WGMD realizó un especial dedicado a Haití en su programa de los domingos “Hola…” el pasado Domingo 17 de Enero.
A lo largo del programa fueron entrevistadas diversas personalidades que, mostraron la realidad haitiana tras la catástrofe y la necesidad de ayuda de la comunidad haitiana, que cuenta con numerosos miembros en el estado de Delaware.
Hoy en Delaware ofrece una carta remitida por el Padre Provincial Oblato de Haití al Padre General en Roma R.P. Wilhelm Steckling, que muestra de una forma cercana y real el caos en el que se está viendo sumido el país.
“Carta del Padre Provincial Oblato de Haití al Padre General en Roma R.P.Wilhelm Steckling”
Puerto Príncipe, 14 de enero de 2010
Querido Padre General,
Utilizo lo que queda de carga en mi computador portátil para escribirle este mensaje. Se enteró ciertamente de que el martes 12 de enero de 2010 a 4:53 pm, un violento terremoto (de magnitud 7.3 de la escala de Richter) abatió a Haití y prácticamente destruyó la ciudad de Puerto Príncipe.
La mayoría de los grandes edificios se derrumbaron.
La casa provincial fue dañada seriamente, y la nueva construcción (el Anexo) se cayó.
El escolasticado también se hundió. Los dos formadores (el P. Muscadin y Almonor) así como los dos escolásticos que se encontraban allí (Ronel y Johnny), con el P. Jean-François Printemps, que estaba de paso, se encuentran sanos y salvos.
Los otros escolásticos estaban en una conferencia en el CIFOR, que daba una médico brasileña. El CIFOR se desplomó y la conferenciante falleció, así como un escolástico oblato, Weedy Alexis, y un escolástico espiritano de nombre de Stéphane Dougé. Hasta ahora, el microbús del escolasticado de los Montfortianos está bloqueado bajo las ruinas, con catorce pasajeros a bordo, nueve de los cuales son Montfortianos. No se puede hacer nada hasta ahora para sacarlos de allí. Hay un sobreviviente, ya que se escucha su voz, habla, pero es todo lo que puede hacer.
Es la catástrofe, la desolación total en Haití. Desde el miércoles por la noche, todos los habitantes de Puerto Príncipe se ven obligados a dormir a la intemperie, y nosotros también, ya que hay réplicas de vez en cuando. Se extiende el miedo y tomamos todo lo que se puede hasta ahora tomar como precaución.
No hay medios de comunicación, ni de información. Con un poco de suerte, se puede utilizar el teléfono. Aún no podemos comunicarnos con los hermanos en provincia.
No hay electricidad, ni agua en la casa provincial, tampoco internet. Me imagino que esta debe ser la misma situación un poco en todas partes aquí en Puerto Príncipe.
Ayer, el Padre Loubeau y yo nos hemos visto obligados a hacer un viaje por las calles para ir al escolasticado. Por todas partes se escuchan lamentos, llantos, y denuncias. Las calles están cubiertas de cadáveres.
También se vinieron abajo: el arzobispado de Puerto Príncipe, el Palacio de Gobierno, la catedral, la iglesia del Sagrado Corazón, el Seminario Mayor de teología en Turgeau, el Seminario Mayor de filosofía en Cazeau, la iglesia episcopal de la Santa Trinidad y varias otras grandes iglesias y escuelas católicas y protestantes.
Sólo por la mañana de ayer se pudieron extraer desde las ruinas, los restos de Mons. Joseph Serge Miot, arzobispo de Puerto Príncipe. El Vicario general está aún bajo las ruinas: ya no se escucha su voz. Un profesor del Seminario Mayor de Turgeau y tres seminaristas permanecieron bloqueados dentro del Seminario. No se les escucha.
Hasta ahora, se contaron ocho muertos entre los seminaristas de Cazeau. (Pero los Oblatos de Blanchard y Sibert se salvaron).
La ayuda llegó ayer por la mañana de Estados Unidos, Francia, y de la República Dominicana. Pero, aun no pueden hacer mucho, puesto que siguen las réplicas. Se prevé el final de las réplicas para el viernes por la noche.
Debimos enterrar al escolástico oblato difunto ayer por la tarde al mismo tiempo que al espiritano, en el patio de los espiritanos (su iglesia y su casa fueron destruidas, también). Ya que allí no hay morgue que funcione. No hay más ayudas. Esta mañana a las 8 hrs., vamos a hacer una ceremonia fúnebre conjuntamente con los espiritanos.
Comprende, Padre General, que los daños deben ser inmensos. No se los puede aún evaluar, aunque el Primer Ministro habló de cien mil muertos aproximadamente. El balance es mucho peor que eso, ya que también hay heridos, desaparecidos, y daños materiales.
Se cuenta hasta ahora a varios sacerdotes, hermanos, y religiosas desaparecidos.
Esta es, Padre General, una tentativa de describir lo que estamos viviendo. Puesto que debo terminar rápidamente para no agotar toda la carga, comprenda que no puedo informar de todos los hechos ni respetar cierto estilo.
Gracias por su comprensión y por su solidaridad.
Sabemos que piensa en nosotros y que nos eleva por la oración al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María, nuestra Madre Auxiliadora.
P. Gasner Joint, OMI