Me ha encantado la foto que se ha hecho viral y que navega a través de los whatsapp diciendo:
“A quien haya perdido 4 kilos le aviso que los tengo yo”
Esta frase me ha recordado que, aunque tenga la suerte de no engordar y de haber sido siempre delgada, desde hace semanas que no tengo hambre y que no siento mi estómago vacío.
El motivo es uno que aúna, seguramente, a más de la mitad del planeta…
La Navidad.
La Navidad abre la veda para poder comer y beber cada minuto del día y de la noche. Un día cualquiera de la semana pasada a las 12 de la mañana, una hora perfecta para el café con leche resulta que como es Navidad te puedes tomar un blanco.
Y… como no puedes beber alcohol con el estómago vacío (aunque hayas desayunado hace 30 minutos) pues te tienes que tomar el vino con un pincho de tortilla acompañado con media barra de pan que, como se te queda atascado entre pecho y espalda no te toca otra que pedirte otro blanco.
Después de este ligero tentempié, que correspondería al café con leche hay que cambiar de bar así que..
“¿Qué te tomas?”
“Pues otro vino”
“Y… ¿cómo vas a beber con el estómago vacío?
Así que “una racion de calamares fritos marchando!”
Cuando llegan las 3 de la tarde y tambaleando entras por la puerta de casa le dices a tu madre:
“Mamá, me voy a echar la siesta y no te preocupes que ya he comido”
En ese preciso instante, tienes la sensación que se avecina un sunami, o que un toro bravo viene echando humo por la nariz hacia ti y oyes un rugido de león diciéndote:
“¡Te sientas ahora mismo y comes! Además te he preparado solo una sopa de pescado, una menestra de verduras, unas alcachofas encebolladas y medallones de rape en cazuela con gulas y patatas panadera”
No puedo levantarme de la mesa hasta que no he probado todo.
“Que para eso he estado toda la mañana cocinando”
Me perdona el vino y el postre que gracias a Dios es mejor comer entre horas o en ayunas, así que no voy a probar la fruta en todas las navidades si tengo que estar en ayunas…
Duermo como un mamut dos horas de siesta, mi madre se acerca por la retaguardia con un te acompañado de chocolate fondente y turron de coco.
Voy a reventar… Hoy tengo cena y hemos quedado antes para unos vinos, y como no hay que beber con el estómago vacio… vuelta a empezar y así durante 15 días y 15 noches, sin piedad, sin resistencia, sin el estómago vacío.