Lejos de mejorar, el número de personas que cruza aumenta

Cualquier tiempo pasado fue mejor, la situación es ahora peor que en 2014

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Era junio de 2014 y el éxodo hacia Estados Unidos –especialmente de menores– de Honduras, Guatemala y El Salvador, apenas comenzaba a hacerse público.

“¿Qué está haciendo aquí hermana?”, preguntó una persona del gobierno a la religiosa Norma Pimentel, MJ.

“Restaurando la dignidad humana, eso es lo que estamos haciendo”, contestó ella. “Creo que él no se esperaba esa respuesta. Creo que venía a corregirnos, pero se dio media vuelta y me preguntó que qué podría hacer si tuviera un varita mágica”.

Pimentel contestó que necesitaban regaderas porque en el salón parroquial sólo tenían sanitarios.

Esa noche tuvieron ocho duchas portátiles instaladas en el aparcamiento de la iglesia del Sagrado Corazón de Mcallen, TX y a la semana siguiente, otras ocho.

El alcalde Jim Darling le dijo: “Hermana Norma: hasta el último día que usted tenga las puertas abiertas para ayudar a las personas yo estaré allí a su lado con todo mi apoyo, cuente con nosotros al 100 por ciento”.

“Ahorita estamos viendo cómo expandir todo, antes teníamos carpas extendidas en todo el estacionamiento porque era demasiada la demanda de ayuda de las personas necesitadas”.

“Hoy la situación es muy difícil y está peor que en 2014. Tenemos una crisis exacerbada por los coyotes que utilizan y reclutan a los migrantes para hacer sus negocios, y usan cualquier medio para sacarles de su ambiente, porque saben que allí están sufriendo y quieren salir. A ello se suma el miedo de que ya no van a poder venir porque piensan sucederá algo que se lo impedirá, lo que les obliga a salir” dice la religiosa.

“Es verdad que Estados Unidos necesita resguardar sus fronteras. Y creo que la patrulla fronteriza está cumpliendo ese trabajo a cabalidad y que hace lo máximo por asegurar que nuestro país esté protegido”, señala Norma Pimentel.

“Al país ingresan dos grupos de personas: familias enteras, por un lado; y personas que buscan hacer daño, por el otro. En esa realidad, las familias son víctimas, son personas que luchan por la vida de sus hijos y es nuestra responsabilidad atenderles y cuidarles como todo ser humano merece ser atendido, con dignidad”.

Aquel salón parroquial, reconvertido “por unos días” en refugio provisional de Caridades Católicas del valle de Río Grande, parece dos años después, un gran almacén de ropa presidido por la imagen de la Virgen. Los voluntarios trabajan, clasifican enseres.

De repente a puerta se abre y todos se ponen en pie. Comienzan a aplaudir a la cincuentena de personas que entran –casi todos mujeres y niños–. Los pequeños miran asombrados, no ríen, no hablan, no juegan. Esta escena se repite desde mediados de junio de 2014.nov11-web-norma-04“Teníamos una clínica móvil y muchas otras cosas que disminuimos porque el número de personas que llegaban disminuyó”, dice la religiosa.

Además de aquéllos que cruzan el puente que une Reynosa e Hidalgo y que han llegado a 250 en un solo día, hay muchos más que cruzan el río Grande (llamado Bravo en el lado mexicano) y a los que se confunde con personas de mal vivir.

“Es la defensa de esas personas quebradas, pero honorables, que llegan destrozados después haber caminado días y haber pasado por tanto y sufrir tanto. Por eso cuando llegan acá les recibimos con aplausos como señal de bienvenida, mientras en sus rostros vemos el sufrimiento que han pasado y que nos hacen reconocer que son seres humanos”.

Ahora, tendrán que ampliar todo de nuevo porque el número de los que llegan es muy alto. “Lo bueno es que ya sabemos cómo manejar el movimiento de personas, aunque no sepamos cuánto va a durar”.

“A los que son recibidos en la parroquia del Sagrado Corazón, y que ya traen boletos, luego que inmigración les deja en libertad, se les ayuda llamando a su familia o se busca a alguien que les auspicie a llegar a cualquier lugar de Estados Unidos”.

La hermana y los voluntarios van a la estación de autobús situada junto a la iglesia e invitan a las familias y sus hijos a acompañarles al centro para que se puedan asear, descansar, comer y orientarles para que sepan dónde ir y cómo funciona su boleto. Si su salida no es inmediata se quedan en las carpas y cuando llega el momento les llevan a la estación de autobús para que embarquen a su destino final.

“Vienen a reunirse con sus familias que viven en Estados Unidos y que, normalmente les han enviado el dinero para que paguen al coyote que les ayuda a pasar la frontera”nov11-web-norma-07A los refugiados del triángulo centroamericano se han añadido inmigrantes de cerca de 72 países (Rumania, Haití, Brasil, Cuba, China, Perú…) cada vez en mayor número.nov11-web-norma-06La hermana dice con tristeza que “La probabilidad de que esa gente regularice su situación migratoria es poca. Sólo si logran conseguir ayuda legal, de abogados o alguien que les represente, sus probabilidades de permanecer en el país son altas, pero si no tienen un abogado que les represente en la Corte sus posibilidades se reducen a cero”.

Cuatro mil dólares por persona es actualmente la tarifa de estos “porteadores” de personas. Un pago que no garantiza siquiera la llegada con vida a los Estados Unidos.

