Gálatas (II parte)

Estudio sobre Fundamentos de la Fé

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Para esta segunda parte meditaremos en Gálatas 2:11-16

J C Ryle (1816-1900) predicó un sermón llamado la Infalibilidad de los Ministros, y extrajo del pasaje de Gálatas 2:11-16 valiosas enseñanzas que perfectamente se adaptan a las necesidades de nuestra Iglesia contemporánea.

¿Hemos alguna vez considerado lo que el Apóstol Pedro hizo en Antioquia? Es una pregunta que merece seria consideración.

Es mi firme convicción que el Espíritu Santo quiere que tomemos una nota particular de este pasaje de la Escritura. Si la Cristiandad hubiera sido un invento del hombre, este evento nunca hubiera sido grabado. Un impostor hubiera tratado de esconder y silenciar de las páginas de la historia esta diferencia entre los dos Apóstoles.

El Espíritu de verdad ha causado que estos versos sean escritos para nuestra enseñanza, y debemos nosotros poner especial cuidado en aprender de sus contenidos.

Hay tres grandes lecciones de Antioquia, las cuales creo debemos aprender de este pasaje.

La primera lección es:, “Que los grandes ministros pueden cometer grandes equivocaciones.”

La segunda es:, “Que mantener la verdad de Cristo en Su Iglesia es aún mas importante que mantener la paz.”

La tercera es:, “Que no hay otra doctrina por la cuál deberíamos ser celosamente protectores como la de Justificación por la fe sin las obras de la ley.”

Los grandes ministros pueden cometer grandes errores, veamos sino.

Este hecho es el tercer gran error cometido por el Apóstol Pedro, y que El Espíritu de Dios creyó conveniente grabar en las páginas de las Escrituras. Alguna vez lo hemos encontrado tratando de evitar que el Señor Jesús no vaya a la cruz, y fue severamente reprendido por El mismo. Después le encontramos negando al Señor tres veces y con juramento, y aquí, otra vez le vemos poniendo en peligro la verdad más importante del Evangelio de Jesús.

Notemos que de todos los Apóstoles, con la excepción de Judas Iscariote, no encontramos tantas pruebas acerca de la infalibilidad de estos hombres como en el caso de Pedro.

Algunos comentaristas han mantenido que en verdad Pablo no reprendió a Pedro, que simplemente estaba pretendiendo hacerlo, para aparentar y figurar delante de los demás.

Otros aseguran que no fue Pedro el Apóstol el que fue reprendido, sino otro Pedro del grupo de los setenta. Todas estas conjeturas son simplemente un intento de proteger una de las doctrinas favoritas de la Iglesia Católica que es la primacía y la superioridad de Pedro por encima de los otros apóstoles.

Pero todo esto nos quiere enseñar que aún los apóstoles cuando no escribían bajo la inspiración del Espíritu Santo, estaban a veces, sujetos al error. Nos enseña que los mejores hombres son débiles e infalibles mientras están en su cuerpo mortal. A no ser que la gracia de Dios los sostenga, cualquiera de ellos puede desviarse. Es algo que nos recuerda ser humildes, pero que es una gran verdad. Los cristianos verdaderos son convertidos, justificados y santificados, son miembros vivos de Cristo, amados hijos de Dios y herederos de vida eterna, ellos son elegidos, separados, llamados y preservados para salvación, ellos tienen el Espíritu, pero no son infalibles.

Ni los rangos, ni la dignidad, ni los números confieren infalibilidad.

Podemos llamarle concilio, asamblea, conferencia o como sea, nada importa, sus conclusiones son las de hombres falibles Su inteligencia colectiva es capaz de cometer grandes errores, dice Ryle.

Pedro no es el único ejemplo en las Escrituras a ser considerado. Abraham el padre de los creyentes, siguió el consejo de Sarah y tomó a Agar como su esposa, Aarón el sumo sacerdote, escuchó al pueblo de Israel e hizo un becerro de oro para ser adorado, Salomón, el hombre mas sabio, permitió que sus esposas construyeran lugares de adoración, Josafat, el rey bueno, fue a ayudar al malvado Acab, Santiago y Juan pidieron fuego del cielo que cayera sobre los incrédulos, todas estas cosas merecen ser recordadas, no fueron escritas porque si, todas ellas gritan a los cuatro vientos, no hay infalibilidad.

