Don Carlo de Verdi

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Por Ana María Díaz de Lewine
www.anamariadiaz.com

Metropolitan Opera de Nueva York
2 de abril de 2015, 7.00-11.40 PM

Opera en 5 actos y casi 5 horas de duración. Friedrich Schiller terminó de escribir el libreto en 1787 cuando estaba a punto de estallar la Revolución Francesa. El argumento, situado en el siglo XVI en España, es una historia de amor, de celos y arrepentimiento, donde las ambiciones políticas, el sufrimiento del pueblo por la guerra y de cada uno de los personajes, el poder absolutista y el poder eclesiástico se ponen de manifiesto.

Verdi y Schiller alimentan la Leyenda Negra del reinado de Felipe II en esta ópera que compuso Verdi por encargo de la Opera de París en 1860.

Si recordamos que ocurrió realmente, Felipe II, Rey de España, Nápoles, Sicilia, Portugal y los Algarves, y rey de Inglaterra e Irlanda por matrimonio, mantuvo guerras en Francia por el apoyo francés a los rebeldes flamencos y, finalmente venció en la Batalla de San Quintín en 1557, día de San Lorenzo.

En 1559 se firmó la paz de Cateau-Cambrésis, tratado por el que Francia reconoció la supremacía hispánica y se pactó el matrimonio con Isabel de Valoix.

Sus enemigos, anglosajones y protestantes, lo califican como fanático, despótico, criminal, imperialista y geno-cida, minimizando sus victorias hasta lo anecdótico y magnificando sus derrotas en exceso.

Pero el imperio español alcanzó su máximo apogeo convirtiéndose en el primer imperio mundial, integrando territorios de todos los continentes. Fue la época del Renacimiento, del siglo de Oro español con Miguel de Cervantes, Santa Teresa de Jesús, Juan de Herrera, Lope de Vega, El Greco, una época del apogeo de la cultura española.

Presentaba sin embargo, problemas internos como su hijo Carlos, su descendiente varón, y su secretario Antonio Pérez, o el enclave estratégico de Flandes.

El infante Carlos mostraba desequilibrio mental por cuestiones genéticas ya que solamente tenía 4 bisabuelos, y era débil y enfermizo.

Estudió en la Universidad de Alcalá junto con su hermanastro Juan de Austria. Conspiró con los rebeldes flamencos contra su padre, e intentó acuchillar en público al duque de Alba, por lo que fue encerrado en sus aposentos y trasladado al Castillo de Arévalo donde murió de inanición pues se negó a comer.

En esta ópera, sin embargo, se muestra como una figura atormentada por el amor a su madrastra, Isabel, y al pueblo de Flandes.

La escenografía es sencilla a base de perspectivas, uso de negro, blanco, y azules, con algunos árboles muy altos y finos, o el uso de columnas. En ocasiones, aparecen desfiles de monjes con velas y túnicas en línea, y una pared vertical con lucernarios por las que aparecen rayos de luz.

Se alude a Dios a través de la luz, los monjes, los crucifijos, algún cuadro, estampas y el cielo en color rojo.

El vestuario desentona algo en el estilo pues mezcla trajes del siglo XVI con otros trajes del siglo XVII, como en el momento en el que la princesa de Eboli se encuentra en el jardín con su corte de damas, y llevan abanicos rojos, toquillas y vestidos negros.

La dirección musical de Yannick Nézet-Séguin está llena de energía, entusiasmo y exigencia vocal que transmite a los cantantes y a la orquesta, si bien el auto de fe del tercer acto pierde grandiosidad por ser llevado a un tiempo en exceso marcial, y quizás algo más de sutileza y algunos matices en las dinámicas del mismo hubieran sido de agradecer. Precioso el cuadro final del tercer acto en la puesta en escena con los emisarios de Flandes y toda la corte.

El IV Acto que comienza con un solo de cello maravilloso, nos prepara para el aria de Felipe II que aparece solo, cansado, arrepentido y que sufre al pronunciar sus palabras “ella nunca me amó, amor per me non hà” y Ferrucio Furlanetto muestra una actuación bárbara pasando por todos los matices en su voz y en coherencia siempre con su sentimiento, mostrando sinceramente y comunicativamente todo con su corazón y con entrega en una excelente interpretación y magnífica resolución vocal: Luce así arrojo vocal y musical que evidencia una gran experiencia y madurez artística… Elisabetta se muestra en esta ópera como un ángel inocente que sólo desea la paz y que sabe actuar como reina por encima de sus sentimientos más íntimos, y así Barbara Frittoli actúa y la representa, muy formal en cada uno de sus movimientos de brazos y manos, todo muy controlado y preciso, nada impulsiva, ni en uno solo de sus gestos. Así muestra un control y una delicadeza vocal y musical en su canto que al final es sublime, y que contrasta con el gran temperamento impulsivo de don Carlo, en la voz de Yonghoon Lee que muestra un dramatismo e intensidad elevados, si bien adolece en ocasiones de pianos algo más apoyados, pero que sabe suplir con su pasionalidad. Muy expresivo y dulce y comunicativo se muestra Dimitri Hvrostovsky, en el papel de Rodrigo, Marqués de Posa, transmitiendo amor y ternura, dentro de las características de su personaje. Brava Ekaterina Gubanova, que resulta una voz muy adecuada para la princesa de Eboli, que posee un hermosísimo timbre con gran volumen vocal y que se muestra muy expresiva. Fantástico se manifiesta en voz e interpretación James Morris como El gran Inquisidor. Amanda Woodbury como Tebaldo, tiene una preciosa y afinada voz, y su interpretación resulta muy graciosa y bella. Los 6 diputados flamencos con un excelente resultado en conjunto, y el coro del Met dirigido por Donald Palumbo vuelve a deleitarnos y emocionarnos.

De nuevo un éxito absoluto y gran ovación en el Met, donde las casi 5 horas han pasado “volando”, gracias a la interesante trama, a la emoción y a esta bella música.

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Spanish Mezzo-Soprano, classical singer especialized in Lyric Theater, graduated at the Escuela Superior de Canto in Madrid. She belongs to the duo "Soprano Meets Contrabass" which includes classical-jazz-flamenco and music of the world. She is author of the bilingual theatrical performance "El Carro del Amor" which includes several artistic areas as paint, poetry, theater, music and geography, in the 17th Spain.