(To read the English version go down Noticias Relacionadas). Según un reciente estudio proporcionado por el gobierno federal, el índice de pobres se ha elevado a una cifra no vista desde el año1987. Según el informe, 13.2 por ciento de estadounidenses son pobres – o el 39.8 millones. Una cifra escalofriante sin duda pero particularmente alarmante por que entre el grupo más afectado está los hispanos de este país.
Al enterarnos de estas alarmantes cifras nuestros pensamientos nos dicen que deberíamos ver hacia al gobierno para la respuesta. Desafortunadamente este acercamiento no ha producido los resultados deseados.
¿Entonces si no es el gobierno – a quién?
Para responder correctamente a esta pregunta deberíamos ver la historia de nuestro país. Por casi un siglo, nuestro gobierno ha gastado millones de millones de dólares, para combatir la pobreza. Es mas, durante la década de los sesenta del siglo pasado, el ex – Presidente Lyndon B. Johnson lanzo una “guerra contra la pobreza,” con el benévolo fin de reducir la pobreza estadounidense. Según un reporte escrito por uno de mis colegas en la Fundación Heritage, nuestro país se ha gastado 15.9 trillones de dólares en medidas para combatir la pobreza desde el año 1965.
Lamentablemente, las más recientes cifras confirman que hemos hecho poco para realmente reducir la pobreza del país. Peor además es el hecho que muchos de los programas federales contribuyen para que la gente permanezca pobre. O sea, en lugar de realmente ayudar a la gente a salir de la pobreza, muchos de los programas hacen que la gente se convierta dependiente del gobierno.
Es tiempo que busquemos otras formas para realmente ayudar a los pobres. Para empezar, vivimos en uno de los países más dadivosos y filantrópicos del mundo. Nuestro país honra y celebra la generosidad de la gente.
Y por supuesto que no nos limitamos a contribuir simplemente con dinero. Muchos estadounidenses regalan muchas horas como voluntarios repartiendo alimentos a los desamparados y hambrientos. Mientras que otros capacitados, con diferentes talentos – como legal o financiero – regalan sus horas de servicio para aquellos que están careciendo de los recursos.
Además de la multitud de organizaciones sin fines de lucro dedicados a ayudar a los más necesitados, también contamos con iglesias y sinagogas trabajando diariamente para alimentar y asistir a todos quienes buscan ayuda. Como mi colega Ryan Messmore acertó recientemente en un reporte emperico, “organizaciones religiosas estadounidenses sirven un importante servicio como instituciones para ayudar a los necesitados.”
Y además tenemos a gente como el señor Jorge Muñoz de la ciudad de Nueva York conocido como el “Ángel de Queens.” Por varios años, este buen samaritano ha estado repartiendo alimentos a los más hambrientos de la ciudad; en su mayoría inmigrantes hispanos. Su tremenda compasión ha inspirado a otras personas que compartan dinero, incluyendo a muchos de los restaurantes en el área regalándole al Señor Munoz alimentos que sobran para compartirlos entre todos los hambrientos.
Lo que podemos divulgar de la obra de caridad del Señor Munoz y la generosidad de nuestro pueblo es que; donde el gobierno fracasa, el sector privado florece. Queda claro que el sector privado demuestra más éxito que el gobierno en enfrentar la pobreza.
La pobreza, el hambre, y la tristeza de todos sin un techo en donde vivir, son crueles realidades de nuestra sociedad. Nunca deberíamos dar la espalda a estas injusticias. Pero también deberíamos re-evaluar nuestros pensamientos que nos dicen que miremos hacia el gobierno para buscar la respuesta. Mirémonos a nosotros mismos, al sector privado y las instituciones religiosas primero, antes de mirar al gobierno.