Romanos

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Seguimos avanzando en nuestro básico recorrido por los libros bíblicos, en esta ocasión nos toca darle una mirada a una de las obras cumbres del apóstol Pablo, esto es, el libro de Romanos.

Martin Lutero escribió acerca de este libro:” La epístola de Romanos es la verdadera obra maestra del Nuevo Testamento y el más puro y verdadero evangelio, que bien vale la pena y merece ser aprendido por el hombre Cristiano no solo de corazón y palabra por palabra, sino tratado diariamente como el pan de cada día de las almas de los hombres. Nunca va a ser demasiado o excesivamente leído o estudiado, y cuanto más se lo disfrute más precioso se volverá y más sabroso gustará”.

Romanos.

Su nombre se genera a partir de los destinatarios de la carta, los creyentes que habitaban la capital del Imperio Romano, es decir los romanos. Se sabe que en el día de Pentecostés, narrado en el libro de los Hechos, y que tomara lugar en la ciudad de Jerusalén, varios de los presentes en la predicación de Pedro eran judíos que habían llegado a Jerusalén para celebrar dicha fiesta, ver Hechos 2:5, se cree que después de la impactante predicación de Pedro y luego de unirse a la nueva iglesia, volvieron a su ciudad con las buenas nuevas, formando así este grupo de creyentes al cuál Pablo dirige su carta.

Las evidencias bíblicas apoyan con certeza la idea de que ninguno de los apóstoles había visitado la capital romana, echando así por tierra la creencia de que Pedro había fundado la iglesia en esta ciudad.

El apóstol Pablo habla con términos bien contundentes en Romanos 15:20-21: ” Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio de Cristo, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito…”

Nadie disputa la autoría de Pablo como escritor del libro.

Pablo era de la tribu de Benjamín, y su nombre judío era Saúl, al igual que el primer rey de Israel que también era de la misma tribu, pero debido a que Pablo era ciudadano romano era conocido con su nombre griego (Pablo).

Pablo nació alrededor del tiempo del nacimiento de Jesús, en Tarso, ciudad importante de la provincia romana de Cilicia, localizada en Asia Menor hoy Turquía moderna. Pasó gran parte de su niñez estudiando a los pies de un gran maestro judío llamado Gamaliel, Pablo era un fariseo, miembro de la secta judía más estricta.

Después de su milagrosa conversión cuando iba camino a Damasco a perseguir y atrapar cristianos, Pablo inmediatamente comenzó a predicar el evangelio, pero una de las etapas más importantes de su vida las pasó en Arabia Nabatea, al sureste del Mar Muerto, en este período de tres años Pablo recibió gran parte de su doctrina como revelación directa del Señor (ver Gal 1:11-12).

Pablo escribió Romanos desde Corinto, como las referencias a la hermana Febe (Ro 16:1); Cencrea era el Puerto de Corinto, Gayo (Ro 16:23), y Erasto (Ro 16:23), quienes estaban asociados con Corinto, indican que el Apóstol escribió el libro desde esa ciudad hacia el cierre de su tercer viaje misionero, probablemente alrededor del 56 dc.

Se cree que para esos tiempos Roma, la capital y ciudad más importante del Imperio Romano, tenía una población de 1 millón de personas, muchas de las cuales eran esclavas. Pablo había buscado por mucho tiempo visitar la iglesia romana, pero se le había hecho imposible hacerlo. En la providencia de Dios, la incapacidad de Pablo de visitar Roma le dio al mundo esta obra maestra inspirada de doctrina del evangelio.

El propósito primordial de Pablo al escribir romanos fue enseñar las grandes verdades del evangelio de la gracia a creyentes que nunca habían recibido instrucción apostólica. La carta a su vez lo introdujo a una iglesia en donde él era personalmente desconocido, pero esperaba visitar pronto por varias razones importantes: edificar a los creyentes; predicar el evangelio; y conocer a los cristianos romanos, para que pudieran alentarlo a él, orar mejor por él, y ayudarlo con su ministerio planificado en España.

El tema principal de romanos es la justicia que viene de Dios: la gloriosa verdad que Dios justifica por gracia a pecadores culpables, condenados, únicamente a través de la fe en Cristo solamente. Los capítulos 1-11 presentan las verdades teológicas de esa doctrina, mientras que los caps. 12-16 detallan su manifestación práctica en la vida de los creyentes individuales y la vida de la iglesia entera.

Algunos temas específicos teológicos incluyen principios de liderazgo espiritual (1:8-15); la ira de Dios en contra de la humanidad pecadora (1:18-32); principios de juicio divino (2:1-16); la universalidad del pecado (3:9-20); una exposición y defensa de la justificación por la fe solamente (3:21- 4:25); la seguridad de la salvación (5:1-11); la transferencia del pecado de Adán (5:12-21); santificación (caps. 6-8); elección soberana (cap. 9); el plan de Dios para Israel (cap.11); dones espirituales y piedad práctica (cap. 12); la responsabilidad del creyente para con el gobierno humano (cap. 13); y principios de libertad cristiana (14:1-15:12).

