Los falsos muros contra la reforma migratoria

0
453

WASHINGTON, D.C. – Como muchos asuntos en los cuales la pasión domina a la razón, a la reforma migratoria integral se le ha privado de un debate racional que pueda desechar las creencias convencionales que se esgrimen en su contra, que son muchas, pero que han probado estar erradas.

Entre esas creencias convencionales figuran: que los votantes no la apoyan; que los políticos que sí la apoyan pierden sus escaños; que los políticos que la rechazan pueden usarla exitosamente como tema divisivo; y que no es conveniente tocar el tema en medio de una economía deprimida.

En nada contribuye a disipar esas creencias el hecho de que políticos que dicen apoyar la reforma migratoria evadan el tema cuando hay oportunidades de explicar por qué es conveniente abordarlo ahora.

Sin duda habríamos apreciado que durante su discurso sobre la situación del país, el presidente Barack Obama instara al Congreso a aprobar la reforma, aunque ahora nos urgen más acciones que palabras.

La falta de acciones concretas proviene de ideas preconcebidas sobre el tema migratorio a pesar de que hemos sido testigos de una evolución que debería dar paso a la salida más sensata para todos, es decir, la aprobación de una reforma migratoria integral.

Los políticos, tan preocupados por los votos sobre todo en año electoral, deberían analizar los diversos sondeos que han demostrado que los votantes sí apoyan la reforma. No sólo la apoyan nueve de cada diez votantes latinos, sino votantes oscilantes, independientes e incluso republicanos.

Un sondeo del Benenson Strategy Group encontró que 64% de los votantes apoya la reforma migratoria integral y la cifra sube a 86% cuando conocen detalles de esa reforma.

Los últimos dos ciclos electorales demostraron que los políticos que apoyan posturas migratorias que vayan más allá de la aplicación de leyes, sí ganan elecciones. En la elección general de 2008, 20 de 22 contiendas clave al Congreso fueron ganadas por candidatos que apoyaban una reforma amplia de las leyes migratorias.

Y aunque los anti inmigrantes siguen siendo ruidosos, los políticos que los representan no han tenido tanta suerte en las urnas.

Por ejemplo, en 2006 y 2008 muchos legisladores anti inmigrantes perdieron sus contiendas. Asimismo, el poder del cabildeo anti inmigrante ha disminuido. La cifra de congresistas que recibieron la mejor calificación (A) de parte de la Federación para la Reforma Migratoria Americana (FAIR), uno de los grupos líderes anti inmigrantes, se redujo de 151 en el Congreso 109, a 87 en el Congreso actual.

Datos y estudios también disipan la creencia convencional de que es impensable aprobar una reforma migratoria en medio de una economía deprimida porque de hecho, la legalización supondrá más dinero para las arcas del país.

Un reciente estudio del Center for American Progress (CAP) y del Instituto de Política de Inmigración (IPC), encontró que la legalización supondría 1.5 billones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) durante diez años. La regularización se traduce en mejores ingresos, pago de impuestos, progreso educativo y económico y por ende, réditos fiscales al país.

La opción favorita de los anti inmigrantes, la deportación masiva de 12 millones de indocumentados, reduciría el PIB en 2.6 billones de dólares por 10 años.

Queremos también disipar otra creencia convencional: que la reforma migratoria está muerta. El hecho de que no se vean constantes declaraciones públicas o que no se negocie públicamente no supone que nada esté ocurriendo.

La presión continúa pues mientras el tiempo pasa, miles son deportados, más familias se separan, y Estados Unidos sigue perdiendo talento y contribuyentes.

Así que combatamos otra creencia convencional: que la gente no se involucra ni participa. Estas semanas son cruciales para recordarle a los políticos de ambos partidos que su función principal es resolver los retos más difíciles. Así que ejerza presión, sobre todo si es votante.

La reforma migratoria, además de solucionar una crisis humanitaria y fiscal, ofrece oportunidades políticas para ambos partidos, y si así lo entienden, esa reforma puede hacerse realidad, diga lo que diga la creencia convencional.

Frank Sharry es director ejecutivo de America’s Voice