MATANZAS, HORRORES Y COPIONES

Nuestro idioma de cada día

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Por Emilio Bernal Labrada de la Academia Norteamericana de la Lengua Española

Si bien el asesino de hoy es el coronavirus —¿creado tal vez por alguna potencia ávida de poder planetario?— (comentaremos el tema posteriormente), las matanzas más publicitadas en los últimos años, afortunadamente relegadas por la pandemia, se han debido a alocados homicidas sin otra ocurrencia que dedicarse al cobarde asesinato de inermes e indefensos niños y mayores.

Nos referimos a a las escuelas como Sandy Hook, Columbine, Stoneman Douglas y a grandes audiencias al aire libre, hoy prohibidas, como en Las Vegas. Ello plantea una pregunta que nadie ha acertado a responder: ¿Por qué? No nos digan que son inadaptados, sufridos, atrapados en una sociedad que no los ama, lo cual explica su desaforada violencia, por lo cual precisan comprensión y tratamiento psiquiátrico.

La respuesta es otra, y tan sencilla que al parecer nadie, ni siquiera los presuntamente ultracapacitados dirigentes gubernamentales, se han dado cuenta: los criminales u orates —fingidos en muchos casos— disfrutan de la publicidad, de la notoriedad, de hacerse famosos de la noche a la mañana. Luego se suicidan y sanseacabó. Si no, tras un juicio exageradamente publicitado —la prensa hace su agosto—, se regodean al ver cómo difunden su “vida y milagros” los medios informativos, que así les hacen el juego.

La solución: no darles ninguna publicidad —o la mínima— al nombre, la foto, la vida y los motivos (o falta de ellos) del responsable. Semejantes sujetos deben someterse al silencio y al anonimato por el resto de su vida y por secula seculorum.

Más bien, concentrémonos en las víctimas y los enlutados y acongojados familiares. Publicitar y analizar al victimario es precisamente lo que NO se debe hacer, puesto que, claro está, ello no hace otra cosa que dar estímulo a COPIONES que enluten al país con sangre de inocentes niños, mujeres y hombres.

Mientras demos a los asesinos la publicidad que anhelan seguirán las matanzas, ya de moda a escala internacional. No se ha de coartar la libertad de prensa; pero esta, si es responsable, deberá atender a una exhortación de los mandatarios que pida un mínimo de sacrificio en nombre de las víctimas, pasadas y futuras. Si no, pesará la correspondiente responsabilidad sobre quienes infrinjan la veda.

Pero, ¿estarán los medios dispuestos a morderse la lengua?

Dicho esto —y haciendo caso de nuestra propia admonición, pasemos a hablar del idioma. Las noticias típicamente nos dejan pasmados por la desatención a lo que es lícito, lógico y correcto.

Nos dicen, con buenas razones, que el público debe estar “EN ALERTA” respecto al coronavirus. Pero “en alerta” estarán en inglés, porque lo que es en castellano, se está EN ESTADO DE ALERTA, o simplemente ALERTA, ALERTADOS.

Sobre las bien postpuestas Olimpiadas del Japón, ha trascendido que el valor físico de las medallas doradas no es tanto, pues tienen solo «un por ciento» de oro. ¿Y eso no lo sabíamos ya? Es decir, que no son de oro macizo (si lo fueran serían incosteables). Nos han querido decir que los tales galardones tienen de oro solamente «el UNO por ciento». La voz uno no se apocopa caprichosamente, sino acorde a reglas muy precisas; para porcentajes, se exige la forma completa: el veintiuno por ciento, el treinta y uno, etc. Tampoco se dice “cien por ciento”, sino “ciento por ciento”.

Un trastorno del que sufren algunos atletas, nos participan, es el de la TENDINITIS. Lo siento, pero esa grafía y pronunciación estará bien en inglés. No es recomendable su introducción en nuestro idioma, por ser evidente préstamo y a la vez calco—aunque figure en el DLE (Diccionario de la lengua española, antes DRAE)—. Por cierto, ahora constan en el “diccionario maestro” muchas voces que se consideraban incorrectas, según el principio de que, a uso suficente, hay que definirlas. Muy bien.

Pero, ¿no se les otorga así aceptación ante el público en general?

Si de pulmón viene pulmonía (no pulminía), de tendón tiene que venir tendonitis; de la raíz cardio nos llegan cardiología y cardiopatía, y no cardilogía y cardipatía. Cierto es que de colon viene colitis, pero es apócope en que -onitis ha quedado en -itis. En los derivados, si no hay elisión, debe prevalecer la grafía originaria. Está claro el origen anglo de TENDINITIS: obedece a que en esa lengua la O y la I suenan casi idénticas en ese fonema. Pero, ¿quién ha dicho que hay que imitar los ajenos errores o fonemas?

Para muestra un botón: se ha incorporado la híbrida y antihispana voz espanglish. En estos casos hace falta indicar que es voz vernácula, informal, y acaso regional. Cabe repetirlo: para acuñar un término para la mezcla de inglés y español, ¿por qué no “ESPANGLÉS”, voz puramente castellana que denota lo mismo?:. Lamentablemente, espanglish es voz que remeda el defecto que designa, estableciendo mal precedente.

La prensa nos informa que, según un estudio de fenómenos atmosféricos, anualmente centenares de «pacientes son golpeados por rayos». Primero, los rayos no afectan a «pacientes», ya que estos no lo son sino después de ser ALCANZADOS o FULMINADOS (lo que hacen los rayos es alcanzar o fulminar, y no precisamente golpear). ¿No será que los rayos deberían fulminar preferiblemente a víctimas —y acaso a instalaciones periodísticas reincidentes—?

Eso sí, el mal uso del español constantemente nos GOLPEA con RAYOS de Olímpico desprecio por nuestra maltrecha lengua, que apenas recibe el UNO por ciento de consideración por parte de los que nunca, como debieran, se mantienen en ESTADO DE ALERTA por su protección y bienestar.

Emilio Bernal Labrada, de la Academia Norteamericana, es autor de: El buen uso impide el abuso / Good Usage Prevents Abusage; pedidos a emiliolabrada@msn.com, y de Getting Away with Murder—In U.S. Public Life; pedidos a amazon.com.