También vemos cuando leemos la historia de la iglesia, que los hombres pueden fallar. Los padres de la iglesia eran celosos de acuerdo a su conocimiento, y estaban dispuestos a morir por la causa de Cristo. Pero muchos de ellos defendieron el ritualismo, y casi todos sembraron un montón de supersticiones.

Los reformadores fueron instrumentos de honra en las manos de Dios para revivir la causa de la verdad sobre la tierra, pero aún así apenas podríamos nombrar a uno de ellos que no cometiera grandes errores. Martín Lutero defendió la doctrina de la consubstanciación, creyendo que durante la santa cena, el pan y el vino se convierten en el verdadero cuerpo y sangre de Cristo.

Calvino permitió que el científico Servet fuera quemado vivo. Los puritanos denunciaron la libertad cristiana como una doctrina del demonio. Todos ellos fueron faros para la iglesia de Cristo, todos ellos nos muestran y nos enseñan que no debemos llamar a nadie Maestro, no debemos llamar a nadie nuestro padre espiritual aquí en la tierra, que los hombres no se gloríen en los hombres, aquel que se gloríe debe gloriarse en Jesús. No hay infalibilidad.

Las lecciones que aprendemos es que estamos naturalmente inclinados a apoyarnos en los hombres que podemos ver , antes que en Dios que no podemos ver, preferimos apoyarnos en los siervos de la iglesia visible antes que en nuestro Señor Jesucristo, el Gran Pastor y Sumo Sacerdote, quien es invisible.

Debemos estar constantemente advertidos y con nuestra guardia en alto, no existe la infalibilidad de los ministros. Naturalmente todos queremos tener nuestro propio ‘Papa’, querer pensar que solamente porque un gran siervo dice algo, eso lo hace infalible en si mismo, debemos comparar lo que dice y hace de acuerdo a las enseñanzas de las Escrituras.

El problema es que a los hombres no nos gusta pensar por nosotros mismos, no queremos tomarnos la molestia de buscar e indagar la verdad de las Escrituras por nosotros mismos, somos como ovejas que siguen a otra a un peligro inminente. Aquí en Antioquia el problema fue el mismo, aún Bernabé fue llevado por esa costumbre, seguramente habrá pensado que un apóstol como Pedro difícilmente se equivoque, y que si le seguía no iba a fallar, pero como vemos, debió haber chequeado la actitud de Pedro a la luz de las enseñanzas del Espíritu Santo, y no dejarse llevar por sus pergaminos como líder de la iglesia.

Debemos seguir a los ministros siempre y cuando ellos enseñen de acuerdo a las Escrituras, debemos creerles mientras nos digan, esto está escrito, así dice el Señor. La infalibilidad no la encontraremos en los ministros ordenados sino en la Palabra de Dios.

No debemos satisfacernos con una religión construida en el hombre sino en Dios.

El segundo punto es la necesidad de pelear por la verdad del Evangelio, aún por encima de la paz relativa.

Martín Lutero dijo: “Paz si es posible, la verdad a toda costa”.

Supongo que ningún hombre supo mejor el valor de la paz y la unidad que el apóstol Pablo. El fue quién escribió a los Corintios acerca del amor, el fue el apóstol que habló de vivir en armonía el uno con el otro, y vivir en paz el uno con el otro, también dijo que el se conformaba al gusto de cada uno, en orden de ganarlos a todos, sin embargo, veamos como actúa aquí, resiste a Pedro cara a cara y lo reprende enérgicamente, tomando los riesgos que vinieran, aún de que los enemigos de la iglesia tuvieran una ocasión para hablar, pero sobretodo vemos que el lo escribe como una memoria perpetua, para que nunca sea olvidado, y que cada vez que el evangelio sea predicado a través del mundo, esta reprensión pública de un apóstol equivocado sea conocida y recordada por todos los hombres.

¿Ahora, porque hace esto? Porque el teme o presiente el peligro de la falsa doctrina , sabe que un poco de levadura leuda toda la masa, y quiere enseñarnos que debemos pelear enérgicamente para preservar la verdad, y temer la perdida de la verdad mucho mas que la perdida de la paz.

El ejemplo de Pablo es uno que debemos tener bien presente en estos tiempos en que mucha gente acepta cualquier cosa en religión, todo viene bien, todo da lo mismo, siempre en cuando podamos vivir una vida tranquila.