La discusión de Pablo de la perpetuación del pecado de Adán (5:12-21) es uno de los pasajes teológicos más profundos en todas las Escrituras, y es uno de los pasajes más enigmáticos de todo el libro, el apóstol se dispone a mostrar cómo la muerte de un hombre puede proveer salvación a muchos. Para probar su punto, utiliza a Adán para establecer el principio de que es posible que las acciones de un hombre afecten de manera inexorable a muchas otras personas.

Algo que debemos comprender es que cuando la Biblia habla del pecado que entró a la humanidad, no necesariamente se refiere a algún tipo de pecado en particular, sino a la inclinación natural del hombre, esa propensión inherente a la raza humana que entró a la misma a partir de la caída de Adán, en otras palabras los hombres se convirtieron en pecadores por naturaleza.

Adán transmitió a todos sus descendientes la naturaleza pecaminosa inherente que llegó a poseer a causa de su primer acto de desobediencia. Esa naturaleza está presente desde el momento mismo de la concepción (Sal.51:5), lo cual hizo imposible que el hombre viviera de tal modo que agradara a Dios.

Puesto que su pecado transformó su naturaleza interior y trajo muerte espiritual y depravación, esa naturaleza pecaminosa pasaría también por vía genética a su posteridad.

Adán no fue sometido a muerte inmediata por su pecado, pero producto del mismo, esta se hizo una certidumbre penosa para él y su posteridad.

Por cuanto la humanidad entera existía en los lomos de Adán, y mientras la procreación heredó su condición caída y depravada, puede decirse que todos pecaron en él. Por lo tanto, los seres humanos no son pecadores porque pequen, sino que pecan porque son pecadores.

Por otro lado debemos comprender que su destino de destrucción, debido al reinado de la muerte no viene producto de sus actos pecaminosos en contra de la ley dada por Moisés, dado que todavía no había sido recibida, sino producto de su propia naturaleza pecaminosa heredada.

Tanto Adán como Cristo fueron similares en el sentido de que sus actos afectaron a muchos otros, a esto se refiere Pablo cuando compara a Adán con Cristo como la figura del que había de venir, dando claramente a entender que así como por Adán recibimos el pecado y la maldición del mismo, así como por el primer hombre y su pecado recibimos la muerte, ahora a través de Cristo, los pecadores recibimos la transferencia de su justicia a nuestro favor, para presentarnos delante de Dios, santos, aprobados y sin mancha.

Pablo contrasta brillantemente el acto condenatorio de Adán y el acto redentor de Cristo, diferenciándolos en su eficacia (v.15), su alcance (v.16), su eficiencia (v.17), su esencia (vs.18, 19), y su energía (vs.20, 21).

Otro de los temas que el Apóstol defiende y enseña apasionadamente en este libro es la ‘seguridad de la salvación’, veamos el pasaje del capítulo 5, versos 1 al 11, desde el mismo comienzo del capítulo Pablo refuta enérgicamente la idea equivocada de que Dios justifica a los pecadores con exclusiva base en la fe, pero después estos deben preservarla por y con sus buenas obras.

Su argumento es bien contundente, los creyentes están vinculados eternamente con Dios gracias a Jesucristo, y serán preservados por su poder y no por el esfuerzo humano.

Para el cristiano las evidencias de ese vínculo eterno son: su paz con Dios (v 1,2); su posición firme en la gracia (v 2a); su esperanza de gloria (va 2b- 5a); su recepción del amor divino (va 5b-8); su escape irreversible de la ira divina (vv9, 10) y su gozo en el Señor (v 11).

El amor de Dios por los suyos es invariable porque no se basa en cuán dignos seamos de recibir amor, sino en la constancia de su propio carácter perfecto, y no solo esto, sino que Cristo soportó la plenitud de la ira de Dios en el lugar que correspondía al pecador que cree, por eso no queda ira alguna para el creyente.

En otras palabras, mientras éramos enemigos de Dios, Cristo por su muerte pudo reconciliarnos con Dios. Ahora que somos hijos de Dios, es indudable que el Salvador puede preservarnos por su poder viviente.

Como dice el versículo 10, ‘somos salvos por su vida’.

Muchos hermanos dudando se preguntan acerca de la vida de santidad que un cristiano debe mostrar, y ponen todo el énfasis en eso, olvidándose que primero viene la salvación que es de Dios, la cual es totalmente gratuita e inmerecida y luego como señal externa de esa salvación vienen los frutos de una vida santa que un creyente va a exhibir, no como necesidad de alcanzar o retener algo, sino como un fruto natural de su nueva naturaleza, hechura de Dios y no de el hombre.

