El diario poder del Evangelio

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¿Cuántas veces en nuestras vidas no somos conscientes de lo que Dios está haciendo alrededor nuestro para protegernos? ¿Cuántas veces los peligros y las tentaciones rugen frustrados porque no pueden llegar a herirnos debido a que estamos protegidos en el fuerte de Dios? Para aquéllos que disfrutamos una relación personal con el Señor Jesús hay una sensación de gozo y protección cuando nos beneficiamos del poder del Evangelio diariamente.
En 1 Pedro 1:3-9 vemos que el apóstol nos habla de esta hermosa realidad, y así como en los versículos 1 y 2 nos habla de la doctrina de la elección divina y de la Trinidad, ahora nos muestra que ese Soberano y Poderoso Dios nos va a preservar en sus manos, en otras palabras, solo confiaremos plenamente en Dios si le conocemos verdaderamente, si sabemos cómo y quién es.
El poder de Dios se manifiesta en nosotros a través del nuevo nacimiento, que es una experiencia espiritual producida por Dios, quien de acuerdo a su voluntad nos hace nacer de su misma naturaleza a través del Espíritu Santo para poder poner nuestra fe en Jesucristo.
Es este poder el que nos mantiene seguro en sus manos, es nuestra nueva naturaleza nacida de Dios la que nos faculta a resistir y vencer todas las pruebas y tentaciones, es ese poder que reside en la fe para salvación, dada por Dios y cuyo fundamento está en la resurrección del Señor Jesucristo, la cual es nuestra esperanza.
Dos razones por la cual el nuevo nacimiento del creyente es tan poderoso son: sucede por voluntad exclusiva de Dios, no es algo que el hombre pueda provocar por sí mismo, (Juan 1:13 y Santiago 1:18), y sucede a través de la Palabra de Verdad, (1 Pedro 1:23).
Pero como decía, ese poder también nos mantiene seguros en las manos de Dios, la palabra griega (phroureo) significa mantener en un fuerte o bajo custodia militar, sin dejar entrar al enemigo pero sin dejar salir al protegido, o sea, vigilando la presencia del enemigo, pero también que no nos dejará escapar de su cuidado.
Esto nos da la imagen de que el creyente es débil en sí mismo, está rodeado de tentaciones y la única razón por la cual sobrevive es que Dios está protegiéndolo. Esta misma palabra es usada en relación al pasaje en Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Bengel dijo que ‘es el poder de Dios el que nos salva de nuestros enemigos y es su paciencia la que nos salva de nosotros mismos.’
Pedro les enseña claramente a los creyentes de que si bien Dios les ha prometido cuidado y protección ellos tienen que hacer uso de su fe para recibirlos, el poder de Dios y la responsabilidad humana actúan en conjunto.
Vemos también que Pedro habla de las diversas pruebas que debemos enfrentar, y usa la palabra griega (poikilos) que significa ‘de muchos colores’. Lo hermoso es que usa esta misma palabra en 1 Pedro 4:10 cuando se refiere a la gracia de Dios, por lo tanto así como las pruebas son de varios tipos y colores, la gracia de Dios también, en otras palabras hay una gracia para cada prueba y no hay prueba o circunstancia adversa en la vida que no tenga la gracia, el poder suficiente de parte de Dios para ser superada.
Este poder diario del Evangelio de Cristo es tal, que amamos al Señor sin haberle visto, y en verdad hay tantas razones para amarle, su carácter infinitamente amoroso, su obra redentora e intercesora, tantas cosas por las que estar agradecidos a Él.
Como podemos ver y gustar, el poder del Evangelio del cual Pedro recuerda a las iglesias del Primer Siglo, y a nosotros, es el mismo poder que podemos experimentar cada día, mas allá de nuestras circunstancias y pruebas, el poder que sale del nuevo nacimiento en Cristo es el mismo poder que Dios usa para protegernos cada día, para guardarnos y asegurarnos. Es ese mismo poder que Dios pone disponible para nosotros a través de la comunión y relación personal con Jesucristo, es ese poder que no vemos pero que sin lugar a dudas nos beneficiamos cada día en nuestro viaje hacia el cielo.