¿Y qué hay de los niños?

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La diferencia entre migrante y refugiado es que el primero se moviliza voluntariamente por razones personales de su lugar de origen a un destino particular para establecerse en él; mientras que el refugiado ha sido perseguido o tiene fundados temores de serlo en su país de origen por motivos de raza, nacionalidad, religión, pertenencia a un grupo social u opiniones políticas y que, estando fuera de su país de origen no puede acogerse u obtener la protección efectiva de dicho país.

El migrante se moviliza por razones voluntarias y personales y el refugiado obligado por factores externos.
Los movimientos migratorios son tan antiguos como la existencia de la humanidad. La novedad que está viviendo Estados Unidos es que sus fronteras son cruzadas en solitario por menores. Proceden de Guatemala, Honduras y El Salvador y el número ha pasado de 13,000 en 2012 a 47,000 en los últimos seis meses. La cifra podría alcanzar los 90,000 para el 30 de septiembre.

¿Es la migración en estas condiciones lo mejor para estos niños? Los datos de Census y Pew Research Center señalan que hay conexión entre abandono escolar, delincuencia, adicciones, etc. y niños criados en familias rotas, monoparentales o en situación de pobreza. ¿Qué les espera a los recién llegados? Se les está aplicando la Ley de Protección de Víctimas de Tráfico y Violencia (Victims of Trafficking and Violence Protection Act – VTVPA) que obliga a las autoridades de inmigración a entregar a los menores de edad que son detenidos en la frontera en un plazo de 72 horas a un centro de refugiados en lugar de ser deportados. La permanencia en el país se prolonga hasta tener una vista judicial sobre su caso, por lo que, si los menores son reclamados por familiares en suelo estadounidense -aunque sean ilegales-, se les reunifica y ese tiempo de espera lo hacen junto a sus familias de aquí.

La espera es aparentemente dulce para los jóvenes que se reunifican con sus familias (el 96% de los menores detenidos, 49,567 han sido entregados a sus familiares) ¿qué ocurre con los que nadie reclama? Las patrullas fronterizas se han visto desbordadas recogiendo menores y han reabierto antiguas bases militares cerradas. Cerca de 1,000 niños residen en la actualidad en esas bases, donde están hacinados. Se cuestiona la capacidad para proporcionar esta ayuda humanitaria dentro de las propias fronteras.

El gobierno de Obama ha pedido al estado de Delaware, entre otros, ayuda en materia de vivienda para los niños. El Gobernador Markell ha dicho que cree que el estado no tiene instalaciones estatales disponibles para ofrecer ayuda, aunque deja libertad a organizaciones privadas para acogerlos si así lo desean. Está a la espera de que le notifiquen si el gobierno federal envía niños a Delaware, aunque bajo el epígrafe de reunificación familiar han llegado desde el otoño alrededor de 150 menores. El Presidente ha pedido al Congreso provisión de fondos para atender los gastos generados a los departamentos de Seguridad Nacional y Salud y Servicios Sociales (Homeland Security and Health and Human Services) mientras esperan que las Cortes de inmigración procesen los casos lo más rápido posible.

Las noticias que llegan a Centroamérica, procedentes de sus consulados aquí, es que son muy pocos los niños que no se quedan en Estados Unidos y así el cónsul de Guatemala en Houston afirmaba a un periódico guatemalteco que de 240 niños que entrevistó la semana pasada en un albergue, sólo encontró uno que no se iba a reunificar porque no tenía ningún familiar aquí, La interpretación que coyotes y mafias dan a esa permanencia a las familias es que la Ley de Acción Diferida (DACA) permite a los menores quedarse en el país y ser legalizados en el futuro.

Y es cierto que se quedan, pero con un proceso de deportación abierto. Si los padres conociesen la verdad, ¿enviarían a sus hijos solos a una aventura que a muchos adultos les cuesta la vida? Sinceramente no lo creo. Ningún padre envía a sus hijos a morir por un espejismo.

El país entero se debate, entre el cambio de la Ley VTVPA, con la consiguiente devolución inmediata de los niños a sus países de origen, o la aplicación de la legislación vigente.

Y si los que defienden la posible condición de refugiados dicen que los niños vienen escapando de la violencia en sus países de origen, en Guatemala desde el Consejo Nacional del Migrante (CONAMIGUA) se manifiesta a las autoridades estadounidenses que la situación de inseguridad o violencia no se ha recrudecido especialmente desde el período en que han comenzado a llegar niños.

Me pregunto qué es lo mejor para estos niños ¿Una travesía en solitario por el desierto, conocer centros fronterizos de procesamiento como el de Murrieta… y al final todo para esperar en un ambiente incierto, una orden de deportación?
Sin embargo, esta situación es la mejor para todos los que se benefician de esas criaturas y del desconocimiento de sus familias. Me refiero a las mafias formadas por los coyotes. Creo que es responsabilidad de las autoridades, movilizarse e informar tanto en los países de origen, como aquí a los familiares receptores, cuál es la verdad y aplicar con todo rigor la justicia a todos los que trafican con los niños. El anterior Presidente de Guatemala Alvaro Colón, me dijo personalmente en 2010, que su gobierno estaba trabajando duro para mejorar las condiciones de los guatemaltecos en su país. Porfirio Lobo, anterior presidente de Honduras se manifestó de la misma manera cuando visitó Estados Unidos en 2012. ¿Qué situaciones se les están haciendo vivir a estos menores y cómo va a influir todo esto en su futuro? Confío en que los gobernantes centro y norteamericanos se sienten a hablar y obtengan pronto respuestas y soluciones, en forma de acuerdos y compromisos. Los niños no deben sufrir ni un sólo segundo por asuntos que competen única y exclusivamente a los adultos.