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Publicaciones hacen comparación errónea entre la inmunidad al COVID-19 procedente de la infección y la que brindan las vacunas

Reportero: Kate Yandell

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Hombre siendo vacunado, posiblemente desarrollando inmunidad al covid

Compedio SciCheck

Tanto la vacunación como la infección brindan inmunidad que protege contra el COVID-19, en particular contra enfermedades graves. Pero adquirir inmunidad a través de una infección es mucho más riesgoso que la vacunación. Publicaciones que citan un nuevo estudio publicado en The Lancet omiten este importante contexto y afirman engañosamente que el estudio muestra que la inmunidad después de una infección es superior a la inmunidad tras la vacunación. Uno de los autores del estudio nos dijo que no hay “datos suficientes para afirmar definitivamente” que la inmunidad tras una infección es superior.


Historia completa

Tanto la vacunación contra el COVID-19 como la infección proporcionan cierta protección temporal contra futuras infecciones y una mayor y más larga protección contra enfermedades graves.

Un estudio reciente publicado en The Lancet combinó datos de numerosos estudios para estimar el grado y la duración de dicha protección tras enfermar de COVID-19. Investigadores del Institute for Health Metrics and Evaluation en la Universidad de Washington, descubrieron que la infección reduce el riesgo de reinfección, pero que esta protección disminuyo más rápidamente tras la aparición de la variante ómicron a finales de 2021. (Antes de ómicron y sus subvariantes, existía el virus original y sus variantes alfa, beta y delta). La protección contra enfermedades graves fue alta contra todas las variantes estudiadas.

SciCheck: Factchecking Science-Based Claims

Basándose en sus propios datos provenientes de un estudio aún no publicado, compararon la inmunidad tras la infección con la que ofrecen las vacunas. “Aunque la protección contra la reinfección por todas las variantes disminuye con el tiempo, nuestro análisis de los datos disponibles sugiere que el nivel de protección ofrecido por infecciones previas es al menos tan alta, si no más alta, que la proporcionada por la vacunación de dos dosis con vacunas de ARNm de alta calidad (Moderna y Pfizer-BioNTech”, escribieron.

Se han propagado artículos y publicaciones en redes sociales que citan este estudio para afirmar que la inmunidad tras una infección es superior a la que brindan las vacunas, o que “la inmunidad natural ofrece una mayor protección que la vacunación contra el COVID”.

La realidad es más compleja.

En primer lugar, la idea de que la inmunidad tras una infección es superior a la inmunidad que dan las vacunas exagera las conclusiones expresadas en el artículo publicado en The Lancet. Stephen Lim, catedrático de ciencias métricas de salud y coautor del estudio de The Lancet, nos dijo en un correo electrónico que los datos no demostraron que la inmunidad procedente de una infección fuese superior a la brindada por dos dosis de las vacunas, sino sencillamente que es al menos equivalente.

En segundo lugar, el estudio no analizó la “inmunidad híbrida” que es la que se obtiene tras una infección y la vacunación, que algunas pruebas sugieren que es mayor que la inmunidad obtenida tras una infección o la vacunación por separado.

En tercer lugar, la enfermedad del COVID-19 y la vacunación son fundamentalmente no comparables en ciertos aspectos. El COVID-19 es una enfermedad que ha matado al menos a 6,8 millones de personas, incluidos más de 1,1 millones de personas en EE. UU., y muchos más se han enfermado. La vacunación es una herramienta segura que las personas pueden utilizar para reducir el riesgo de contraer enfermedades graves.

“Por supuesto que las vacunas siguen siendo la forma más segura de adquirir inmunidad, mientras que la adquisición de inmunidad natural debe sopesarse frente a los riesgos de padecer una enfermedad grave y morir a causa de la infección inicial”, afirmó Lim, haciéndose eco de una afirmación similar realizada en su artículo.

Conclusiones del estudio en The Lancet sobre la inmunidad tras una infección

El artículo en la revista The Lancet es una revisión sistemática y un metaanálisis, lo que significa que los autores buscaron estudios publicados previamente que midieran la protección frente al COVID-19 en personas infectadas y no infectadas y, a continuación, combinaron los datos de los estudios para calcular la protección.

