Compendio SciCheck
La mayoría de las agencias de inteligencia de EE. UU. consideran que lo más probable es que el origen del COVID-19 sea el derrame desde un animal, pero informes noticiosos recientes afirman que el Departamento de Energía ahora se inclina por la hipótesis de un escape de un laboratorio. Publicaciones en línea afirman erróneamente que esto confirma que se originó en un laboratorio.
Historia completa
Todavía no hay pruebas de cómo se originó el virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19. Como escribimos en junio de 2021, la mayoría de los científicos sospechan que fue un derrame zoonótico, en el que el virus se transfirió desde murciélagos, o a través de un animal intermedio, a los seres humanos, de la misma manera como se originaron los coronavirus SRAS y MERS. Pero aún no se ha identificado ningún animal huésped, y algunos científicos afirman que es posible que se trate de un accidente de laboratorio.
En octubre de 2021, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de EE. UU. publicó un informe desclasificado sobre las opiniones en la comunidad de servicios de inteligencia acerca del enigma del origen, que también se inclinaba por un derrame natural del virus, pero incluía opiniones divididas.
Cuatro entidades gubernamentales, además del Consejo Nacional de Inteligencia, afirmaron con “un nivel de confianza bajo” que la exposición humana natural a un animal infectado con el SARS-CoV-2, o a un virus “más de un 99% similar” a este, era el origen “más probable”.
Una de las entidades (más tarde confirmada como el FBI por su director, Christopher Wray) afirmó con “confianza moderada” que el origen había sido un incidente en un laboratorio “probablemente relacionado con experimentos, manipulación de animales o toma de muestras por parte del Instituto de Virología de Wuhan”. Otras tres entidades no pudieron respaldar ninguna de las dos hipótesis: se inclinaban por una u otra, o pensaban que ambas opciones eran “igual de probables”, según el informe, basado en información disponible en agosto de 2021.
La comunidad de servicios de inteligencia (CI, por sus siglas en inglés) llegó al consenso de que “el virus no fue desarrollado como un arma biológica”, y “la mayoría” de las agencias dijeron que el virus “probablemente no fue diseñado genéticamente”, según una evaluación que realizaron con “un nivel de confianza bajo”. La CI también consideró que los funcionarios chinos no conocían el virus antes del brote de finales de 2019.
El informe también explicó las razones por las cuales las distintas entidades gubernamentales habían llegado a estas estimaciones, mostrando que la falta de confianza en la mayoría de las conclusiones se debía simplemente a la falta de pruebas concluyentes.
“La CI considera que no podrá dar una explicación más definitiva sobre el origen del COVID-19, a menos que haya nueva información que permita determinar la vía específica del contacto natural inicial con un animal, o determinar que un laboratorio en Wuhan manipulaba el SARS-CoV-2 o un virus progenitor cercano antes de que apareciera el COVID-19”, señala el informe.
No se ha revelado ninguna información que demuestre ninguna de las dos cosas: una vía zoonótica específica o que un laboratorio en Wuhan tuviera SARS-CoV-2 o algo muy parecido antes del COVID-19.
Sin embargo, el Departamento de Energía ahora estima, con “un nivel de confianza bajo”, que un accidente de laboratorio es la más probable de las dos hipótesis de origen, según el Wall Street Journal, el primero en dar a conocer la noticia de un informe clasificado realizado este año, el 26 de febrero. Otros medios de comunicación lo han confirmado desde entonces. El informe dice que el análisis del Departamento de Energía se basó en nueva información o “inteligencia”, pero no está claro de qué información se trata exactamente.
Los niveles de confianza alto, bajo y moderado en la comunidad de inteligencia se refieren al “alcance y la calidad de la información que respalda sus dictámenes”, según explica un documento de 2011 que ofrece una visión general de la inteligencia nacional de EE. UU. “Un nivel de confianza bajo generalmente indica que la información utilizada en el análisis es escasa, cuestionable, fragmentada, o que no se pueden inferir conclusiones analíticas sólidas a partir de la información, o que la CI tiene preocupaciones o problemas significativos con las fuentes de información”.