La santidad externa es el fruto, el resultado de un cambio en el estado espiritual del hombre, de muerto en pecado a nacido espiritualmente de Dios por el Espíritu Santo, por ende operando un cambio de adentro hacia afuera.

Generalmente se confunden las apariencias externas con genuinas manifestaciones producto de la santificación que el Espíritu de Dios produce en la persona, no debemos confundir ser una persona de buena moral con el regeneramiento progresivo que Dios ejecuta en el hombre. Si bien es verdad que el verdadero creyente va a producir buenos frutos, no se debe creer que por el solo hecho de producir buenos frutos externos se alcanzará la salvación, la cual es un regalo inmerecido y gratuito otorgado por Dios.

La nueva naturaleza otorgada por Dios, y confirmada por el Espíritu Santo morando en el creyente va a ser posible para el cristiano que la ley de Dios se cumpla en su vida, pero es un error creer que para alcanzar la salvación se debe cumplir la ley, dado que la palabra de Dios es bien clara, la ley fue introducida por Dios para que podamos conocer el pecado, y ser consientes de cuán condenados estábamos y que necesitábamos a Jesucristo para ser salvos, es imposible para el hombre depender en su salvación en cumplir la ley, la ley solo lo condena, y nosotros no necesitamos justificarnos a nosotros mismos, Jesucristo es nuestra justificación delante del Padre, su perfección ha hecho posible que la entrega de su vida sea suficiente para cumplir con las demandas de justicia de Dios Padre.

A esta altura nos hemos metido en aguas profundas, y sin dudas, solo el Espíritu de Dios puede traer revelación de estas verdades al corazón del lector, esto no es matemática o una ciencia de comprensión humana, el factor fe es crucial, y si no la tenemos, evidentemente es imposible que lleguemos a aceptar las verdades de Dios, ni siquiera digo comprender, dado que nuestra finita mente humana no llega, ni legará a comprender completamente las verdades de la revelación de Dios.

Por eso, quién escribe, ha decidido poner su fe en Dios, en su amor y misericordia, y no confiar ni por un minuto en el engañoso corazón humano, ni en ninguna clase de obras que revestidas de aparente verdad y espiritualidad no son más que un mero plagio de las realidades divinas.

Como anteriormente compartiera con ustedes, la mayor parte de este material es inspirado y a veces extraído de la Biblia de Estudio MacArthur, la que encarecidamente les recomiendo para su propia edificación espiritual.

Pero para terminar con esta reseña del libro de Romanos quisiera compartir con ustedes algunos pensamientos y verdades extraídas e inspiradas del libro “Romans .Expositions of Bible Doctrines Taking the Epistle of Romans as a Point of Departure” de Donald Grey Barnhouse.

Pablo se presenta a sí mismo como ‘siervo’ de Jesucristo, la palabra en inglés es ‘bondslave’ y se refiere a la entrega incondicional y voluntaria que el apóstol tuvo hacia Dios.

Ahora bien, el hecho de que Pablo eligiera expresar su relación con Dios con esta palabra no es algo accidental, el se llama a si mismo mas que un esclavo, el se llama, un siervo de Jesucristo. La frase nace de una ceremonia descrita en el libro de Moisés.

Los primeros hombres de Israel tenían en su sistema económico establecido en la ley de Moisés, regulaciones acerca de los hombres que caían en deudas, que se endeudaban con otros y no podían pagar. El deudor se convertía en propiedad del adeudado, exactamente, en su esclavo. Pero ese estado de esclavitud tenía un final, terminaba exactamente a los 7 años de haberse hecho esclavo, cuando todos los deudores o esclavos eran liberados y se podían ir volviendo a ser sus propios dueños, los propios responsables de sus vidas. Algunos de ellos, una vez que estaban libres se daban cuenta de que volverían a caer en deuda, debido a su propia falta de habilidad para mantenerse a sí mismos en la dura economía de un mundo cruel. Ellos recordaban que cuando eran libres no comían bien, pero ahora bajo dueños de buen corazón eran bien alimentados y Vivian en casas seguras y estables. Empezaban a mirar a su futura libertad con ansiedad y miedo, dándose cuenta que muy pronto volverían a vivir escasez, hambre y desprotección.

Sin lugar a dudas, estaban aquellos que querían escaparse de la opresión de los malos dueños, pero para aquellos otros que sabían de la bondad y el amor de sus propietarios, la ley contemplaba una posibilidad, proveyéndoles un camino para mantenerse como voluntarios siervos, esclavos en su propia elección, para así seguir gozando de los beneficios y cuidados de los bondadosos dueños.

