¿De Quién es la Basura?

Toxinas Químicas, Salud Reproductiva y las Comunidades de Color

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La salud reproductiva en los Estados Unidos se encuentra en un descenso constante mientras que la producción de sustancias químicas continúa aumentando.

La gran mayoría de aquellos que son afectados por problemas de fertilidad, abortos naturales, partos prematuros, y enfermedades congénitas son personas de bajos ingresos y comunidades de color. Muchas de estas comunidades están localizadas en barrios que están cerca de vertederos de químicos, plantas de energía, y otras instalaciones que contaminan la comida, el agua, y el aire.

Por ejemplo, las mujeres asiáticas estadounidenses quienes viven en áreas de bajos ingresos con altos niveles de contaminantes ambientales, tales como dioxinas, tienen algunas de las más altas tasas de endometriosis, una condición en la cual el tejido que normalmente cubre el útero crece en otras partes del cuerpo. Esta condición podría resultar en la infertilidad, el cáncer cervical, y otras complicaciones reproductivas.

La contaminación ambiental también está vinculada con el bajo peso de los recién nacidos y el parto prematuro. El número de infantes nacidos con bajo peso subió casi 1 por ciento en solo diez años entre 1994 a 2004.

Las mujeres afroamericanas tienen los más altos niveles de partos prematuros y están más propensas a dar a luz a bebés de bajo peso.

El Inventario de Despliegues Tóxicos (Toxics Release Inventory)—una base de datos que detalla 650 sustancias químicas que manejan 21.695 instalaciones industriales—reportó en 2008 que 3,9 mil millones de libras de desechos dentro y fuera de las instalaciones se desplazaron en nuestro medio ambiente. Más del 85 por ciento de todas las sustancias químicas en uso no han sido examinadas por sus efectos en la salud humana, incluyendo más del 50 por ciento de las sustancias de alta producción, las cuales tienen un volumen de producción y/o importación anual arriba de 1 millón de libras.

Ambas cámaras del Congreso presentaron un proyecto de ley el 15 de abril que podría regular mejor las sustancias químicas industriales al reformar la ley Toxic Substances Control Act de 1976 (Ley del Control de Sustancias Tóxicas), o TSCA por sus siglas en inglés, y reformaría la manera en que el gobierno federal protege al público de las sustancias tóxicas. El Sen. Frank Lautenberg, (D-NY), presentó el proyecto Safe Chemicals Act de 2010, (Ley de Químicos Seguros) el cual requeriría una prueba de seguridad para todas las sustancias químicas industriales y le daría a la industria la responsabilidad de comprobar que estas sustancias sean inocuas antes de entrar o permanecer en el mercado. La actual legislación permite que la Environmental Protecction Agency (Agencia de Protección Ambiental o EPA por sus siglas en inglés) demande pruebas de seguridad solo después de que haya evidencia que una sustancia es peligrosa.

Los estándares más rigurosos adoptados en el proyecto de ley Safe Chemicals Act ayudarían a reducir la exposición de humanos a las sustancias químicas industriales, la comida contaminada, los cosméticos y productos químicos caseros, y lugares de trabajo donde tales sustancias son usadas.

Un beneficio que traería esta nueva legislación es que cerca de 3 millones de trabajadores agrícolas inmigrantes y temporales en los Estados Unidos ya no estarían sujetos a bajos niveles de exposición ocupacional por las sustancias químicas en pesticidas. Los pesticidas pueden ser dañinos para los trabajadores del campo por el aerosol directo, el viento, o el residuo de los pesticidas. La Oficina de Estadisticas Laborales (Bureau of Labor Statistics) descubrió que los trabajadores del campo, en su mayoría latinos, sufren de los más altos niveles de enfermedades relacionadas a las sustancia químicas que cualquier otro grupo ocupacional.

Otro lugar de empleo que continúa atrayendo la atención pública son los salones de manicura, en donde trabajan en su mayoría inmigrantes asiáticos. Los productos del cuidado de uña contienen, en montos variados, bastantes ingredientes tóxicos y potencialmente peligrosos que no son normalmente regulados en los Estados Unidos. De hecho, cerca del 90 por ciento de las 10.500 sustancias químicas usadas en los productos para el cuidado personal, incluyendo los productos para el cuidado de la uñas, no han sido examinadas para comprobar si son seguras o no.

Los empleados del cuidado de salud también trabajan con docenas de drogas y sustancias químicas tóxicas al diagnosticar, prevenir, supervisar, y tratar enfermedades y otras condiciones médicas. No obstante, nunca se han llevado a cabo estudios sobre la magnitud de los problemas de salud que las enfermeras y asistentes médicos podrían enfrentar debido a que constantemente están expuestos a peligrosos agentes de limpieza, desinfectantes, y esterilizantes, la radiación, el mercurio, medicamentos potentes, y otras sustancias.

El Center for American Progress publicó un estudio el año pasado con recomendaciones para modernizar la seguridad química y reducir la exposición humana a las sustancias químicas peligrosas. El Safe Chemicals Act cumpliría con muchas de las metas detalladas en nuestro estudio y protegería mejor a aquellos que tienen un alto riesgo en su salud reproductiva debido a las sustancias químicas.

Otras medidas que también fortalecerán los esfuerzos para asegurar que las sustancias químicas sean inocuas incluyen más investigaciones para examinar las posibles causas de problemas de la salud reproductiva y mayor autoridad para que el Food and Drug Administration y el Consumer Product Safety Commission puedan prohibir químicos en productos de consumidores y cosméticos.

Tomando estos pasos hacia la reforma de sustancias químicas podría mejorar significativamente el medio ambiente y la salud de reproducción de muchos estadounidenses—especialmente en las comunidades de color.