Las vacaciones

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El año tiene 365 días. En esos 365 días, donde corremos como locos de aquí para allá porque hay que trabajar, estudiar, comer e ir corriendo a hacer todas esas cosas; hay unos días en los cuales corremos más de lo habitual: las jornadas delirantes antes de irnos de vacaciones.

Durante nuestra época de estudiantes: en el colegio y en la Universidad, teníamos 3 interminables y divertidísimos meses para no hacer absolutamente nada (a no ser que te suspendieran…). Ahora tenemos entre 30, 20, 10, 5 días de descanso o cero días cuando trabajas por tu cuenta.

Lo que antes eran 3 meses, luego un mes y luego 5 días de ocio se ha vuelto una pesadilla porque las fechas precedentes a la marcha, queremos dejarlo todo organizado, terminado o cerrado para poder gustarnos al cien por cien las soñadas vacaciones.

Este año, he decidido tomarme 2 días de vacaciones durante el mes de julio para hacerme el viaje anual de parranda con mis amigas del colegio, un fin de semana largo. Mi semana empieza a la velocidad de la luz porque pretendo (equivocadamente) poder estar ese fin de semana largo sin contestar al teléfono o sin mandar correos. iii Ay que risa!!!

La velocidad del trabajo, que ya empieza a la velocidad del rayo desde la 7.00 de la mañana, para poder hacer TODO, aumenta notablemente mano a mano que pasan los minutos porque el miércoles mi avión sale a las 17.00.

Mi perversa estrategia es la siguiente: considero el miércoles como día de trabajo (el taxi me viene a buscar a las 15.00) y me creo que estoy de vacaciones desde las 15.00 (en realidad estoy en el taxi trabajando, en la cola de la puerta de embarque trabajando, en el autobusillo trabajado) todo esto aderezado con un calor de 38 grados a la sombra y 20 gotas de Xanax en el cuerpo. No estoy cansada, estoy agotada de tanto trajín y de las pocas horas de sueño, quiero que inventen el tele transporte y odio mi maleta, no me separo de ella desde hace meses. Creo que me he enamorado visto que tengo largas conversaciones con dicho objeto.

En el avión llego de los últimos pasajeros, no tengo sitio para poner mi maleta en mi sito y comienzo un peregrinaje hacia el final del avión para encontrar un lugar donde meterla. Cuando por fin lo encuentro, la subo y yo, muy mona y fresquita vestida con un modelazo escote palabra de honor veo con horror que, con la maniobra de subir la maleta, el escote se ha bajado dejando a la intemperie mi pecho derecho delante de todos los pasajeros, gracias al cielo protegido de sujetador, un básico de Oysho beige.

Logro volver a mi sitio muerto de la vergüenza y seguro de estar ya en youtube. Me siento, estoy matada en 3 días he dormido 12 horas: el martes tuve un súper evento y trabajé hasta las 3 de la mañana con tacón 13cm. Hoy he tenido una comida de trabajo, estoy pagando las consecuencias de haberme tomado un vino, lo tuve que hacer porque uno de los comensales haciendo el amago que se le había caído la servilleta me toco la pierna, casi me da un telele…

Me siento en mi sitio, respiro y trato de relajarme. Me duermo en 2 nanosegundos y me despierto de golpe cuando el avión está despegando corriendo como un loco por la pista.

Delicadamente le digo a mi compañero de viaje: “Te importa que hablemos un poco mientras despegamos es que lo de los aviones lo llevo fatal, en cuanto estemos derechitos se me pasa”

Mi “compi” de viaje se saca una cruz oculta debajo de la camisa me la ensaña y me dice: “Es que soy un sacerdote”

Y yo: “Joder que quiero solo un poco de conversación y no tirarte un viaje”

Vaya día que llevo!!!

Cuando se apagan las luces de los cinturones de seguridad, me tiro en los brazos de Morfeo, y no en los del sacerdote!!! Que (bytheway) olía que tiraba “patrás”.

Hemos llegado sanos y salvos, sonrío porque estoy en territorio español, me espera en el aeropuerto mi mejor amiga y un vinito fresco en algún lugar. Todo esto ya merece la pena de toda la carrera de la semana. Orgasmo con el Albariño y las aceitunas: estoy en mi paraíso, hoy dormiré solo 5 horas tenemos un tren a las 7.30 al día siguiente y luego nos esperan 500 kilómetros en coche para llegar a Sanxenxo pero ya nada importa, me esperan mis amigas, el ribeiro, el sol y el nublado, los pimientos de padrón y lo que haya previsto el destino.

Happy happy holidays!