En la edición de abril hablé acerca de la pasión exacerbada de los espectadores, de esa ceguera irracional e incontrolable que gobierna a las masas en el mundo del fútbol, en esta ocasión abordaremos el tema de la responsabilidad de los dirigentes y de los organismos de seguridad responsables por el bienestar de los aficionados.
La responsabilidad dirigencial parte del hecho de que ellos mismos financian y apoyan las actividades ilegales de las barras bravas en los clubes. Permiten visitas a los jugadores para pedir dinero, victorias, explicaciones por derrotas, entrada ilegal de elementos prohibidos por las autoridades; como algún tipo de banderas, armas, piedras y todo tipo de parafernalia para el día del partido, estos elementos son entrados a los estadios en los días previos a los encuentros, con la obvia complicidad dirigencial, policial y de los empleados de los clubes.
Es sabido que en época de elecciones, estos hinchas con beneficios, son usados para promover determinadas candidaturas y apoyar con sus ‘servicios de protección’ a los candidatos de turno.
Los organismos de seguridad son los que hacen la vista gorda ante un montón de hechos y situaciones, en los que estos nefastos personajes se encuentran involucrados. En vez de hacer cumplir las pobres y endebles pocas leyes que han sido promulgadas, se dedican solamente ha apañar con su inoperancia a estos salvajes.
Participar en los operativos de cada partido es un buen dinero extra que perciben,ha cambio de una mera presencia física, pero sin el compromiso verdadero por la seguridad de los espectadores. En muchos casos, son conocidos con los maleantes y se ha sabido en muchas ocasiones de que liberaran una determinada zona, para el desempeño de actividades ilegales, de parte de los hinchas.
Los legisladores de la mayoría de estos paises que sufren del mal de la violencia en los estadios, solo se preocupan por fomentar las victorias de sus respectivos equipos y Selecciones, para tener asi entretenida a la gente, y que se olviden por un tiempo de las verdaderas necesidades que tienen. El fútbol se ha convertido en una droga, que adormece y atonta a las masas, que no logra reconocer sus verdaderas necesidades, dado que como dijimos en el número anterior, en este bizarro mundo del fútbol, usar el cerebro no está permitido.