“Hay muchos niños que viajan sin sus padres, pero no vienen solos, vienen con alguien que no es ni su papá ni su mamá. Y como no vienen con sus padres, inmigración les separa porque tiene la responsabilidad de protegerles, de asegurarse que no son traficados. Han separado una abuela de su nieta porque no es su madre. A los niños les ponen en casas, les procesan y después llaman a su familia, a su mamá o al papá, de dónde viene ese niño y qué van a hacer por él. A los niños nunca se les ve solos. En la parroquia del Sagrado Corazón solo llegan familias, niños con su papá o mamá”.nov11-web-norma-02Por el centro han pasado voluntarios de los 50 estados, también de Delaware.

Tras ser detenidos son conducidos a uno de los centros previstos por el gobierno, en el que vienen permaneciendo alrededor de tres días. Este es el tiempo que las autoridades tardan en localizar a los familiares en Estados Unidos, colocar un brazalete en su tobillo y entregarles un pasaje –enviado por su familia– para reunirse mientras llega su cita para la Corte.

Los movimientos constituidos por voluntarios y organizaciones en Estados Unidos para dar ayuda legal a estas personas es muy importante, pero no suficiente.

“Muchos de ellos cuando pasan la frontera no esperan a ser detenidos, se entregan a la policía fronteriza en el mismo puente internacional”, señala José L. B. Garza, residente en el área.

“Las citaciones se vienen entregando de tres a cinco años vista”, señala A. García, agente de la patrulla fronteriza.nov11-web-norma-08“Lo que hacemos para restaurar la dignidad humana a las familias migrantes es ser pro-vida porque la vida es desde que se concibe el ser humano hasta el momento que Dios le llama a la vida eterna”, dice la hermana.

“El momento que vivimos es muy importante, las familias migrantes son seres humanos y necesitan también ese cuidado, esa atención. Así como defendemos la vida desde el momento de la concepción hay que hacerlo todos los días con los que están acá. Nos segamos cuando nos enfocamos en solo un aspecto de la vida. Cuando decimos pro-vida pensamos que solo es en el momento de dar a luz al ser humano, cuando en realidad pro-vida significa estar a favor de la vida en todos sus niveles que incluye, también, la defensa de los inmigrantes”.

“Cuando empezó en 2014 la crisis humanitaria, la gente del pueblo comenzó a traer ropa y víveres a la iglesia; nos decían que, ya que la parroquia está junto a la estación de autobuses, las familias vendrían aquí antes de tomar el autobús y dirigirse a sus destinos”, recuerda la religiosa.nov11-web-norma-09En este área en esta crisis, quien escribe este artículo no ha visto la presencia de la Cruz Roja Americana. Ni en la frontera, ni en Washington quieren hablar de los motivos. Sólo responden que “hicieron llegar a Texas a petición de las autoridades, mantas y estuches higiénicos”.

No sólo los católicos han prestado ayuda a las familias indocumentadas, también los Texas Baptist Men han brindado ayuda médica a los niños en Brownsville, ciudad próxima a McAllen. La hermana Pimentel recuerda cómo llegó a las instalaciones un abogado luterano para ayudar como voluntario. La experiencia fue tan impactante en su vida que, en la actualidad está en el seminario preparándose para ser sacerdote.

“Toda la ciudad de McAllen ha apoyado al 100%, lo que hacemos aquí, no soy yo, somos todos, es una comunidad que ha dicho sí a la dignidad humana, a la familia que está aquí y necesita nuestra ayuda y lo ha hecho desde el primer día”, dice la hermana Pimentel.

Para la religiosa no se trata sólo de hacer cualquier cosa, sino de hacer con un propósito, ayudar a la humanidad.

En una conferencia sobre seguridad y defensa nacional, a la que fue invitada la hermana Norma Pimentel como oradora para contar lo que hace y por qué, una funcionaria de alto nivel gubernamental le dijo: “Tú me has hecho cuestionar para qué trabajo y por qué trabajo que no es hacer cualquier cosa, sino tener un propósito y saber hacer las cosas por las que Dios nos tiene en este mundo”.

“No debemos hacer las cosas solo por hacer –explica la hermana–. Y si realmente no estamos ayudando a la humanidad a ser mejor, entonces debemos cuestionarnos lo que estamos haciendo a sabiendas que pode- mos ayudarnos a entender cuál es nuestro propósito en la vida y por qué estamos ayudando.

Más de 47,000 inmigrantes han recibido ayuda hasta la fecha en el Sagrado Corazón. El Papa le dijo a la religiosa en audiencia virtual antes de su visita a Estados Unidos en 2015 que no sabía si sería apropiado que un Papa dijese éso, pero “Hermana, la quiero mucho”.

“Fue lo más extraordinario que me pudo pasar en la vida. El hecho de que él supiera y reconociera la labor que estamos haciendo aquí con los voluntarios que se unen conmigo, día a día, a entregar su vida, su tiempo y su amor para recibir incondicionalmente a las familias migrantes, fue un reconocimiento al esfuerzo que ponemos para ayudar al prójimo. Eso fue bonito”.

“Que el Santo Padre sepa y conozca de nosotros y quiera aplaudir la labor que estamos haciendo, que me llamara y me dijera quiero hablar contigo fue algo inimaginable, algo hermoso y no lo esperaba, me hizo sentir algo muy bello –señala emocionada la hermana–. Creo que nunca más voy a sentir algo igual a lo que sentí en ese momento”.nov11-web-norma-03Frente al sufrimiento extremo, la generosidad sin límites. Ayudar a otros a entender cuál es su propósito, otra de las misiones de esta religiosa con talento –pero sin tiempo– para la pintura, como lo demuestra el cuadro que pintó para el Papa: “Tomasito”.