A veces tenemos el morboso miedo de lo que llaman ‘controversia’, y somos guiados por nuestro deseo de mantener la paz, y hacer todas las cosas sencillas y fáciles, aún si eso es a expensas de la verdad.

Siempre y cuando tengamos paz exterior, calma, estabilidad y orden estamos dispuestos a abandonar cualquier otra cosa que nos incomode, tales como, la verdad, la sana doctrina y el inoportuno mandato de pelear por la misma.

Seguramente somos los mismos que hubiéramos llamado a Eliseo un problema para Israel, o hubiéramos ayudado a los príncipes de Judá a meter en prisión a Jeremías, para poder callar su boca, seguramente nosotros mismos a veces llegamos a creer que Pablo en Antioquia actuó en forma imprudente y que fue demasiado lejos.

Pero todo esto es equivocado, no tenemos derecho de esperar otra cosa mas que un evangelio puro, sin mezclas, sin alteraciones, el mismo evangelio que fue predicado por los apóstoles, para hacerle bien a las almas de los hombres. Yo creo que mantener esta verdad es tan importante que cualquier hombre debería estar dispuesto a hacer sacrificios, ver peligrar su paz, arriesgarse a la disensión y aún correr el riesgo de divisiones. No deberíamos tolerar falsa doctrina de la misma manera que no debemos tolerar el pecado. Debemos resistir cualquier agregado o supresión del mensaje simple del Evangelio.

Por amor a la verdad el Señor Jesús denunció a los Fariseos, a pesar que ellos se sentaban en el trono de Moisés, y eran los únicos ministros ordenados y autorizados maestros de los hombres.

Por amor a la verdad, Pablo resistió y acusó a Pedro, a pesar de que era su hermano en la fe, ¿Por qué, de que sirve la unidad, cuando la pura doctrina es arrancada? ¿Y quién se atreve a decir que Pablo estaba equivocado?

Por amor a la verdad, Lutero rompió la unidad de la Iglesia en la que había nacido, denunciando al Papado y todos sus asuntos, y puso los fundamentos para una nueva enseñanza. ¿Y quién se anima a decir que estaba equivocado?

Sin lugar a dudas, paz sin verdad es una falsa paz, es la misma paz del diablo. La unidad sin el Evangelio, es una unidad inútil, es la misma unidad del Infierno.

No nos dejemos engañar por aquellos que hablan lisonjeramente y con dulces palabras acerca de la paz, recordemos las palabras de nuestro Señor Jesucristo,” no crean que he venido a traer paz, sino espada” Mateo 10:34

Recordemos también sus palabras de elogio y aliento para aquellos que saben distinguir a los falsos maestros que no son enviados por El, y no hablan su verdad,( Apocalipsis 2:2; 2:20), nunca seamos hallados culpables de sacrificar alguna porción de la verdad en el altar de la paz.

Nunca nos conformemos con nada menos que el verdadero evangelio de Jesucristo.

Por lo tanto, le advierto a aquel que verdaderamente ama su alma, dice Ryle, que sea selectivo de las predicaciones que regularmente escucha, y el lugar de adoración al cual regularmente asiste. Aquel que en una forma deliberada y conciente se arraiga bajo la influencia de cualquier ministerio que es doctrinalmente erróneo es un hombre inequívocamente falto de entendimiento.

Nunca voy a dudar de hablar lo que hay en mi corazón respecto a este punto.

Quiero trazar una distinción entre enseñanzas defectuosas y enseñanzas que son completamente falsas, entre enseñanzas que erran en el lado negativo a enseñanzas que están positivamente fuera de las Escrituras. Pero creo, que si doctrinas falsas son enseñadas en un determinado lugar, el santo que ame su alma, no tiene ninguna obligación de seguir asistiendo a ese mismo sitio.

Escuchar enseñanzas no escriturales, o falsas, durante cincuenta y dos Domingos en cada año es una cosa seria. Es un continuo proceso de envenenamiento de la mente, que hace imposible para un hombre que deliberadamente se somete al mismo, que no sea dañado.

Seamos claro en esto, para ser salvos no es necesario asistir a nuestra iglesia local de la denominación que sea, hay muchos asistiendo hoy en día que no se han convertido, debemos convertirnos y dejar de ser ignorantes de Cristo, y asistir a la iglesia local que predique la verdad completa del evangelio de Dios.

