“La quietud en la tormenta – Gelditasuna ekaitzean” (2022) pertenece a ese tipo de cine bellamente recóndito que, sabedor de su valor, aguarda el momento propicio de cada espectador para mostrarse, como ese buen vino oculto y a la espera en la bodega o la veta que se abre en un yacimiento y revela su metal precioso.
Alberto Gastesi firma una preciosa película que narra el encuentro azaroso de dos desconocidos, Daniel (Íñigo Gastesi) y Lara (Loreto Mauleón), que conducirá, directa o indirectamente, el destino de ambos.
De hecho, la decisión del cineasta de filmar en un formato 4:3 y en blanco y negro encaja a la perfección con esa idea argumental de mostrar el vestigio duradero de algunos recuerdos intensos y trascendentales que permanecen en nuestro interior a lo largo de los años, hasta convertirse en una especie de negativo fotográfico o de película antigua.
Rodada en español, vasco y francés, “La quietud en la tormenta”, disponible en Filmin, es un film estiloso, elegante, que a la vez se desenvuelve cercano y natural. Posee aroma de cine clásico y cuenta con un ritmo sereno y apacible que no pesa. Además, su guión, a cargo también de Gastesi junto a Álex Merino, ofrece interesantes reflexiones sobre la vida, el recuerdo, el paso del tiempo o las decisiones, enmarcadas en unos diálogos magnéticos que nunca suenan impostados o desfasados. Es interesante la sutileza con la que muestra los posibles autoengaños con los que conviven los protagonistas. Curioso, por ejemplo, que Lara se olvide de cerrar la ventana de su casa en París y que encuentren una ventana rota en el nuevo piso que pretenden comprar, como si algo se obstinara en perturbar el orden creado por los personajes.
El nivel interpretativo es excelente. Íñigo Gastesi y Loreto Mauleón hacen electrizantes los cara a cara entre Daniel y Lara, el relámpago y el trueno de esta tormenta que nunca pueden darse al mismo tiempo, pero que encuentran un sosiego especial cuando están cerca. Imposible despegar la mirada de ellos en ese diálogo final que deja al espectador completamente absorto. Aunque ambos sigan sus recorridos vitales de forma individual, parecen volver irremediablemente a una especie de inicio en el que siempre se reencontrarán: los puntos de partida que tanto parecen obsesionar a Daniel en su juventud.
Por su parte, Íñigo Gastesi, quien desprende una sensibilidad especial, realiza magia en sus silencios, en sus expresiones, así como en diferenciar su Daniel en el pasado y en el presente.
Aitor Beltrán y Vera Milán también están estupendos y aprovechan al máximo sus escenas aportando calidez a Telmo y a Vera. Los cuatro logran expresar cariño y sosiego con sus personajes.
En definitiva, el cine español necesita más películas como “La quietud en la tormenta”, así que será incomprensible que no reciba nominaciones en entregas de premios. El resultado está ahí y la calidad es innegable. La obra tiene alma, perdurará por sus méritos y debería, desde ya, convertirse en un clásico instantáneo del cine español.