La predicción de Jorge Ramos

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Durante la semana de Acción de Gracias me fui para ese cosmos único de la comunidad hispana de Estados Unidos que es Miami, una ciudad donde tuve la ventura de vivir y disfrutar cada instante durante siete años.

Llegando allí me estrellé nuevamente con ese mar azul precioso e interminable que exorciza los agravios y las intimidaciones irresponsables de quienes no comparten los conceptos que uno expresa públicamente, aún teniendo uno las evidencias por delante.

La ciudad con su calidez lanza señales mágicas de optimismo a través de las palmeras, las lagartijas, las casas pintadas de tonos de color pastel, los tejados de barro y las ocasionales glorietas y aceras adoquinadas.

Miami también invita inevitablemente a refugiarse en lo más cercano a los propios orígenes, a una epidermis tersa y compatriota que cante las baladas románticas que transmiten sin descanso las emisoras en el imperio del sol.

Además, está el murmullo abrumador de los acentos de cubanos, colombianos, venezolanos, argentinos, peruanos y nicaragüenses que hablan fuerte, sin complejos.

Antes del “día del pavo” los latinos atiborraron los supermercados y el viernes negro repitieron la acción en lugares como el Best Buy de El Doral, como si este país jamás hubiera vivido una crisis económica recientemente. Todos jugaban con los “gadgets” ofertados, como niños con chupeta nueva.

Nadie pensaba esos días en recesión de dinero en la tierra del recién electo senador republicano Marco Rubio. Ante tal incongruencia me fui a encontrar con Jorge Ramos, el conductor del Noticiero Univision, para aterrizar y volver a la cruda realidad.

“Creo vamos a estar viviendo una de las peores épocas para los inmigrantes en la historia moderna de este país, porque no va a haber reforma migratoria, va a seguir aumentando el número de indocumentados, va a haber cada vez más leyes antiinmigrantes, van a seguir culpando a los indocumentados de crímenes y de la crisis económica. Y lo que vamos a vivir va a ser una verdadera pesadilla para los indocumentados”, me dijo Ramos, aseverando que los dos años próximos van a ser terribles.

El periodista tiene razón, mi conclusión es que hemos quedado bajo el imperio de los más intolerantes, de los hombres de cromañón, de los trogloditas, que ganaron la partida y no basta llorar. Los amotinados del té, los antiinmigrantes no pueden tener la razón, ni imponerla.

“La cuestión migratoria se ha convertido en la nueva lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Este país se fundó bajo el principio de que todos somos iguales y actualmente en Estados Unidos no todos somos iguales. Hay 11 millones de personas que son tratadas como inferiores, que son discriminadas, que son perseguidas. Eso hay que denunciarlo día a día. Y pelearlo día a día”, agregó Ramos.

Se viene una pesadilla, pero también el desafío de confrontar las injusticias y los amagos de constreñir los derechos con restricciones inaceptables. Se tiene que responder con las armas de los hombres libres que desarrollan acciones pacíficas. Con las actitudes de Gandhi, de Martin Luther King y Cesar Chávez.

A los inmigrantes están a punto de despojarlos de todo. Lo único que no pueden perder ellos, ni los que los apoyamos, es la dignidad. No debemos permitirlo.