Por Eduardo Montalvo
Aunque en nuestro país los inmigrantes ilegales no tienen los mismos derechos que un ciudadano o residente legal, las leyes de Estados Unidos de América les garantizan derechos fundamentales e inalienables. Sin embargo, no se debe interpretar que estos derechos son un respaldo a la ilegalidad, ¡No, señor! Estos son un reflejo de los valores morales que caracterizan a nuestra nación.
Comenzando con el derecho a la vida y a la seguridad personal, en nuestro país, ninguna persona puede ser sometida a violencia, abuso o discriminación de ningún tipo. La seguridad es un principio básico que protege a todas las personas por igual. En nuestra constitución está garantizado que nadie será privado de “la vida, la libertad o la propiedad, sin el debido proceso de ley.”
Y, hablando del derecho a la privacidad, las autoridades no pueden entrar en una propiedad privada sin una orden judicial válida, ni obligar a nadie a revelar información personal sin una causa justificada. Aun siendo un inmigrante ilegal, tu casa y todas tus pertenencias materiales están protegidas por la Ley.
Por otra parte, toda persona tiene derecho a un juicio justo si enfrenta un proceso legal. Este principio no solo defiende a quienes están en este país legalmente, sino que también refuerza la integridad de nuestro sistema judicial.
Uno de los derechos más apreciados por los inmigrantes es el derecho a la educación básica. Todos los niños que viven en Estados Unidos de América tienen acceso a la educación pública, independientemente de su estatus migratorio. Esto no es un lujo, sino una inversión en el futuro de nuestra sociedad y un reflejo de nuestro sentido humanitario.
En este país, los derechos fundamentales reflejan nuestros valores, pero también exigen responsabilidad. Si quieres entender cómo vivir y prosperar bajo estos principios, te invito a leer mi libro: “Vive tu Sueño Americano”, disponible en Amazon.