Un nivel de confianza moderado, como el de la evaluación que hizo el FBI, “generalmente indica que la información utilizada en el análisis puede interpretarse de varias maneras, o que la CI tiene puntos de vista alternativos sobre la importancia o el significado de la información, o que la información es creíble y verosímil pero no está suficientemente corroborada para justificar un nivel de confianza más alto”.
Sin embargo, varias publicaciones en redes sociales han señalado la noticia del Departamento de Energía como una prueba irrefutable del argumento de escape del laboratorio. No lo es.
Una publicación en Instagram afirmó que el Departamento de Energía “confirma que el Covid procede de una fuga del laboratorio de Wuhan”, y otra afirmó erróneamente que “el GOV de EE. UU. finalmente admite que el COVID comenzó en el laboratorio de Wuhan financiado por los NIH”, y añadió que Anthony Fauci, exdirector del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, había “mentido”.
Una publicación de Facebook afirmó que se había producido un “encubrimiento masivo”, una idea impulsada también por el presentador de Fox News, Tucker Carlson.
La actriz Alyssa Milano escribió en Instagram: “POR SUPUESTO QUE FUE UNA FUGA DE LABORATORIO”, culpando al expresidente Donald Trump de “desmantelar” una oficina del Consejo de Seguridad Nacional encargada de responder a una pandemia. (Como hemos escrito, la administración Trump sí eliminó un puesto clave, pero eso no significa que las responsabilidades laborales del puesto también fueran eliminadas).
Todas estas publicaciones han atraído cientos de miles de visitas. Pero dan una falsa impresión de lo que sabemos sobre la evaluación del Departamento de Energía.
El gobierno de EE. UU. no ha confirmado o admitido “finalmente” que un escape en el laboratorio de Wuhan diera comienzo a la pandemia.
Agencias de EE. UU. divididas, ninguna prueba revelada
Las agencias gubernamentales siguen divididas en cuanto a las hipótesis del origen, y los informes hasta ahora indican que aunque la nueva información fue determinante para el Departamento de Energía, no lo fue para las otras agencias.
El Wall Street Journal, así como el New York Times y el Washington Post, reportaron, basándose en fuentes anónimas, que ninguna de las entidades de la comunidad de inteligencia restantes han cambiado su asesoramiento del documento de la CI de 2021 en función del nuevo análisis.
Cuatro entidades gubernamentales, junto con el Consejo Nacional de Inteligencia, siguen afirmando que lo más probable es que se trate de un derrame natural del virus. Inicialmente, el Departamento de Energía se había mostrado indeciso sobre las hipótesis de origen antes de actualizar su evaluación, y la CIA sigue indecisa, según los informes noticiosos. El nuevo informe clasificado también confirma el consenso anterior según el cual las agencias juzgan que el SARS-CoV-2 no fue creado como arma biológica.
Nos hemos puesto en contacto con el Departamento de Energía y con la Oficina del Director de Inteligencia Nacional acerca de estos informes, pero no hemos recibido respuesta.
El Washington Post informó de que el Departamento de Energía se basó en los “conocimientos de un equipo formado en el complejo de laboratorios nacionales de EE. UU., que emplea a decenas de miles de científicos que abarcan muchas especialidades técnicas, desde la física y el análisis de datos hasta la genómica y la biología molecular”.
Así que, basándose en estos informes noticiosos, el Departamento de Energía se suma al FBI en favor del accidente de laboratorio como origen más probable. Pero siguen siendo los únicos que comparten esa opinión.
“En estos momentos no hay consenso en el gobierno de EE. UU. sobre cómo empezó exactamente el COVID. Sencillamente, no hay consenso en la comunidad de inteligencia”, declaró John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, en una reunión informativa celebrada en la Casa Blanca el 27 de febrero, en la cual se negó a confirmar las noticias sobre la valoración del Departamento de Energía. Kirby dijo que había un “esfuerzo común del gobierno” para determinar el origen del COVID-19 y que ese esfuerzo “todavía está en curso”.
Además, el análisis del Departamento de Energía no fue descrito como definitivo, sino más bien, según los informes de prensa, se realizó con “un nivel de confianza bajo”. Según el New York Times: “Algunos funcionarios a los cuales se les informó la inteligencia dijeron que era relativamente débil”.
