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La homofobia que debemos denunciar

Por Obed Arango

Esta semana y después de un encierro que va más allá de un año y cuatro meses, finalmente fui al cine. Los cinemas Ritz de la ciudad de Filadelfia son famosos por traer las películas de arte, experimentales e internacionales, son un refugio para quien desea ver un cine de contenido y no de efectos especiales. Pude ver lo que considero una de las mejores producciones mexicana de varias décadas: “Te llevo conmigo”. La película comparte la historia de Ivan García y Gerardo Zabaleta una pareja homosexual que además son inmigrantes mexicanos, y así aborda de manera interseccional: género, orientación sexual e inmigración. La historia de amor, el rechazo de las familias, el temor de los padres de que sus hijos sean homosexuales, el machismo que se siente amenazado y las reacciones cotidianas homofóbicas que habitan a la sociedad y a la cultura se revelan en la película como un espejo social.

Cuando salí del cine por Wassapp compartí en un sitio chat acerca de la película y lo excelente de la misma. Uno de los interlocutores comentó: “Pensé que era una película de gays”. Inmediatamente denuncié el comentario homofóbico, a lo que el mismo interlocutor dijo para justificarse: “Solo preguntaba”, la respuesta, no solo confirmaba el dicho sino la ignorancia y los dogmas que le habitan. ¿Cómo hacerle ver a esta persona que su pregunta y su propia respuesta están guiadas por temores, miedos, odio y una terrible ignorancia que deshumaniza?

Pensaba en todo esto cuando en los estadios de fútbol de la Copa de Oro, la afición mexicana continúa gritando el dicho homofóbico, y lo ve como un juego, incluso como un acto de “resistencia” de manera estúpida. ¿Cómo mirarnos en el espejo y reconocer la homofobia que nos habita? Hemos sido tan deshumanizados por generaciones que debemos excavar de manera profunda para revisar los valores que nos guían. Denunciar la homofobia y ponerle el espejo de frente es la única manera que las prácticas sociales cambiaran y no pasen a las siguientes generaciones. Quisiera decir que mi familiar tiene solución, pero honestamente lo dudo, pero es mi esperanza que sus hijos e hijas no sigan en ese espíritu deshumanizante, segregacionista y discriminatorio.

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