Ante la falta de acuerdo de los dos partidos sobre los presupuestos del país, los republicanos forzaron el “shutdown” o “cierre del gobierno” para bloquear la reforma sanitaria (“Obamacare”).
El efecto provocado es que el presidente y su administración no dispusieron de mayor capacidad de endeudamiento y debieron enviar a casa a los funcionarios de la administración no imprescindibles para recortar gastos.
Nuestra comunidad está haciendo “shut down (oídos sordos) al shutdown (cierre del gobierno)”.
¿Qué preocupa a los hispanos? Según la encuesta que Gallup realizó el pasado año entre casi 1,800 hispanos, a aquéllos con capacidad para votar les preocupan los asuntos económicos, especialmente el desempleo. A los inmigrantes de primera generación, los asuntos migratorios.
Y ¿a quién le preocupa la educación? Numerosos estudiantes beneficiados por la Deferred Action (DACA) no han continuado sus estudios (algo que la ley pretendía facilitarles) como un primer paso hacia la estabilidad económica y financiera.
Han optado por lanzarse al mercado laboral como empleados de baja cualificación. Las féminas además han agravado esa situación al optar por la maternidad. Lo que se presuponía una excelente vía para los jóvenes DREAMERS ha supuesto además el aumento del gasto público para paliar otro tipo de gastos en que jóvenes con muy bajos ingresos inciden al no tener capacidad para ingresar en el mercado laboral o en la paternidad de forma independiente de los subsidios. Hay excepciones por supuesto. Sin embargo, el aumento de impuestos genera el recelo del contribuyente; la disminución de ingresos derivados del pago de impuestos, la paralización gubernamental. Todo ello favorece las corrientes antiinmigrantes ya que nadie mira con buenos ojos a aquéllos a los que considera responsables de la subida de impuestos y aviva la eterna demanda de las clases medias pagadoras de impuestos que “no califican” para recibir ayudas, frente a los miembros de comunidades desfavorecidas que sí califican pero que no pagan impuestos o lo hacen en cuantías muy bajas.
Según los datos del Pew Hispanic Center y del Comité del Senado HELP el abandono escolar en High School de hispanos en el año 2003 ascendió al 40%. Desafortunadamente muchos hispanos están predispuestos desde su infancia a no conseguir logros académicos.
El Consejo Nacional de la Raza señala en un informe de 2008 que sólo el 39% de los hispanos de entre 3 a 5 años son matriculados en centros de educación preescolar (frente al 59% de caucásicos y 66% de afroamericanos). 36% de hispanos son matriculados en programas preprimarios (frente al 45% de caucásicos y el 65% de afroamericanos).
La mejora de la calidad educativa de los estudiantes hispanos pasa por la promoción rigurosa de cursos de refuerzo, inclusive con programas bilingües de contenidos y el refuerzo de programas de prevención de abandono escolar.
Que la inversión en el potencial intelectual latino permitirá crear una comunidad preparada cuyo rechazo será mucho menor, y que además será motor del desarrollo económico en Estados Unidos es algo que la administración comprendió ya. Pero de nada sirve ninguna medida gubernamental si el estudiante -hispano o no- no hace lo que debe: estudiar. Quizás la palabra maldita sea “Estudio” y no “Shutdown” porque si bien está acreditado que mayor desembolso estatal por estudiante no genera mayor éxito académico (conforme señalan los datos del Census Bureau), sí está demostrado que el estudio mejora los niveles académicos y a la postre eleva la economía que permite disminuir la dependencia de subsidios y la inversión del gasto público en otros campos que contribuirán al bienestar y desarrollo económico del país que nos ha acogido.