Un “nivel de confianza bajo” significa que los analistas consideran que una hipótesis es la más probable, pero no lo saben con certeza. Lo “más probable” es una estimación, no una certeza. El informe nacional de inteligencia de 2011 explica: “Cuando la Comunidad de Inteligencia utiliza palabras como ‘consideramos’ o ‘evaluamos’ (frases que se utilizan como sinónimos) y ‘estimamos’, ‘probable’ o ‘indica’, la CI está realizando una evaluación o juicio analítico. Tales declaraciones se basan a menudo en información incompleta o fragmentada y no deben considerarse declaraciones de hechos, pruebas o conocimientos absolutos”.
En tales casos, “IC no dispone de ‘pruebas’ que demuestren que algo es un hecho o que establezcan una relación definitiva entre dos elementos”.
El informe de la comunidad de inteligencia publicado en octubre de 2021 dice que todas las agencias “evalúan que dos hipótesis son plausibles: la exposición natural a un animal infectado y un incidente asociado a un laboratorio”. A continuación, repasa las posibles razones de cada hipótesis, pero no incluye pruebas contundentes a favor de ninguna de ellas. Los analistas solo pudieron hacer sus evaluaciones con un nivel de confianza bajo o moderado.
El análisis general, al menos según el informe desclasificado de la comunidad de inteligencia, equivale a una suposición informada.
He aquí parte de cómo el informe describe la evaluación de los analistas que favorecieron la hipótesis del incidente en un laboratorio: “Aunque la CI no tiene indicios de que las investigaciones realizadas en sobre el WIV [Instituto de Virología de Wuhan] incluyeran al SARS-CoV-2 o a un virus progenitor cercano, estos analistas señalan que es plausible que, durante los experimentos o las actividades de muestreo, los investigadores se hayan expuesto involuntariamente al virus sin secuenciar, lo que posiblemente haya provocado una infección asintomática o leve”, dice el informe.
Michael Worobey, jefe del departamento de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Arizona, quien ha escrito sobre los orígenes del COVID-19, dijo a Associated Press que “dice mucho” que la información del Departamento de Energía “aparentemente no hiciera cambiar de opinión” a las otras entidades de la comunidad de inteligencia. También dijo que no creía que los que hacen estas evaluaciones de inteligencia “tengan la experiencia científica … para entender realmente las pruebas más importantes que necesitan entender”.
Investigaciones sobre el derrame natural
Worobey es uno de los 18 científicos que, en mayo de 2021, escribieron una carta en la revista Science en la que afirmaban: “Tanto la teoría de la fuga accidental de un laboratorio como la del contagio zoonótico siguen siendo viables”. La carta fue en respuesta a la conclusión de la Organización Mundial de la Salud de que una fuga de laboratorio era “extremadamente improbable”.
Desde entonces, Worobey ha sido coautor de dos artículos publicados en julio de 2022 por Science que apoyan la hipótesis del derrame natural del virus. “Básicamente, la literatura científica no contiene más que artículos de investigación originales que apoyan el origen natural de esta pandemia vírica”, declaró a la AP.
Uno de los artículos de Science descubrió que “los primeros casos de COVID-19 conocidos a partir de diciembre de 2019, incluidos aquellos sin vínculos directos notificados, se centraban geográficamente en” el mercado mayorista de mariscos de Huanan, en Wuhan, y que los mamíferos susceptibles al SARS-CoV-2 se vendían allí en ese momento. Reconocía que aunque las “circunstancias exactas siguen siendo poco claras, nuestros análisis indican que la aparición del SARS-CoV-2 se produjo a través del comercio de animales salvajes vivos en China y muestran que el mercado de Huanan fue el epicentro de la pandemia del COVID-19”.
Los investigadores realizaron análisis del espacio utilizando información sobre los primeros casos conocidos de COVID-19, pruebas de dónde se habían vendido en el mercado animales vivos susceptibles al SARS-CoV-2 a finales de 2019 (incluidas fotografías) y muestras ambientales de superficies del mercado que habían dado positivo al virus.