Hay muchas iglesias que sus enseñanzas no son mejores que un mero humanismo o moralismo, esto no es el evangelio, las vidas transformadas vienen como un resultado natural del trabajo de santificación del Espíritu Santo, desde adentro hacia fuera.

Jesús condenó a los lideres religiosos llamándolos ‘tumbas blanqueadas’, que no nos pase lo mismo.

El uso de un lenguaje duro al hablar de esto, es nacido de la sensación de urgencia en que la iglesia se encuentra, es parte de nuestro llamado y obligación hacia el cuerpo de Cristo.

Almas están pereciendo en muchas iglesias, en ignorancia. Miembros honestos de la iglesia están perplejos y disgustados, este no es un tiempo para palabras suaves. No ignoro las connotaciones de esas mágicas palabras que algunos usan para neutralizar este mensaje, tales como,’orden, división, fracturas, unidad, controversia, etc.’, soy conciente del efecto acalambrador y silencioso que estas palabras efectúan en las mentes de los débiles en la fe, pero el amor a la verdad sobrepuja todo esto.

El otro lado de la moneda es la realidad de que las divisiones y separaciones debilitan la causa del verdadero Cristianismo, y dan ocasión a los enemigos de la verdad de blasfemar contra la misma. Por eso debemos mirar cuidadosamente antes de acusar a alguien de división, si en verdad merece este juicio, porque falsas doctrinas y herejías son mucho peor que las divisiones.

Si la gente se separa de enseñanzas que son falsas y fuera de las Escrituras, antes de ser reprobados y acusados, deberían ser alabados y elogiados. En estos casos, separarse no es un pecado sino una virtud.

La unidad, la paz y el orden entre los cristianos son bendiciones poderosas. Estas dan fuerza, belleza y eficiencia a la Iglesia de Cristo, pero la unidad que es obtenida por el sacrificio de la verdad, no vale nada, no es esta el tipo de unidad que le agrada a Dios.

En las tumbas encontramos quietud y silencio, pero no es una tranquilidad saludable, es una tranquilidad de muerte.

Recordemos que son los falsos profetas los que anunciarán ‘Paz’ cuando no la hay.

Las controversias son algo odioso en la religión, ya es suficientemente duro luchar contra el maligno, el mundo, la carne y a eso agregarle diferencias con gente de nuestro propio bando. Pero hay algo mucho peor que la controversia y es tolerar la falsa doctrina, permitirla y aceptarla sin protesta o incomodidad.

Hay momentos en que las controversias no son solamente nuestro deber sino un beneficio, prefiero una poderosa y potente tormenta de truenos y relámpagos a la mortal y silenciosa malaria.

La primera puede parecer temible y asustarnos por un rato, pero pasará pronto dejando limpio los aires, la segunda, silenciosa e inadvertidamente hace estragos hasta causar la muerte.

Es perfectamente bíblico pelear por la verdad, es nuestra obligación como cristianos, lo vemos en Judas 1:3 “… que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos…” y también el apóstol Pablo nos habla de lo mismo en Romanos 16:17-18: Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. Tales individuos no sirven a Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos. Con palabras suaves y lisonjeras engañan a los ingenuos.”

El apóstol claramente advierte contra aquellos que debido a temas doctrinales causan las divisiones, son los que erran los responsables de la división, no aquellos que marcan el error y preservan la verdadera unidad.

Hay tres cosas con las que los hombres no deberían confiarse: un poco de veneno, un poco de falsa doctrina y un poco de pecado.

Debemos mantener esta postura de protección hacia la sana doctrina sin importar lo que los hombres piensen de nosotros, porque un día estaremos frente a nuestro Señor y ahí veremos quienes eran sus verdaderos amigos, porque el se definió como El Camino, La Verdad y La Vida.

J C Ryle contaba que desde su experiencia de muchos años de ministerio, había aprendido que los ministros que llevan una vida tranquila y pacifica, no se meten con los inconversos e incrédulos y predican de tal manera de no ofender a nadie y no edificar a nadie, estos van a ser llamados ‘buenos pastores’.

Pero que aquellos ministros que se esfuerzan continuamente por la conversión de las almas, adhieren fervientemente a los principios de la Reforma, llevan siempre un fiel testimonio en contra del Romanismo, predican poderosos y condenatorios sermones, estos seguramente iban a ser tildados de ‘condenadores’ y ‘problemáticos’.

