Entre los titulares destacados de nuestra web en el momento en que escribo esta columna, aparecen dos mujeres que han sido noticia en estos días: la dominicana Francisca Lachapel y la norteamericana Hillary Clinton, quien el mismo día que Francisca fue proclamada ganadora del concurso Nuestra Belleza Latina 2015, anunciaba su candidatura oficial a la Presidencia de Estados Unidos por el partido demócrata para competir en las elecciones de 2016.
“Cada día los estadounidenses necesitan un luchador y quiero ser esa luchadora”, dijo Clinton.
Personalmente, creo que dentro de cada mujer hay siempre una gran “guerrera”.
Se podría pensar que la lucha de Lachapel ha sido sólo para ser la más bonita. Estoy segura de que no ha sido la única batalla que ha librado y que como muchas mujeres que intentan promocionarse habrá tenido que batallar para ser respetada por mujeres y hombres.
Al igual que Clinton, quien se preparó intelectualmente para desarrollar las diferentes posiciones que ha ocupado desde que finalizó sus estudios universitarios, pero también para luchar entre sus propios compañeros de partido para lograr ser candidata. Baste recordar aquella larga batalla de las primarias de 2008 en la que fue ganada por su compañero de partido Obama.
Al igual que Sarah Palin, que se postuló para vicepresidenta también en la campaña de 2008 por el partido contrario a Clinton, pero a quien, como a Hilary, se la combatió desde dentro y fuera de su propio partido.
Así que, las mujeres han de librar además de las mismas luchas que los hombres por conseguir sus metas, una batalla más, la que las descalifica por ser mujeres, y esta batalla desafortunadamente no es sólo contra los hombres sino en muchos casos contra las propias mujeres.
La lucha de Hilary Clinton por la presidencia de los Estados Unidos no es improvisada.Se inicia en la Universidad y se libra desde el momento en que “el otro Clinton” fue gobernador de Arkansas y la pareja pactase que Hillary, apoyaría a Bill para la presidencia de los Estados Unidos si después, Bill hacia lo propio.
¿Y por qué no al revés me pregunto?
Lo interesante de la mujer actual es que, cada vez en mayor medida va abandonando sentarse en la mesa de la cocina para pasar a hacerlo en los Consejos de Administración.
Lo fascinante es que, cuando una se sienta en un consejo de administración nada le impide regresar a la paz de su hogar y sentarse en la mesa de la cocina junto a su familia. Pero el orden es ése, primero la mesa del Consejo de Administración y luego la de la cocina, porque cuando una se sienta en la de la cocina desde el principio, parece que es bastante difícil que se la admita en otra mesa distinta.
El mundo no era, hasta hace muy poco, para las mujeres como lo conocemos ahora. Mujeres luchadoras – y hombres con sentido de la igualdad que las apoyaron- consiguieron que en 1926 en Gran Bretaña se aprobase una ley para que la mujer pudiese heredar los títulos y fortuna paternos, en lugar de continuar con la preferencia en la herencia de los varones aunque fueran de parentesco más lejano o que en 1927 pudieran votar .
¡Hace menos de cien años de todo eso!.
Y puesto que estos logros igualitarios son tan recientes, debemos luchar para no dar marcha atrás.
Eso me lleva a la tercera de las noticias de nuestra web con una mujer como protagonista, Adriana López, portada de nuestra revista Miss XV Magazine, distribuida junto con el periódico que tiene en sus manos.
Adriana representa el paradigma de la mujer del siglo XXI, bonita, buena estudiante y deportista, aúna lo mejor de los mundos masculino y femenino, y se erige como una persona integral, camino de una madurez que presumo y deseo espléndida.
La única forma de superación para mujeres – y hombres- es la educación. Y el siglo XXI en los países civilizados brinda esa oportunidad en igualdad de condiciones a todos.
Pero no muchas mujeres, ni hombres, la aprovechan. Sentémonos “a la mesa” de los Consejos de Administración, del despacho Oval o de las cocinas no por el hecho de ser mujeres, sino por ser de entre todos, hombres o mujeres, las candidatas mejor preparadas para estar en los lugares que ocupemos.