Según el relato bíblico, cuando los filisteos y el ejército de Saúl se encontraron de frente, Goliat, el soldado-gigante filisteo desafió a Israel para que presentara a un hombre que luchase con él en un combate cuerpo a cuerpo.
El resultado del combate determinaría qué ejército llegaría a ser siervo del otro.
Ningún soldado israelita tenía valor para aceptar los desafíos del gigante hasta que un pastorcillo llamado David de la tribu de Judá y sobre quien estaba el espíritu de Dios aceptó el reto.
Pese a su superioridad física, Goliat se proveyó de un escudero acólito que le abriese camino. (Cuando alguien no tiene principios no duda en poner por delante a sus propios seguidores exponiéndoles en lugar de darles protección).
Mientras avanzaba, invocaba a sus dioses el mal contra David. El joven pastor respondió: “Tú vienes a mí con una espada, con una lanza y con una jabalina, pero yo voy a ti con el nombre de Dios de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado con escarnio”.
Cuando David le lanzó una piedra con su honda, ésta se le hundió en la frente y Goliat cayó a tierra.
Muchos Goliat andan sueltos e intentan abusar de otros a los que consideran inofensivos David. La independencia de los Estados Unidos es un ejemplo.
El pequeño estado de Delaware desafió el poder de la metrópoli ratificando la Constitución. En Delaware (cuyo nombre al igual que el de David comienza con “D”), cuando se finaliza la contienda electoral se entierra “el hacha de guerra”. Si Goliat lo hubiera hecho seguro que hubiese tenido un final mucho más apacible.
Hace unas semanas dimos gracias en familia a Dios Padre por todo lo que nos ha concedido. Adoraremos próximamente a Dios-Hijo recordando su nacimiento y ¿dónde queda Dios-Espíritu Santo esta Navidad? Deberíamos llevarlo en nuestro corazón.
Son tiempos difíciles en los que algunas personas sin escrúpulos invocan el espíritu navideño para lucrarse en beneficio propio. Y lo hacen pidiendo y aceptando ayudas de sus semejantes o del gobierno. Cada vez que alguien simula una situación para obtener una ayuda, un subsidio o un beneficio, se ríe de sus semejantes a los que podrá engañar. Pero sobre todo toma en vano el nombre de Dios al que jamás podrá mentir.
Permítanme una reflexión navideña: Eviten caer en tentaciones y aparentar situaciones de necesidad si no son ciertas. No se rían de la bondad de la gente y tampoco se dejen engañar por falsos “pedigüeños”. Para aquéllos para los que pedir (a sus semejantes o al gobierno) se ha convertido en costumbre el mejor regalo navideño que pueden concederse a sí mismos es dar a quien esté en peor situación que la propia. Para los que quieran ser solidarios con los desfavorecidos, asegúrense de dar a quien verdaderamente necesita ayuda. No crean en falsos David, ni en “camuflados” Goliat.
Desde HOY en Delaware les enviamos nuestros mejores deseos navideños. Sean felices ahora y siempre. Glorifiquemos a Dios a través de nuestros actos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.