Semana Santa

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Por Irene Calvo

¡¡¡Acabo de aceptar la propuesta de matrimonio de mi novio!!¡ Estoy feliz todo es maravilloso y tan romántico!!! Estamos preparando todo con el más mínimo detalle disfrutando cada momento y … Aquí estamos en el momento fatídico de hacer la presentación de los futuros consuegros.

Hemos pensado en un terreno neutral, un restaurante; nada de casa de unos u otros. Lo ha elegido mi futuro marido (que bien suena marido ¿verdad?) Un restaurante un poco de personas mayores, por no decir viejos, pero estoy tan enamorada y soy tan joven que me parece hasta gracioso cenar en un hospicio.

El lado positivo es que los consuegros no hablan el mismo idioma. En la esquina de la derecha: mi futuro suegro (y esto ya no suene tan bien) anti políglota, narcisista y egocéntrico (huy que mala me estoy poniendo) que piensa que su italiano lo entienden en todo el mundo y en la esquina de la izquierda: mi madre que comunica (por no decir que no para de hablar) con mucha facilidad 24 horas al día y que piensa que hablando despacio en español la entienden en todo el mundo, no habrá tregua…

Primer round:
Salgo de casa con un gin-tonic cargadito entre pecho y espalda.

Segundo round:
Hacemos las presentaciones, nos sentamos, traduzco lo que me da la gana y como quiero. Pedimos el vino lo prueba mi madre y dice que no está bueno, le doy tal codazo en el esternón que casi se le sale la dentadura de la órbita facial.

Tercer round:
Con los entremeses mi futura suegra (a estas alturas de nivel alcohólico ya no me suena a nada ni bien ni mal) saca el tema de las procesiones de Semana Santa y una foto de mi familia política disfrazada de nazarenos. Mi madre ni corta ni perezosa se ríe como Jack Nicholson en la película “Shining” diciendo:
“¡¡¡Si parece la portada de una revista del horror!!!”
Mi futura suegra que ha estado bastante calladita me pide que traduzca y yo bebiendo de un trago el vino que efectivamente sabe a vinagre traduzco diciendo que están todos horriblemente guapos.

Cuarto round:
Mi suegra, que piensa que estamos interesados en la Semana Santa, nos invita a conocerla en su pueblo natal para poder disfrutar de las procesiones. Disfrutar, que en mi mente ha sido siempre un verbo positivo y alegre se convierte improvisamente en algo cupo y negro. Semana Santa es, por desgracia, la semana que viene… en mi estado etílico me pregunto si esta cosa de casarse es una buena idea.

Quinto round
Y aquí estamos en un hotel de 3 estrellas sin glamour alguno en una habitación triple mis padre y yo. El baño es zona franca de mi padre, el mando de la televisión objeto de deseo de mi madre y la cama supletoria con colchón de 2 centímetros mi nido durante 2 largas noches.

Sexto round
La primera procesión: el Cristo Muerto, sale a las 4 de la madrugada. Nos despertamos a las 2 porque hay que coger buen sitio, yo he tenido 5 minutos de baño así que debajo del plumífero me he dejado la parte de arriba del pijama. El Cristo está muerto, porque si en estos casi 2000 años no se hubiera muerto con este madrugón lo hubiera hecho ahora mismo con los meneos que le dan al pobre. Sale por la puerta de la Iglesia a las 4 de la mañana a esa hora estoy muerta yo también de cansancio y propongo un cafecito con leche, mi madre añade un “cornetino piccolo” ni café ni leches hay que seguir la procesión y a las 11 se nos permite tomar el famoso café, me quito el plumífero pero me lo pongo corriendo cuando veo la cara de mi futuro marido (que visto en cansancio ya ni me suena bien ni me parece romántico) de pánico en el Transiberiano cuando ve que estoy en pijama.

KO
A la una de la tarde ya no podemos más y derrengados nos vamos al hotel “sin charme”, me tiro en la cama así tal cual llego…
Me despierto de repente sudando, ¿¿¿dónde estoy??? ¡ ¡ ¡Que susto en casa!!! Todo ha sido una pesadilla gracias a Dios (o al Cristo muerto) estoy divorciada…