El año pasado se cumplieron 70 años del final de la II Guerra Mundial y de la liberación de los campos de concentración nazis. No dejo de encontrarme con personas que se siguen empeñando en encerrar a sus semejantes en los “campos de concentración” de la ignorancia. En tiempos pasados se hacía no permitiendo el acceso a la educación, a la información. Ahora hay técnicas más modernas y sibilinas: se “informa” desinformando, tergiversando que lleven a los ignorantes o inocentes, a conclusiones erróneas.
Cualquier tiempo pasado no fue mejor. El musical de moda, “Hamilton” basado en la biografía de Alexander Hamilton nos muestra cómo en los tiempos de la Guerra de la Independencia americana, es decir, hace casi tres siglos, Hamilton fue calumniado por intereses partidistas y como consecuencia su historia fue “mal contada” a las generaciones posteriores (“quien vive, quien muere, quien cuenta tu historia”). Aunque la propia obra silencia otras verdades como la decisiva participación en la guerra de la Independencia americana de un español, Bernardo de Gálvez, amigo personal de Washington y más cercano a éste que el propio Marqués de Lafayette, quien por supuesto, sí tiene un papel relevante en la obra. Si avanzamos algunos siglos, en la década de 1930 encontraremos trabajadores indocumentados que recibían órdenes de expulsión bajo condiciones similares a las de hoy. Se les acusaba de quitar el empleo a los estadounidenses y de reducir los salarios al trabajar por menos. No importaba que esas expulsiones significasen para muchos padres dejar atrás a sus hijos nacidos como estadounidenses. Una de las familias que recibieron orden de expulsión entonces fue la de Julián Nava –que a la postre sería primer embajador de los Estados Unidos en México– y su familia.
Hay verdaderos expertos en crear “cuentos chinos”, en reescribir historias de la Historia. Es ignominioso querer “fabular” con aquéllos que no vivieron ni conocieron tiempos pasados pero que deberán seguir testimoniando para el futuro. y es además inconstitucional amenazar o engañar a la prensa para que de fe y constancia de hechos falaces. Pero ambas cosas se hacen. Los que mienten a los más jóvenes haciéndoles creer lo que no fue son mezquinos. Los que además se valen de los mayores para que por educación, falta de memoria o conveniencia no les lleven la contraria son además sinvergüenzas.
Pew Research Center publica un estudio en el que señala que durante el año fiscal 2015 el número de inmigrantes mexicanos deportados en la frontera con Estados Unidos fue el más bajo en 50 años. También es un hecho que los índices de inmigrantes mexicanos emigrando a los Estados Unidos descendieron especialmente a partir de la “Gran Recesión” de 2007, según informa el Iº Nacional de Estadística y Geografía mexicano (INEGI). Entre 2009 y 2014, 86.3% de emigrantes mexicanos que dejaron México fue para emigrar a Estados Unidos. En los noventa la cifra era de alrededor el 95%.
De los 6.9 millones de inmigrantes mexicanos indocumentados en Estados Unidos en 2007 se pasó a 5.6 millones en 2014, según estimaciones del centro Pew.
Este descenso se debe a una disminución de los trabajos disponibles (especialmente en construcción), al endurecimiento especialmente desde 2005 de las leyes de inmigración en la frontera con Estados Unidos y al aumento de deportaciones de inmigrantes mexicanos.
No olvidemos que el gobierno del Presidente demócrata Obama alcanzó el triste récord del mayor número de deportaciones de la historia y que, a las personas que fueron conminadas a abandonar el país, hay que sumar aquéllas otras que retornaron “voluntariamente”.
Y si frente a las injustas declaraciones del candidato republicano Trump contra los inmigrantes mexicanos hemos de contraponer las pro-inmigrantes del ala demócrata, el boomerang histórico nos recuerda que fue precisamente un republicano, Ronald Reagan el que otorgó una amnistía que supuso el perdón –y la subsiguiente regularización– del mayor número de inmigrantes indocumentados durante décadas– y que, la candidata demócrata Clinton en la toma de decisiones en su despacho, cuando las cámaras no estaban delante no actuó como alguien muy pro-inmigrante sino más bien como aquéllos a los que, ahora sí ante las cámaras, apunta y critica. Si unos y otros quisieran, si los de este lado de la frontera y los de aquél verdaderamente quisieran, el problema no sería tal o al menos no estaríamos igual que ochenta años atrás. Así que, es responsabilidad de unos y de otros, de los de aquí y de los de allá. De los de entonces y de los de ahora.
Cansada de los cuentos chinos de unos y otros, no me queda más que contarles otro cuento… chino por supuesto: Un poderoso emperador convocó a los sabios de su reino y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras meses de deliberaciones, los sabios se presentaron ante el emperador con una frase: “También esto pasará”.
No piensen que las fullerías nos quedan lejanas. Echen un vistazo a su alrededor, en su ciudad, pueblo o vecindario, Seguro que encuentran quien intenta escribir la historia “a su manera”, su historia, la de él, la de ella y la suya. Tenemos los políticos que merecemos tener y no les podemos exigir lo que nosotros mismos no seamos capaces de cumplir. Tener sociedades en Panamá no es sinónimo de ser un estafador y no tenerlas tampoco es sinónimo de ser un santo. Aunque estas elecciones también pasarán y parece que sólo vale el que vota, animemos a los latinos a reunir los documentos necesarios para registrarse y posteriormente votar, para reclamar sus derechos como ciudadanos estadounidenses. Los votos latinos pueden marcar la diferencia como nunca antes. Pero, no se dejen engañar. A los cuentos chinos y a los que se los inventan, a ésos, ni agua ni mucho menos su voto. Ellos, tarde o temprano también pasarán.