Un año ha comenzado, y una vez más todos deseamos lo mejor para los 365 días que nos esperan. Hicimos balance del año que finalizó y el comienzo del nuevo hace que nos sintamos purificados, mejores personas… y, nos lleva a establecer firmes propósitos para cumplir y mejorar nuestras vidas. Es una “segunda oportunidad” para mejorar.
En estos tiempos de crisis económica también los políticos se hacen el propósito de no caer en errores pasados, aunque, en la mayoría de los casos, el transcurso de los meses nos lleva a comprobar que, generalmente “todo sigue igual”.
Pero, es bueno mantener la ilusión, los deseos, los anhelos… Este año que comienza se muestra “a priori” muy importante para la comunidad latina. Ha de ser el año de la aprobación de la anhelada “ley de reforma migratoria”.
Con esta reforma se pretende una racionalización de los requisitos y condiciones de los inmigrantes en los Estados Unidos y, por tanto, es algo que afecta directamente a la comunidad latina residente en este país. Una ley que ofrecerá garantías a ambas partes.
A Estados Unidos porque, eliminará el temor a la inmigración ilegal.
A los latinos, porque podrán salir a la calle sin temor a ser víctimas de atropellos y abusos, por su condición y, eliminará la falsa y afortunadamente cada vez más olvidada idea de que “todos los inmigrantes latinos son ilegales”.
El inmigrante de nuestra comunidad es, salvo aisladas excepciones que existen en cualquier gran colectivo, un trabajador responsable y poco conflictivo, que sabe integrarse en el país de acogida sin perder sus raíces hispanas.
Produce riqueza allá donde va, y, se enmarca en una cultura que no choca con la de su país de acogida. Pide poco y da mucho.
Deseamos que la comunidad latina, igual que una novia que avanza nerviosa hacia el altar, camine a lo largo del 2010 y pueda dar finalmente el “sí, quiero” a una ley que se presenta como llena de buenas intenciones.