¿Es usted un criminal?

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Hugo Alfredo Tale-Yax nació en Guatemala hace 31 años. Su sueño americano acabó hace unos días en una acera de Queens (Nueva York) cuando murió desangrado por los navajazos asestados por un maleante que pretendía atracar a una mujer a la que él defendió.

Los psicólogos alegan como causa de la muerte, “fallo moral”. El “fallo” de veinte viandantes que pasaron junto a él a lo largo de cinco horas sin avisar a la Policía para que le auxiliase y evitase que muriese desangrado.

Hugo Alfredo no vestía ropas de firma. Había perdido su trabajo y estaba viviendo en la calle. Entraría dentro de los parámetros que la ley 1070 establece para convertirle en sospechoso de ser indocumentado y por tanto, criminal.

Las crónicas no hablan de cuál era la situación de sus papeles. Su premio será un pasaporte al Cielo, aunque allí no se le pida a este buen samaritano documentación para entrar.

Dicen que son cuestiones de “alta política” las que han llevado a Arizona a aprobar la ley de inmigración 1070: un trato entre partidos, con trueque de leyes incluído, y concesiones en el tema migratorio. Senadores que antes mantuvieron posturas sensatas sobre inmigración, aprueban una ley que niega uno de los grandes logros de este país: el respeto a los derechos civiles.

La Ley fue aprobada desoyendo a los que tendrán que aplicarla directamente (jefes de policía del estado, contrarios a la medida) y víctimas potenciales (comunidad hispana). Unos y otros se mirarán a partir de ahora con recelo por culpa de los políticos y el resultado será: falta de colaboración de la comunidad con la policía, sobresaturación de la policía local al tener que detener a presuntos inmigrantes ilegales considerados por obra y gracia de la ley 1070 como criminales, en lugar de detener a delincuentes y, finalmente la disminución de denuncias por parte de los asustados miembros de la comunidad. Todas las partes implicadas ven el problema excepto los legisladores. En sus insonorizados despachos, no se oyen las voces de protesta. Frente a unos y otros, está el tercer frente que zanja el asunto afirmando que todos los inmigrantes son ilegales y por tanto criminales. Un paso más y estaremos en el “fallo moral” aunque es preferible llamarlo por su verdadero nombre: absoluto desprecio por el ser humano. Algo que a usted le convierte en enemigo de sus semejantes, y por tanto, en un criminal.