La dependencia del gobierno aumenta al tiempo que disminuye el número de contribuyentes

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La filtración de un video en el que aparece el antiguo gobernador Mitt Romney (R-MA) ha desencadenado el debate sobre la dependencia del gobierno y sobre el número de personas que no paga el impuesto federal sobre ingresos en Estados Unidos.

En el video, Romney se refiere al “47%” de americanos y comenta que son “dependientes del gobierno” y que “no pagan el impuesto sobre ingresos”. Aunque estos grupos no sean el mismo, hay un solapamiento entre los dos y los porcentajes de dependencia gubernamental y de quienes no pagan el impuesto son muy similares.

Es verdad que cerca de la mitad de todos los contribuyentes (aquellos que están presentando un formulario de ingresos al Servicio de Impuestos Internos (IRS) no paga ningún impuesto federal sobre ingresos. También es verdad que millones de americanos reciben algún tipo de sustento directo de parte del gobierno, incluidos los de tipo económico, alimentario, de vivienda, de atención médica, almuerzos escolares y muchos más.

En 2009, el 47% de todos los contribuyentes no pagó impuestos federales sobre ingresos individuales y en 2011 esa cifra fue del 46%. Esto plantea una pregunta crucial, pues como señala la analista de la Fundación Heritage Alison Fraser: “¿Realmente debería casi el 50% de los americanos estar exento de financiar las más básicas funciones constitucionales del gobierno además de la educación, los cupones de comida, la electricidad, la asistencia social, la ayuda exterior, los beneficios de los veteranos, la vivienda, etc.?”

Parece lógico que quienes se dejan la piel en mantener el sistema (los que están ayudando a pagar todos los programas del gobierno) son los que estén más preocupados en poner freno al gasto sin control del gobierno, puesto que ven como están subiendo sus impuestos mientras que está bajando la calificación crediticia del país.

Por otro lado, si Ud. está en el lado de los que reciben los beneficios gubernamentales, es probable que eso cambie su percepción acerca de cómo se debería gastar el dinero de los contribuyentes. Según el Índice de Dependencia del Gobierno de 2012 de la Fundación Heritage, 63.7 millones de americanos, es decir, alrededor de uno de cada cinco, están recibiendo un sustento directo del gobierno procedente del Seguro Social, la asistencia social o las Becas Pell, unos programas que además están en sus máximos niveles históricos.

Es muy probable que estas personas estén recibiendo beneficios adicionales procedentes de otros programas gubernamentales tales como Medicare o Medicaid, los cupones de comida, etc. y la proporción total de americanos que está recibiendo beneficios probablemente vaya a ser mayor cuando se tengan en cuenta los beneficios disponibles para cada aspecto de la vida, desde la vivienda hasta los almuerzos escolares. The Wall Street Journal encontró que en 2011, el 49% de los americanos vivía en un hogar en el que al menos un miembro de la familia recibía algún beneficio de parte del gobierno.

La Fundación Heritage ha estado publicando el Índice de Dependencia del Gobierno durante los últimos 10 años y el Centro de Análisis de Datos ofreció ayer una previsión de cómo será el informe del próximo año, a medida que este se actualiza con la información más reciente de 2011 que va estando disponible.

Y la perspectiva es desalentadora: La dependencia del gobierno está creciendo por cuarto año consecutivo y el Índice se ha elevado en más de un 31% en ese tiempo.

Esta es una mala noticia por tres razones. La primera, que la economía es tan débil que la gente está acudiendo al gobierno en busca de ayuda. Se trata de un duro rechazo al enfoque del presidente Obama de gasto generalizado y “distribución de la riqueza”, debido a que “invitar a todo el mundo a un trago” no funciona a menos que el “trago” sea a expensas de los contribuyentes.

La segunda, que la nación no puede afrontar el continuo incremento del gasto en estos programas, como ha propuesto el presidente Obama en cada uno de sus presupuestos. El gasto federal ha explotado y ya es una realidad alucinante que el 70.5% del gasto federal se dedique a programas creadores de dependencia. Estamos gastando más dinero en programas creadores de dependencia a la vez que hay un número cada vez menor de contribuyentes para financiarlos.

Y la tercera y más importante, es malo para los americanos. El Sueño Americano trata de la vida, de la libertad y de la búsqueda de la felicidad mediante la independencia, no mediante la dependencia del gobierno, pues la dependencia del gobierno erosiona la dignidad humana y la sociedad civil.

Estos programas se diseñaron originalmente para ayudar a aquellos que pasan por momentos difíciles y necesitan un respaldo. La política de acción pública debería volver a ir en esa dirección. La reforma de la asistencia social de 1996 ayudó a sacar de la pobreza a sus beneficiarios y devolverlos al trabajo al requerir, entre otras cosas, que trabajasen. El presidente Obama ha deshecho ese requisito. Y hay docenas de programas antipobreza que deberían ser reformados para ayudar a alcanzar la autosuficiencia a quienes sean capaces.

Al mismo tiempo, debemos abordar la crisis que se cierne sobre los derechos a beneficios: 78 millones de personas pertenecientes a la generación de la posguerra se están acercando a su jubilación y muchos de ellos serán totalmente dependientes del Seguro Social y Medicare para su manutención y su atención médica. Esta dependencia es una enorme fuente de futuros déficits presupuestarios.

No podemos continuar con este rumbo de gasto gubernamental ilimitado cuando cada vez menos contribuyentes están aportando dinero para ese gasto. Esta es la realidad financiera. Pero tampoco podemos sustentar el Sueño Americano si vamos en esta dirección y esa es una realidad con unas implicaciones intensamente personales para cada americano.