything built on it to crumble. This is a weak foundation. Faith from the heavens causes everything to stand. This is the true foundation.
Further, ‘my faith’ flees at the first sign of trouble. It causes one to react with fear, bewilderment and doubts. The ‘faith of Jesus Christ’ causes one to abide steadfast in God and gives assurance that He is present even in the midst of troubles. True faith is never wishy-washy. Faith is more real that anything we can see, it is agreement with God built on a trusting, faithful, and intimate relationship with Him.
Jesus taught his disciples how to walk above the waters. Water represents, in this case, overwhelming emotional distress. Today, he continues to teach us how to calm the waters. But this is a difficult lesson to learn because usually we lack the practice to wait on Him in silence. Like distracted children, we tend to take our eyes off from Him to focus them on our own circumstances. Only in the quietness of our souls can we hear the Holy Spirit say “Peace, be still” and “Be still and know that I am God.”
Day by day, God presents opportunities to exercise true faith, to practice our trust in Christ. These are the works that we must do in order to have living faith. The scriptures warn: ‘Faith without works is dead!’ Therefore, let God build faith on the solid rock, and not ourselves on shifting sand. Together we will withstand in the evil day.
Do you have faith? Have it to yourself before God…and be happy!
(Scriptures: Matthew 14:31; Mark 4:39; James 2:20; Ephesians 6:13; Psalms 46:10; Romans 4:22)
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Cuando la gente habla de fe, usualmente se refieren a ella como ‘mi fé’. Es importante notar la diferencia que existe entre ‘mi fe’ y la fe de Jesucristo’. ¿Cómo podríamos reconocer la fe que vive en nuestro ser? Debemos examinar sus frutos.
La fe inventada por el hombre, causa que se desmorone cualquier cosa que en ella se construya. Es fundación débil. La fe de los cielos causa que todo se mantega en pie. Esta es fundación verdadera.
Más allá, ‘mi fe’ se escapa a la primera señal de dificultad, causa que uno reaccione con miedo, desconcierto, y con dudas. Pero ‘la fe de Jesucristo’ mantiene a uno sin perturbación y le da la seguridad de que Dios esta presente, aún en medio de los problemas. La fe verdadera nunca es insípida. Es más real que cualquier cosa que se pueda ver; es estar de acuerdo con Dios basado en aceptación, confianza, fidelidad, y una relación íntima con El.
Jesús enseñó a sus discípulos a caminar sobre las aguas. El agua representa, en este caso, la angustia emocional agobiante. El continúa enseñando esta lección hoy para que podamos calmar las aguas. Pero es una lección difícil de aprender porque usualmente no hemos desarrollado la práctica de esperar por El en silencio. Como niños distraídos, solemos quitar nuestros ojos de su rostro para enfocarnos en nuestras proprias circunstancias. Solamente en la quietud del alma se puede escuchar al Espíritu Santo decir: “Calla, enmudece!” y “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”.
Día a día, Dios se nos presentan oportunidades para ejercer la fe verdadera, para practicar nuestra confianza en Cristo. Estas son las obras que tenemos que hacer para tener una fe viva. Las escrituras nos advierten que ‘la fe sin obras ¡está muerta!’ De manera que permitamos que Dios construya nuestra fe sobre la roca solida y no lo hagamos nosotros mismos en la arena que se mueve. Juntos podremos resistir el día malo.
¿Tienes tu fe? Tenla para contigo delante de Dios…¡sé feliz!
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