Por Sara Angelina Solís Castañeda, PhD
A 35 kilómetros al suroeste de Amán, Jordania, se encuentra Madaba, una ciudad conocida por sus hermosos mosaicos bizantinos. Hoy se le conoce como la Ciudad de los Mosaicos. Los oriundos son una mezcla de musulmanes y cristianos; entre un 35 y 40% de la población profesa el cristianismo, ya que éste se arraigó de tal manera que la ciudad se convirtió en una sede episcopal y su obispo participó en el Concilio Ecuménico de Calcedonia en el año 451.
Madaba es sede de muchas iglesias, que datan de los siglos VI y VII y que destacan por sus hermosos y coloridos mosaicos, los cuales también se podían encontrar en edificios públicos, privados y en viviendas, pues en el siglo VI Madaba constituía el centro de la famosa Escuela de Mosaicos, cuyos diseños llegaban de Constantinopla, aunque la habilidad y calidad de las obras era algo propio de los artesanos de Madaba.
A finales del Siglo XIX, en 1896, durante la excavación y reconstrucción de una iglesia bizantina, denominada iglesia ortodoxa griega de San Jorge, se encontró en su piso, la verdadera joya de los mosaicos y de la misma ciudad: el famoso mapa de Madaba, un mapa-mosaico de la época Bizantina (325-638 dC) que hoy día constituye la representación cartográfica más antigua que se conoce de la ciudad santa de Jerusalén, Tierra Santa y el Delta del Nilo, mismo que data del siglo VI (565-560 dC).
Entre los mosaicos de la antigüedad tardía del Mediterráneo oriental, los pisos de las iglesias de Jordania son los más numerosos y más conocidos y entre ellos, Madaba es uno de los sitios arqueológicos clave. En el último siglo se han excavado en la ciudad muchas iglesias y grandes casas privadas, la mayoría con pisos de mosaicos conservados de los períodos bizantino e islámico temprano. El mosaico conocido como el mapa de Madaba se distingue del resto; es único no solo entre los suelos jordanos, sino también en toda la cuenca del Mediterráneo.
El aviso del descubrimiento fue comunicado primero al Patriarca Griego Ortodoxo de Jerusalén, Nicodemos (1883-1890) y después a su sucesor, el Patriarca Gerasimos (1890-1897), quien se dio cuenta de la importancia del descubrimiento y decidió erigir una iglesia en el lugar. En 1890, envió a un arquitecto a Madaba y le instruyó que examinara los restos y los incluyera en la nueva iglesia “si los consideraba dignos de ser incluidos”. Pero el arquitecto no vio ningún valor en el suelo de mosaico. Por lo tanto, la nueva iglesia se situó en parte sobre los cimientos de la antigua iglesia, y más tarde la construcción en sí destruyó partes de ella. Según testigos que vieron el piso antes de que los constructores se pusieran a trabajar, el mosaico estaba casi completo en ese momento. Originalmente el mosaico medía 21x7M; la parte sobreviviente o su dimensión actual es de 16x7M. El primer erudito que apreció el valor científico y artístico del piso fue el padre Kleopas Koikylides, quien fue bibliotecario del Patriarcado en Jerusalén. Visitó Madaba en diciembre de 1896 y comenzó a publicitarlo en marzo de 1897. El mapa se copió y publicó por primera vez en una impresión en color en 1906 (Yaff, 1999).
Existe una copia del mapa-mosaico de Madaba en la colección del Instituto Arqueológico de la Universidad de Gótinga. Hay otra copia, fabricada por los alumnos de la Escuela de Mosaicos de Madaba y se encuentra en el Akademisches Kunstmuseum de Bonn.
Jerusalén es el sitio más destacado y el centro del mapa-mosaico, que constituye la representación pictórica más antigua de la ciudad santa, sagrada para las tres religiones monoteístas del mundo: Cristianismo, Judaísmo e Islam.