Pero que los hombres digan lo que quieran decir, de todas maneras los segundos son los verdaderos amigos de Jesús, aquellos que mas batallan por la preservación de la verdad.

Y siguiendo en esta tónica entramos al tercer punto de la predicación: “No hay doctrina acerca de la que debemos estar mas celosos, que la de justificación por la fe, sin las obras de la ley.

El apóstol Pablo no aceptaba ni por un momento, ni por error que alguien agregara algo al Evangelio de Jesucristo. La actitud protectora y enérgica del apóstol marca a las claras la importancia de esta doctrina.

Esta es la doctrina que es esencialmente necesaria para nuestro confort. Ningún hombre en la tierra es un verdadero hijo de Dios, un alma salvada, hasta que entiende y recibe salvación por fe en Jesucristo.

Ningún hombre tendrá alguna vez una paz sólida y una verdadera seguridad, hasta que abrace con todo su corazón la doctrina que dice: “ que somos contados como justos delante de Dios debido a la obra de nuestro Señor Jesucristo en la cruz, por la fe y no por nuestras propias obras o bondad.

Esta es la doctrina que el enemigo de nuestras almas odia, y trabaja incesantemente para destronar, el siempre esta tratando de seducir a los ministros de Dios a que nieguen u obscurezcan esta verdad.

No es de extrañar que muchos que se creen sabios e instruidos en la Palabra denuncian esta doctrina como simple verborragia teológica, y alegan que todo aquel que sea sincero en su búsqueda es justificado por Jesús, tenga fe o no.

La pura verdad es que esta doctrina es bien amarga y venenosa para los corazones no convertidos, solo reúne los requisitos y es buena para aquellas almas que han sido despertadas, pero el hombre orgulloso y falto de sencillez que no conoce su propio pecado y no ve sus propias debilidades, no puede recibir esta verdad.

Es la falta de esta doctrina en los medios católicos, que ocasiona más de la mitad de las enseñanzas fuera de las Escrituras que allí prevalecen. Un sincero maestro de esta iglesia, si es fiel a ella, no le puede decir a un ansioso pecador:”cree en el Señor Jesús y serás salvo”. No puede hacerlo sin agregar cosas o dar explicaciones que destruyen completamente las buenas nuevas de salvación.

El purgatorio, las penitencias, la absolución de los curas o la confesión, la intercesión de los santos, la adoración a la Virgen, y muchos otros servicios creados por los hombres, todos nacen de la negación de esta muy importante doctrina que es, la justificación por la fe.

Esta doctrina es absolutamente esencial para el éxito de un buen ministro. Oscuridad en este punto, o falta de claridad acerca de la justificación va a impedirle aun al mas celoso predicador que sea eficiente en su desempeño.

Puede ser que sus sermones sean agradables y complacientes, que hablen mucho del Señor, del negarse a si mismo, de la humildad, del amor, pero todo esto será de muy poco beneficio si las trompetas de su enseñanza dan un sonido confuso acerca de la justificación por la fe únicamente, sin la necesidad de las buenas obras.

Esta doctrina es esencial para la prosperidad de una Iglesia, aunque salgan siempre siervos de ella, si no llegan almas a los pies del Señor a través de la predicación de esta inefable verdad, en algún momento su candelero puede ser quitado, removido de su seno.

Es por eso que el apóstol Pablo era tan celoso por esta verdad, y enfrentó a Pedro cara a cara, el sabia que siempre algo se debe de sacrificar por amor a la verdad, pero nunca pondría en peligro esta doctrina de salvación por la fe.

El nos dejó un ejemplo para que nosotros sigamos, lo que sea que toleremos, pero nunca permitamos que algún daño sea hecho a esta bendita doctrina, que dice que somos justificados por la fe únicamente, sin necesidad de las buenas obras.

Estemos atentos, en guardia, contra aquellas enseñanzas que tratan de obscurecer la justificación por la fe.

El bautismo es un sacramento ordenado por Cristo mismo, para ser usado con reverencia y respeto por todos los que profesan ser ‘cristianos’. Cuando es usado correctamente, valorado con fe, es una herramienta de tremenda bendición para las almas.

Pero cuando las personas son enseñadas que todos los que son bautizados, pasan a ser inmediatamente ‘nacidos de nuevo’ y por ende todos los bautizados deben ser llamados ‘hijos de Dios’, es aquí que esas almas están en gran peligro.

