En Tijuana, madres migrantes esperan dos fechas límite: el parto y la corte

Un número creciente de mujeres embarazadas se encuentran entre los migrantes que buscan asilo en los Estados Unidos. Muchas deben esperar en México hasta las audiencias en las que se presentan sus casos, y pasar semanas o meses en refugios con acceso limitado a la atención médica.

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Un número creciente de mujeres embarazadas se encuentran entre las migrantes que llegan a diario desde Honduras, Guatemala, El Salvador, e incluso Haití, a más de 30 albergues ya desbordados en Tijuana, México.

The Hotel Migrante Ángeles Sin Fronteras in Tijuana, Mexico, serves as a temporary home for about 30 of the migrants who have arrived in large caravans from Central America. The shelter primarily houses families with children seeking asylum in the United States.
Grevy Marisela Jimenez Martinez, 28, a migrant from Honduras, has been living in the shelter for the past four months. She is almost five months pregnant and is expecting twins. “I hope they are born in the United States. I want a better future for them,” she says.

“Están llegando más mujeres embarazadas o con bebés”, dijo el pastor Gustavo Banda, de la iglesia Embajadores de Jesús, que opera un refugio en Cañón del Alacrán, en las afueras de Tijuana. “Tenemos muchas mujeres haitianas y algunas centroamericanas”.

The shelter helped Jimenez Martinez get an ultrasound and prenatal vitamins from a local clinic. She can’t afford any other care. Learning she was pregnant encouraged her to make the month-long trek from Honduras to Mexico because she wanted a better life for her children, she says. “We traveled with a caravan of about 1,300 people. We either walked or rode the train,” she says. If she and her husband are not granted asylum, they plan to stay in Tijuana and raise their children.

Algunas también quedan embarazadas mientras esperan.

Estas mujeres embarazadas están estancadas aquí a causa del programa “Remain in Mexico” (“Permanecer en México”) de la administración Trump, que requiere que algunos solicitantes de asilo se registren en los puntos de entrada a los Estados Unidos, y luego regresen a las ciudades fronterizas mexicanas para esperar mientras se procesan sus solicitudes.

Jimenez Martinez shares the lower level of a bunk bed with her husband in the shelter. “It’s hard to sleep because the babies move a lot and keep me up all night,” she says. Food isn’t guaranteed at the shelter, so her husband cuts hair on the side to buy a little extra. “I get cravings, but we don’t have money for proper nutrition,” she says.

Es un período de gran ansiedad, aunque solo sea porque muchas quieren que sus hijos nazcan en los Estados Unidos. La Constitución garantiza que todos los niños nacidos en suelo estadounidense son automáticamente ciudadanos.

El presidente Donald Trump ha condenado en repetidas ocasiones a los llamados “bebés ancla”, argumentando que muchos migrantes utilizan a estos niños para establecer una base en el país que los ayude a obtener un estatus legal.

The Camino de Salvación shelter, run by the church Embajadores de Jesús (Ambassadors of Jesus), is located in Cañón del Alacrán (Scorpion’s Canyon), on the outskirts of Tijuana. The shelter, which houses about 75 migrants, started accepting refugees two years ago in response to a sharp increase in the number of Haitian asylum-seekers but has since opened its doors to Central American migrants.

El otoño pasado, Trump amenazó con emitir una orden ejecutiva que anularía la ciudadanía por nacimiento. No lo ha cumplido, y los estudiosos de la Enmienda 14 de la Constitución, dicen que una orden ejecutiva no puede anularla.

México ofrece la ciudadanía por nacimiento, pero no es exactamente igual a la versión estadounidense.

Baby clothes hang out to dry at the Camino de Salvación shelter, which is home to families with children. The shelter is located about 20 minutes from the border in Tijuana’s El Pipila neighborhood, at the end of long dirt road. There is limited access to water and electricity. Two bathrooms, each with a few stalls, are shared by all the migrants.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos no registra la cantidad de mujeres embarazadas que solicitan asilo, pero los refugios mexicanos informan que el número está aumentando.

Durante los días, semanas y meses que estas mujeres esperan, es difícil obtener atención prenatal. Dependen principalmente de trabajadores médicos voluntarios para sus chequeos, ecografías, ultrasonidos y vitaminas. Por la atención prenatal inconsistente, son más vulnerables a abortos espontáneos y otras complicaciones.

Daniela Pierre waits as her husband takes their laundry to be washed. Pierre fled Haiti four years ago after the economy collapsed and ended up in Venezuela. But the political turmoil there forced her to keep moving, she says, and she spent four months traveling by bus and foot to the U.S. border. She has been living in the Tijuana shelter for three months while the U.S. government considers her asylum application.

Algunos refugios programan visitas de médicos y enfermeras, otros coordinan la atención con las clínicas locales.

Pero, si todavía están esperando por sus audiencias de asilo, el mayor desafío de salud que enfrentan es encontrar un lugar para dar a luz en México.

Para poder dar a luz en un hospital mexicano, deben inscribirse en el Seguro Popular: un programa de salud similar a Medicaid. Pero para calificar para un parto en el hospital, deben haber obtenido un ultrasonido, un requisito que ha sido difícil de cumplir para la mayoría de estas mujeres, dijo Phil Cañete, coordinador clínico de la organización sin fines de lucro Refugee Health Alliance.