“Los análisis del espacio dentro del mercado muestran que las muestras ambientales positivas al SARS-CoV-2, incluyendo jaulas, carretillas y congeladores, estaban asociadas con actividades concentradas en la esquina suroeste del mercado”, escribieron los autores. “Se trata de la misma sección en la que los comerciantes vendían mamíferos vivos, incluidos perros mapache, tejones y zorros rojos, inmediatamente antes de la pandemia del COVID-19. Se recogieron múltiples muestras positivas en un puesto en el que se sabía que se vendían mamíferos vivos, y en el desagüe de agua próximo a este puesto, y otros desagües y un puesto de animales salvajes cercano en el lado suroeste del mercado dieron positivo para el SARS-CoV-2”.
Los autores agregaron: “Estos hallazgos sugieren que había animales infectados en el mercado de Huanan al principio de la pandemia del COVID-19. Sin embargo, no tenemos acceso a muestras de ninguno de los animales vivos de las especies pertinentes. Información adicional, incluidos datos de secuenciación y estrategias de muestreo detalladas, sería tremendamente valiosa para probar esta hipótesis de forma exhaustiva”.
El segundo artículo de Science de julio, combina simulaciones de la epidemia con un análisis de las secuencias virales para estimar que a finales de 2019 se produjeron dos derrames del virus, uno a finales de noviembre y otro a las pocas semanas, con dos linajes virales de SARS-CoV-2. “Al igual que con otros coronavirus, la aparición del SARS-CoV-2 probablemente fue el resultado de múltiples eventos zoonóticos”, dijeron los autores, refiriéndose a las transferencias de animales a humanos.
Si los autores están en lo cierto sobre los múltiples derrames, es difícil imaginar un origen de laboratorio, ya que requeriría dos fugas de virus similares pero no idénticos en un corto periodo de tiempo.
Angela Rasmussen, viróloga que estudia los virus patógenos emergentes en la Organización de Vacunas y Enfermedades Infecciosas en la Universidad de Saskatchewan, fue coautora del artículo de Science que señalaba el mercado como el epicentro. Tras conocerse la noticia de la evaluación del Departamento de Energía, afirmó en Twitter: “Las pruebas disponibles demuestran abrumadoramente que la pandemia empezó en el mercado de Huanan mediante zoonosis”.
Dijo que había pasado un año desde que el artículo se publicara por primera vez como preimpresión, antes de que se publicara en Science. “Hasta la fecha, ninguna objeción a nuestro trabajo ha superado la revisión por pares”, afirmó.
Pero Rasmussen añadió en un comentario extenso: “Siempre estoy preparada para la posibilidad de que nuevas pruebas refuten una hipótesis. … Una prueba que podría hacerme cambiar de opinión sería una prueba concluyente de que el WIV [Instituto de Virología de Wuhan] poseía un progenitor del SARS-CoV-2”.
Pero esas pruebas “no existen”, dijo. “A pesar de 3 años de una búsqueda mundial por estas pruebas, no se han materializado, mientras que las pruebas que apoyan la zoonosis asociada a Huanan han seguido acumulándose”.
Rasmussen dijo que “mantendré la mente abierta cuando y si alguna vez obtenemos más información sobre lo que ha llevado al DOE [Departamento de Energía] a cambiar su evaluación. … Pero por ahora, no veo ninguna prueba que sugiera que la evidencia científica de base actual sea incorrecta”.
El informe de la comunidad de inteligencia señaló que “muy probablemente” se necesitaría “una mayor transparencia y colaboración por parte de Pekín” para determinar el origen del COVID-19, no solo en cuanto a qué investigaciones se estaban llevando a cabo en los laboratorios de Wuhan, sino también información sobre los casos iniciales en la ciudad y los posibles animales reservorios o intermediarios. Sin embargo, el 1 de enero de 2020, poco después de que aparecieran los primeros casos, las autoridades chinas cerraron el mercado de Huanan para desinfectarlo.
“Muy probablemente, la cooperación de China será necesaria para llegar a una evaluación concluyente de los orígenes del COVID-19”, dice el informe de la comunidad de inteligencia de 2021. “Pekín, sin embargo, sigue obstaculizando la investigación global, resistiéndose a compartir información y culpando a otros países, incluido Estados Unidos”.
Traducido por Elena de la Cruz.
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