Esto no es un Cuento de Navidad

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Mr. Scrooge también vuelve por Navidad. Se nos olvida, aunque no debería. Nos relajamos pensando que solo trabajando y con esfuerzo todo irá bien. Creemos que la gente es buena por naturaleza y se nos olvida ese Scrooge que conocemos. Ese tipo sin corazón al que no le importa que estemos en Navidad para ejecutar su inmisericordia. Un sádico escondido entre papeles, hoy computadoras y hasta twits, que disfruta de las miserias ajenas. Que las provoca.

Hace mucho, pero mucho, mucho, que no le veía. Es más, pensaba que había desaparecido en su inmundicia. Que quizás se habría dado cuenta de que ser miserable y evidenciar la ausencia de corazón, empatía y humanidad, ya no estaba de moda y que quizás —aunque solo fuera por eso— había abandonado el planeta o se había convertido al buenismo como cuenta el final del dickensiano cuento.

Tal vez había mutado su piel de lobo a cordero, o había urdido su tela de araña en un pasillo cualquiera, de una empresa cualquiera, de un gobierno cualquiera, de un país cualquiera, a la espera de alguna “mosquita muerta” a quien nadie fuera a echar de menos. Tal vez pensó que comiendo menos carne y haciendo bicicleta recuperaría los kilómetros perdidos entre tanta fechoría inadvertida y que los fantasmas que dejó en la cuneta, no le seguirían.

Por eso, queridos amigos, alejados de luces navideñas, ingenuas y felices, les pido que no se relajen frente a este tipo. Que sigue ahí, con su sonrisa mediana y sus modales palaciegos de tanto despachismo ilustrado. Presten atención si habla por el colmillo, porque entonces atacará.

No permitan que les embauque con su pastel de zanahoria. Contiene tanto veneno o más que cualquier manzana. Este hombre necesita sangre para sobrevivir porque, en el fondo, es un vampiro cuyo poder se basa en el abuso a los demás y solo a unos cuantos concede el poder de convertirse a su semejanza.

Además, este hombre es un cobarde y pedirá a otros que hagan la parte fea, para no mirar a los ojos de los fantasmas que no olvidarán su alma retorcida. No intenten entenderlo, él es Mr. Scrooge. Es un personaje de cuento con despacho. Y es igual de increíble su existencia que su permanencia.
Pero quizás Scrooge sabe secretos de otros y otros saben secretos de él. Y es por eso que los demás le dejan hacer sus perrerías, y miran para otro lado, y se lavan las manos. Algunos ganan si muchos pierden.

No deseo arruinarle a nadie la Navidad. Pero este tipo sigue ahí, acumulando rostros y cadáveres entre luces y abrazos. Sigue ahí, visitando sus palacios en las zonas ricas del poblado. Arrogante, sintiéndose por encima del común de los mortales. Pretendiendo inmortalidad y amenazando nuestro modo de vida.