Encontraron 65 estudios de 19 países y concluyeron que “la protección contra la reinfección era alta” cuando se medían las reinfecciones por las variantes anteriores: el virus original, así como las versiones alfa, beta y delta. La protección frente a la reinfección por ómicron BA.1, la primera variante ómicron, fue “considerablemente” menor.

Con el tiempo, la protección contra reinfecciones disminuyó para todas las variantes, pero lo hizo más rápidamente con la llegada de ómicron. Utilizando datos de 30 estudios que incluían información sobre el tiempo transcurrido desde la infección, los autores calcularon que, a las cuatro semanas de una infección, la protección frente a las variantes ancestral, alfa y delta era de alrededor del 85%, disminuyendo a algo menos del 79% a las 40 semanas de la infección. La protección contra la reinfección con la variante ómicron BA.1 era del 74% a las cuatro semanas y de alrededor del 36% a las 40 semanas.

Tiene sentido que la protección contra reinfecciones disminuyera con la llegada de ómicron, ya que era más esquiva inmunológicamente y más transmisible que las variantes anteriores. Solo unos cuantos estudios incluidos en el metaanálisis analizaron la protección frente a la reinfección por subvariantes de ómicron posteriores a la BA.1, y ninguno analizó la XBB.1.5 en circulación actualmente, por lo que resulta más difícil extraer conclusiones sobre la protección actual.

Sin embargo, según los datos de un pequeño número de estudios, la protección contra reinfecciones por variantes de ómicron fue mayor si alguien tenía una infección previa por ómicron, en lugar de una variante previa a ómicron.

La protección frente a hospitalizaciones o muerte a las 40 semanas siguió siendo alta, independientemente de la variante. La infección redujo el riesgo de sufrir una enfermedad grave en casi un 89% en el caso de ómicron BA.1 y en algo más del 90% en el caso del virus ancestral y las variantes alfa y delta.

Tanto la vacunación como la infección protegen contra futuras enfermedades 

Lim nos dijo que el principal objetivo de su estudio en The Lancet era comparar la protección dada por infecciones anteriores frente a no haberlas tenido. Lim y sus colegas tienen previsto presentar en breve otro artículo en el que profundizarán en la comparación entre las vacunas y las infecciones previas.

Lim agregó que él y los otros autores concluyeron que las infecciones pasadas protegían, como mínimo, tanto como las mejores vacunas de ARNm, no que protegieran más. Esto se debe a la incertidumbre en sus estimaciones de la protección proporcionada por cada una, explicó. “Basándonos en los datos incluidos en nuestro análisis, no hay datos suficientes para afirmar definitivamente que hay una ventaja numérica entre infecciones previas y las mejores vacunas de ARNm”, dijo Lim.

Algunas publicaciones y artículos exageran la debilidad de la inmunidad inducida por las vacunas. Por ejemplo, un artículo en The Defender, ampliamente compartido, dio lugar a una publicación que afirma incorrectamente que “#COVID vaxx te hace MÁS propenso a contraer COVID”.

Como ya hemos escrito, esto es incorrecto. El artículo de The Defender cita un gráfico que compara la eficacia de las vacunas después de tres dosis frente a dos dosis, pero lo interpreta incorrectamente cuando muestra que la inmunidad adquirida por las vacunas “se volvió negativa” con el tiempo.

The Defender es una publicación de Children’s Health Defense, una organización dirigida por Robert F. Kennedy Jr. que ha difundido información errónea sobre las vacunas en el pasado

Alejandro Balazs, inmunólogo del Instituto Ragon del Hospital General de Massachusetts, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y Harvard, nos dijo en un correo electrónico que la eficacia de las vacunas varía considerablemente en función de las variantes circulantes y el historial particular de COVID-19 de una persona, incluyendo si se infectó y cuándo ocurrió en relación con la vacunación. Debido a estos factores, “la discusión sobre si la inmunidad natural es mejor que la de las vacunas requiere un nivel de matices que rara vez se aborda”, dijo.