Esta enseñanza acerca del bautismo tira por la borda, y quita del trono a la justificación por la fe.

Son sólo hijos de Dios aquellos que tienen fe en Jesús, y no todos los hombres tienen fe.

La cena del Señor es un sacramento ordenado por Cristo mismo, y pensando en la edificación y renovación del creyente. Pero cuando la gente es enseñada que todas las personas deben venir a la mesa del Señor, aún si no tienen fe, y que todos igualmente reciben el cuerpo y la sangre del Señor cuando reciben el pan y el vino, esto pone a las almas en peligro.

Este tipo de enseñanzas obscurecen la doctrina de la justificación por la fe, ningún hombre come del cuerpo y la sangre del Señor a no ser el justificado, y ninguno es justificado hasta que no cree.

La membresía en una iglesia es un gran privilegio. Pero cuando la gente es enseñada que porque son miembros de la iglesia son automáticamente miembros del cuerpo de Cristo, esto pone a las almas en gran peligro.

Estas enseñanzas atentan contra la doctrina de la justificación por la fe. Solo se pertenece al cuerpo cuando uno es un creyente, y no todos creen.

Cualquier error en la comprensión de esta doctrina significa la descomposición desde la raíz misma.

En conclusión, les pido a cada uno de los lectores, que se armen de un conocimiento profundo de la Palabra, sino hacemos esto nunca vamos a poder identificar cuando hay un error, nunca podremos saber del error de Pedro, o de la valentía de Pablo.

Una congregación ignorante es una maldición para la iglesia, una congregación que lee y aprende seguramente salvara a la iglesia de su ruina.

Leamos la Biblia cada día, regularmente, con una oración ferviente, y familiaricémonos con sus contenidos.

No recibamos nada, creamos nada, sigamos nada, que no este en la Biblia, permitamos que la regla de nuestra fe, nuestra constitución sea la Palabra Escrita de Dios.

Le pido a cada lector que siempre este preparado para defender la Palabra, la sana doctrina del Evangelio.

Les recuerdo que ningún amor o falsa paz les debe desalentar de luchar ardientemente en contra de las falsas doctrinas, sino que busquemos de promover la sana doctrina donde sea que podamos.

Verdadero evangelio desde el pulpito, verdadero evangelio en los libros que leemos, verdadero evangelio en los amigos que frecuentamos, apuntemos a esto, y nunca nos avergoncemos de que los hombres nos vean así.

Cuidemos celosamente nuestro corazón en estos tiempos tan controversiales, necesitamos ser bien cuidadosos de esto, porque en el fragor de la batalla nos podemos olvidar de las necesidades de nuestro hombre interior.

Una victoria en una discusión no es siempre una victoria sobre el mundo o sobre el maligno.

Dejemos que la mansedumbre de Pedro para aceptar la amonestación de Pablo, sea un ejemplo para nosotros, de la misma manera que lo fue la valentía de Pablo al amonestar a Pedro.

Bienaventurado es el cristiano que puede llamar ‘hermano amado’ a aquel que le ha amonestado con amor, (2 Pedro 3:15)

Luchemos para ser santos en todas nuestras maneras de hablar, aún con nuestros temperamentos.

Por último, déjenme alentar a todos los miembros de la iglesia , a orar por las iglesias a las que pertenecen, oremos que el Espíritu Santo sea derramado en ellas, y que sus candeleros no les sean quitados.

Oremos por esas iglesias donde en estos momentos el verdadero evangelio no esta siendo predicado, que esa oscuridad se vaya, y la verdadera luz del evangelio brille en ellas.

Oremos por esos ministros que ni conocen la verdad, ni la predican, que Dios retire el velo de sus ojos y puedan ver, que puedan ver ese camino mas excelente. Nada es imposible.

El apóstol Pablo alguna vez fue un perseguidor fariseo, Lutero un cura sin luz, Thomas Scott fue alguna un opositor del evangelio, pero nada es imposible.

El Espíritu puede hacer que algunos ministros prediquen y luchen por el evangelio que en estos momentos quieren destruir.

Seamos diligentes en nuestra oración.

Llegamos así al final del mini estudio y meditación en el libro de Gálatas, espero que se estén edificando en la verdad del evangelio.

Les dejo un link donde pueden chequear la predicación que hemos disfrutado.

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Paz y bendiciones del Señor !!

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