Aquellos que así lo quisieran podían ir a sus dueños y hacerles saber de su intención de permanecer con ellos como esclavos. El entonces era conducido al tabernáculo donde los sacerdotes lo llevarían a la puerta y le harían un agujero en el lóbulo de su oreja, y a partir de ese momento el seria el esclavo de su dueño. El seria conocido como un siervo, más que un esclavo, el pudo haberse ido libre, pero decidió permanecer como un siervo debido al amor de su bondadoso propietario. Adonde sea que él fuera, la marca en su oreja manifestaría el amor y el carácter de su bondadoso dueño.

Casi que podemos ver al apóstol Pablo, cantando con alegría y emoción las estrofas de ese himno, “Amo. amo a mi Señor, no quiero ser libre. el pagó el precio por mi”.

Que dulce ironía, si queremos conocer la verdadera libertad debemos someternos a nuestro Señor Jesús, ser sus siervos, sus esclavos, decir voluntariamente como Pablo, aquí estoy Señor, no iré a ninguna parte, ¿en qué lugar estaré mejor si no es contigo en tu casa?

Desde el principio mismo la humanidad ha sido sometida a diversos maestros y diferentes tipos de esclavitud, principalmente por sus propios miedos e intenciones de su corazón. La esclavitud hacia uno mismo trae consigo todo otro tipo de esclavitudes y opresiones, y verdaderamente no hay libertad sino es gracias al trabajo redentor de Dios en Cristo.

En medio de su opresión, los hombres que se resisten y no están dispuestos a aceptar la verdadera libertad que viene a través de la muerte de Jesús y la compra de nuestras almas de la esclavitud de nuestro propio yo, el pecado y Satanás son culpables de haber construido un sistema de falsificaciones que pueden a veces pasar como libertad. Hasta que los hombres no vengan a Cristo todo lo que intenten será simplemente ‘buenas intenciones’ de conocer el estado de libertad..

Para terminar, quiero compartir con ustedes algo que para los tiempos que corren es de suma importancia, en especial para saber reconocer las ‘autenticas obras’ de Dios a las ‘imitaciones baratas’ de los deseos humanos.

El versículo 1 reza : ” Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios.”

El texto claramente manifiesta que Pablo fué llamado, el no fue por si mismo. Dios lo eligió y lo preparó para cumplir su objetivo.

Hay una muy buena historia que cuenta de este querido predicador negro que sabia bien acerca de esto, tenia en su interior una clara revelación acerca del llamado de Dios, y entendia de principios espirituales. Un joven ministro, mas bien petulante y seguro de si mismo, vino a predicar, después de escucharlo atentamente, el anciano le dijo:¿fuistes enviado o simplemente tu vinistes?.

En el Antiguo Testamento hay un montón de historias que cuentan de profetas que hablaron sin haber sido enviados por Dios, y ellos fueron duramente reprendidos. Cada cristiano debe considerar esto cuidadosamente, si tienen posiblidad de no entrar en el ministerio y realizarse en otras areas de la vida, mucho mejor, quiere decir que Dios no les ha llamado al ministerio, ahora bien, si el deseo de servir a Dios, es una necesidad que sobrepuja desde lo mas intimo del ser, entonces, puede ser que como a Pablo, Dios te este llamando a servirlo.

No tengamos miedo en considerar esto, no todos estamos llamados a un ministerio activo, y no solo eso, hay varias reglas de supervisión que Dios pone para nombrar ministros, y sobretodo en el Nuevo Testamento Pablo instruye en esto a las iglesias primitivas, aquel que vaya a hablar en nombre de Dios, debe ser en primer lugar, llamado por Dios en su corazón, llamado por su congregación y confirmado por los ancianos y siervos de la misma, después de un exhaustivo análisis de su caracter cristiano, y debe prepararse en el estudio de la Palabra y la comunicación eficaz de la misma , para que como dice Pablo, no sea averguenze o sea avergonzado debido a su falta de capacidad y habilidad para dar el mensaje.

Una vez mas, la enseñanza y predicación de la Palabra no es para cualquiera, es solo para los ‘obreros aprobados que no tienen de que avergonzarse’.

En mi caso particular, no he sido llamado a predicar , comparto estas enseñanzas basado en la premisa biblica de hablar cosas que sean de edificación para los hermanos en el Cuerpo de Cristo, no me atribuyo ni me adjudico ningun tipo de licencia especial de parte de Dios, ni siquiera un llamado a enseñar, aunque mi Pastor me este preparando para la enseñanza de la palabra en la Iglesia, lo tomo como una responsabilidad de cualquier creyente, amar la palabra e instruirse en la misma, para honrar a Dios como hicieron los hermanos en la iglesia de Berea, “…pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada dia las escrituras para ver si estas cosas eran asi.” Hechos 17:11b

Hasta aqui llegamos por ahora, en la próxima veremos mas de Pablo y sus epístolas.

Dios le bendiga !!!

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