Independientemente de qué tipo de inmunidad es mejor o más duradera, hay pruebas de que las vacunas benefician a las personas que ya han tenido COVID-19.

Lim, Balasz y Daniela Weiskopf, inmunóloga en el Instituto de Inmunología de La Jolla, afirmaron que los investigadores de The Lancet no evaluaron la inmunidad en personas que han tenido una combinación de vacunas e infecciones.

Un estudio de revisión publicado en Lancet Infectious Diseases en enero de 2023 analizó la protección contra la variante ómicron, comparando la inmunidad híbrida con la inmunidad obtenida únicamente por la vacunación o por la infección. La inmunidad híbrida proporcionó la mayor y más duradera protección contra hospitalizaciones o enfermedades graves.

Weiskopf también dijo que, aunque la infección parece proporcionar protección en general, existe un pequeño grupo de personas que no generan una respuesta inmunitaria duradera. Es difícil predecir quién podría ser parte de ese grupo.

Lim afirmó que las personas que toman decisiones sobre las vacunas primarias y de refuerzo deben tener en cuenta los riesgos individuales y los de sus contactos cercanos.

“Por ejemplo, el riesgo de sufrir una enfermedad grave aumenta drásticamente en las personas mayores, así como en las que padecen comorbilidades, como por ejemplo, las personas inmunodeprimidas. Las vacunas proporcionan un importante refuerzo de inmunidad a estas poblaciones de alto riesgo”, dijo Lim. Añadió que las vacunas también son importantes para las personas que no han tenido COVID-19, las que se infectaron con una variante anterior a la de ómicron y las que habitualmente pasan tiempo con personas de alto riesgo.

Las vacunas contra el COVID-19 son más seguras que la infección

Las publicaciones y los comentaristas que hablan de inmunidad tras una infección, a menudo omiten los peligros de las infecciones que causan COVID-19, o insinúan de forma engañosa que las vacunas contra el COVID-19 no son seguras.

Durante un segmento de Fox News en el que se mencionaba el nuevo artículo de The Lancet, el Dr. Scott Atlas afirmó que las personas previamente infectadas con COVID-19 “tienen una protección biológica mejor, no solo igual, mejor, como demuestran los datos procedentes de las vacunas”.

Atlas, un neurorradiólogo que fue miembro del grupo de trabajo sobre el coronavirus del expresidente Donald Trump y que anteriormente ha difundido información errónea sobre el COVID-19, continuó: “Las vacunas tienen efectos secundarios. Todavía no tenemos una evaluación real y precisa de los efectos secundarios a pesar de que hemos tenido 5 o 6 mil millones de dosis. Hay que preguntarse por qué”.

En la gran mayoría de los casos, los efectos secundarios de las vacunas contra el COVID-19 son leves y temporales, y algunas personas no presentan efectos secundarios. Los efectos secundarios más frecuentes son fiebre, dolor de cabeza, fatiga, dolor muscular y dolor en el lugar de la inyección. Los sistemas de vigilancia de la seguridad de las vacunas solo han detectado efectos secundarios graves en casos aislados.

Por contraste, la infección que causa COVID-19 puede provocar la muerte o problemas médicos a largo plazo, incluyendo problemas cardíacos y pulmonares.

“No creo que la inmunidad tras una infección sea superior si nos basamos en las pruebas”, afirmó Balazs, quien añadió que existen “riesgos considerables asociados a infecciones del COVID-19, sobre todo en poblaciones vulnerables. Los efectos secundarios de las vacunas son raros en comparación con los riesgos para la salud del COVID-19”.

“Sabemos que las vacunas aumentan los niveles de anticuerpos y de células T sin el riesgo de que usted se enferme”, afirma Weiskopf.

Los datos sobre la inmunidad tras la infección no son nuevos

Muchas publicaciones y artículos en las redes sociales se han enfocado en la idea de que alguien, ya sean los medios de comunicación, el gobierno o responsables de la salud pública, o algún grupo sin especificar, ha omitido o suprimido información sobre la inmunidad tras una infección. Las publicaciones más compartidas también incluyen la “inmunidad natural” en la larga lista de temas en los que “ellos” se equivocaron y declaran “¡TENÍAMOS LA RAZÓN EN TODO!”.