Pierre, 26, is four months pregnant with a boy. “As a pregnant woman, you never really feel good,” she says. Pierre has been examined by volunteer doctors who visit the shelter and was prescribed medicine to boost her appetite. Unlike Jimenez Martinez, she doesn’t care whether her child is born in the U.S. or Mexico. “It doesn’t matter where he is born, as long as he’s healthy,” Pierre says.

“Cuestiones como el idioma, el transporte y la falta de conocimiento de los recursos locales crean barreras para una atención prenatal o un parto adecuado”, agregó Cañete.

Pierre watches as her 2-year-old son, Adrian, plays. “When you have kids, you have to look for a better future for them,” she says. Pierre shares one of the tents in the background with her husband and two children. Sleeping on a hard floor with a few blankets is uncomfortable for her. “When you’re an immigrant and you’re not working, it makes it hard to buy things that you need,” she says. She expects to wait at the shelter for at least two more months before she can appear before a U.S. immigration judge. “Our number is 2,716.”

Heidi de Marco, de California Healthline, se reunió con dos mujeres migrantes embarazadas que están esperando en el limbo de los refugios de Tijuana.

Fotos Crédito: Heidi de Marco/KHN

1: El Hotel Migrante Ángeles Sin Fronteras en Tijuana, México, sirve como hogar temporal para aproximadamente 30 de los migrantes que han llegado en grandes caravanas desde Centroamérica. El refugio alberga principalmente a familias con niños que buscan asilo en los Estados Unidos.

2: Grevy Marisela Jiménez Martínez, de 28 años, migrante de Honduras, ha estado viviendo en el refugio durante los últimos cuatro meses. Tiene casi cinco de embarazo y espera gemelos. “Espero que nazcan en los Estados Unidos. Quiero un futuro mejor para ellos”, dijo.

3: Jiménez Martínez dijo que ella y su esposo huyeron de Honduras porque no podían encontrar un trabajo estable, y sufrían el hostigamiento constante de pandillas locales en su ciudad natal de Tegucigalpa. Contó que esperó durante tres semanas en una fila en la frontera con los Estados Unidos con lo que se sentía como “miles de personas” para poder solicitar asilo. Ahora pasa sus días esperando que llamen su número para que un tribunal de inmigración de Estados Unidos pueda ver su caso.

4: El refugio ayudó a Jiménez Martínez a obtener un ultrasonido y vitaminas prenatales de una clínica local. Ella no puede permitirse ningún otro cuidado. Saber que estaba embarazada la alentó a hacer el viaje de un mes desde Honduras a México porque dice que quiere una vida mejor para sus hijos. “Viajamos con una caravana de unas 1.300 personas. Caminamos o viajamos en tren”, dijo. Si ella y su esposo no reciben asilo, planean quedarse y criar a sus hijos en Tijuana.

5: En el refugio, Jiménez Martínez comparte el nivel inferior de una litera con su esposo. “Es difícil dormir porque los bebés se mueven mucho y me mantienen despierta toda la noche”, dijo. La comida no está garantizada en el refugio, por lo que su esposo corta el pelo para comprar un poco más de comida. “Tengo antojos, pero no tenemos dinero para una nutrición adecuada”, contó.

6: El refugio Camino de Salvación, dirigido por la iglesia Embajadores de Jesús, se encuentra en Cañón del Alacrán, en las afueras de Tijuana. Alberga a unos 75 migrantes, y comenzó a aceptar refugiados hace dos años en respuesta a un fuerte aumento en el número de solicitantes de asilo haitianos. Desde entonces ha abierto sus puertas a migrantes centroamericanos.

7: La ropa de bebé se seca en el refugio Camino de Salvación, que es el hogar de familias con niños. El refugio está ubicado a unos 20 minutos de la frontera, en el barrio El Pipila de Tijuana, al final de un largo camino de tierra. El acceso a agua y electricidad es limitado. Todos los migrantes comparten dos baños, cada uno con algunas casetas.

8: Daniela Pierre espera mientras su marido lleva la ropa para lavar. Pierre huyó de Haití hace cuatro años después que la economía colapsara y terminara en Venezuela. Pero dijo que la agitación política allí la obligó a seguir moviéndose, y pasó cuatro meses viajando en autobús y caminando hacia la frontera de los Estados Unidos. Ha estado viviendo en el refugio de Tijuana durante tres meses, mientras que el gobierno de los Estados Unidos considera su solicitud de asilo.

9: Pierre, de 26 años, tiene cuatro meses de embarazo y espera un niño. “Como mujer embarazada, nunca te sientes bien”, dijo. A Pierre la examinaron médicos voluntarios que visitan el refugio y le recetaron un medicamento para aumentar su apetito. A diferencia de Jiménez Martínez, a Pierre no le importa si su hijo nace en los Estados Unidos o en México. “No importa dónde nazca, siempre y cuando esté sano”, dijo.

10: Pierre observa mientras su hijo Adrian, de 2 años, juega. “Cuando tienes hijos, debes buscar un futuro mejor para ellos”, dijo. Pierre comparte una de las carpas del fondo con su esposo y sus dos hijos. Dormir en un suelo duro con algunas mantas es incómodo. “Cuando eres un inmigrante y no trabajas, es difícil comprar las cosas que necesitas”, dijo. Pierre debe esperar en el refugio por lo menos dos meses más antes de poder comparecer ante un juez de inmigración de los Estados Unidos. “Nuestro número es el 2,716”.