La soga parte por lo más fino

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La sabiduría del refrán nunca falla. Y así es: la soga siempre parte por lo más fino. En los pasados días vimos un debate sobre la reforma de salud ya fuera de control tornarse más nocivo cuando un republicano acusó al presidente Barack Obama de querer proveer seguro médico a los indocumentados en su plan de salud, lo cual no es cierto y nunca lo fue. Pero para probar que los republicanos mentían, los demócratas del Senado, con aval de la Casa Blanca, optaron por restringir todavía más el acceso dictando incluso lo que usted puede o no hacer con su dinero. Si es indocumentado, no puede comprar seguro médico en el intercambio de pólizas que crearía la reforma, así sea con su propio dinero.

Se la ponen más difícil al que ya la tiene difícil. Personalmente no me parece correcto en muchos sentidos, humanitarios, de salubridad pública y muchos otros que conllevan usar el sentido común que lamentablemente es el primero en abandonar el salón en debates de este tipo.

Pero las restricciones del plan anunciado el mismo día en que Obama fue a la gala del Instituto de la Bancada Latina del Congreso (CHCI) a decir que todos “somos americanos”, tiene el potencial incluso de afectar a residentes legales y ciudadanos. Muchos indocumentados son padres de niños ciudadanos, de cuatro millones de ellos. Y aunque el plan de reforma en el Senado dice que los indocumentados podrán accesar el intercambio para adquirir pólizas para sus hijos ciudadanos, me pregunto cuántos no lo harán por temor a las autoridades.

Asimismo, aunque la propuesta permite a residentes legales y obviamente a ciudadanos adquirir subsidios para pagar por la cobertura médica que estarían obligados a tener, si esos residentes legales o ciudadanos viven en un hogar donde hay indocumentados, sus subsidios o créditos se verían reducidos. Esto se debe a que los ingresos de los indocumentados se tomarán en cuenta para determinar el monto de los subsidios lo cual supondría menos asistencia para la familia. Irónicamente esos indocumentados no podrán beneficiarse de los subsidios.

El miércoles Obama dijo que “apoyo firmemente asegurar que quienes están aquí legalmente tengan acceso a seguro médico costeable y de calidad, igual que el resto”. El plan, empero, mantiene la espera de cinco años que fijó la ley de reforma de asistencia pública de 1996 para que los residentes legales puedan accesar programas públicos como Medicaid.

Mañana se inicia el proceso de calificación del proyecto en el panel senatorial de Finanzas y se anticipan enmiendas que pretenden corregir algunas restricciones y podemos anticipar otras que quieran imponer todavía más restricciones. Se esperan cientos de enmiendas de todo tipo.

El tema de los indocumentados y de los inmigrantes en general en la reforma de salud es sólo una de las controversias avivadas por este debate, pero invariablemente es uno que siempre surge en discusiones del Congreso, hablen de lo que hablen. Que los extremistas satanicen a los inmigrantes no es sorprendente. Que quienes dicen llamarse sus amigos y velar por sus intereses capitulen ante extremistas convirtiéndose en cómplices en el proceso de afectarlos, quizá no sea tan sorprendente a estas alturas, pero sí alarmante por las consecuencias reales que tiene y por el mensaje que envía.

Recuerden que finalmente quien promulgó en 1996 la restricción de cinco años para que los residentes legales accesaran beneficios públicos fue un presidente demócrata, Bill Clinton, en la reforma de asistencia pública o welfare. Fue otro demócrata, Obama, quien promulgó la medida que devolvió a niños y embarazadas que son residentes legales el acceso a esos beneficios tras 13 años de espera. Y se le aplaudió por eso.

Pero del mismo modo deben señalarse los errores.

Parece que la Casa Blanca y algunos líderes demócratas del Congreso creen que apaciguando republicanos que lo único que desean es ver al presidente fracasar, van a lograr algo. El plan de reforma de salud del Senado es el mejor ejemplo. Mientras más a la derecha se han movido, menos apoyo republicano tienen y en el proceso han perdido apoyo demócrata.

Y al moverse a la derecha se han llevado por delante a los más vulnerables, a los inmigrantes, sin pensar que esa estrategia sigue sembrando la semilla de la duda entre un sector del 67% de los hispanos que lo ayudó a ganar la Casa Blanca dándole victorias en estados donde los demócratas no habían ganado antes.

Ante el CHCI Obama reiteró su apoyo a una reforma migratoria integral diciendo que “mi compromiso es real al igual que mi deseo de que esto se logre”.

La audiencia de esa noche le dio a Obama una calurosa bienvenida y lo aplaudió a granel. Pero la otra audiencia, la que no accesa galas en Washington, la parte más fina de la soga, quizá ya se está cuestionando muchas cosas.

El año entrante hay elecciones de medio tiempo y en 2012 Obama enfrenta la reelección. No veo a los hispanos corriendo a votar por los republicanos a menos que ocurra un milagro en los próximos meses. Pero la decepción alimenta la apatía y electores que no votan es como si lo hicieran por la oposición.