La idea de que las infecciones proporcionan una protección sustancial contra el COVID-19 en el futuro no es nueva. Los científicos llevan publicando pruebas disponibles sobre la inmunidad tras tener COVID-19 desde 2020, aunque al principio existía incertidumbre sobre la duración y la fiabilidad de esta protección. Los principales medios de comunicación han escrito sobre estos hallazgos. Weiskopf señaló que, como metaanálisis, el nuevo estudio de The Lancet solo se basa en estudios anteriores, lo que significa que los datos en los que se basan sus conclusiones ya estaban disponibles.

Los Institutos Nacionales de la Salud han promovido investigaciones que ayudaron a financiar para estudiar la inmunidad después de la infección, incluida una investigación que analizaba la pregunta de si las personas previamente infectadas necesitan una o dos dosis primarias de las vacunas contra el COVID-19.  Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) también han examinado con anterioridad los aspectos positivos de la inmunidad después de la infección, señalando que una infección previa ofrece protección, destacando al mismo tiempo las ventajas de la inmunidad híbrida.

Es cierto que los CDC no siempre han tenido en cuenta las infecciones pasadas en sus directrices. Algunos expertos han criticado a la agencia por este motivo.

Pero también es importante reconocer que al principio había pocos datos sobre el grado de protección inmunitaria tras una infección, dado que otros coronavirus, como los que causan resfriados, no producen una protección duradera contra reinfecciones. Dadas las incertidumbres, y la posibilidad de que algún subgrupo de personas no estuviera bien protegido, las autoridades de salud alentaron la vacunación incluso entre aquellos previamente infectados.

La agencia declaró a principios de 2021: “Debido a los graves riesgos para la salud asociados al COVID-19 y al hecho de que es posible reinfectarse con COVID-19, a usted se le deben ofrecer las vacunas independientemente de si ya ha tenido la infección por COVID-19”, explicando que se desconocía cuánto tiempo duraría la protección tras tener COVID-19 y que la inmunidad podía variar de una persona a otra.

Y durante un tiempo, tanto las vacunas como las infecciones previas fueron bastante buenas a la hora de prevenir no solo una enfermedad grave, sino otra infección. Después, con la llegada de la variante delta, y más aún con la variante ómicron y sus subvariantes, quedó claro que ni las vacunas ni las infecciones previas protegían contra infecciones durante mucho tiempo, aunque resultó que la protección contra enfermedades graves se mantuvo bien.

Para entonces, sin embargo, la acumulación de pruebas mostraba el beneficio de que las personas previamente infectadas se vacunaran, y una primera dosis de refuerzo parecía ser útil para proteger frente a la variante ómicron, como escribimos en enero de 2022. Los datos siguen sugiriendo que una o dos vacunas adicionales pueden ayudar a reforzar y ampliar la respuesta inmunitaria, ofreciendo una mejor protección frente a variantes venideras, aunque los expertos afirman que puede que no todo el mundo las necesite.

En la actualidad, los CDC afirman que “vacunarse contra el COVID-19 es una forma más segura y fiable de crear inmunidad contra el COVID-19 que enfermarse de COVID-19”. La agencia ahora dice que la gente “puede considerar” esperar tres meses después de obtener una prueba positiva o el comienzo de síntomas para recibir la siguiente dosis de las vacunas. (Algunos expertos dicen que para las personas que son jóvenes y sanas, es mejor esperar un poco más después de la infección para recibir una dosis de refuerzo).

“El hecho de que las directrices hayan evolucionado a lo largo de los últimos tres años es claramente una fuente de frustración para el público, pero refleja la naturaleza cambiante de la amenaza e incluía la mejor información disponible en cada momento”, dijo Balazs. “Con la ventaja de la retrospección es fácil criticar las decisiones de salud pública, pero la gente debería tener en cuenta que la situación sobre el terreno fue cambiando a medida que evolucionaba la pandemia, por lo que la ciencia cambió con ella”.


Traducido por Elena de la Cruz.

Nota del editor: Los artículos de SciCheck que corrigen información errónea sobre temas de salud se publican gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación.
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