Por Eduardo Párraga
FX vuelve a confiar en una nueva serie de terror del prolífico Ryan Murphy, cadena, por cierto, que suele ofrecer unos pósters promocionales excelentes y arriesgados, dicho sea de paso.
Imparable con sus éxitosas y célebres antologías como “American Horror Story”, en emisión desde 2011 o “American Crime Story” (2016-), la reciente afición de este creador, guionista y director discurre por los recovecos de los ‘true crimes’ con “Monsters” (2022-). Y mientras rememoramos los buenos valores morales, casi extintos hoy en día, de “Pose” (2018-2021), personificados en la figura de Blanca (Michaela Jaé Rodríguez) y cruzamos los dedos con la fe depositada en un futuro regreso de “The Politician” (2019-), Murphy prefiere seguir involucrado en sus géneros favoritos: terror, misterio, thriller psicológico, drama.
“Grotesquerie” (2024-) se convierte en el proyecto más personal de Ryan Murphy, por ello ha escrito todos los guiones de los diez episodios junto a Jon Robin Baitz y Joe Baken; una refrescante sorpresa que renueva el ciclo de terror que últimamente viene ofreciendo el creador. La serie podría haber constituido una temporada adicional de “American Horror Story”, sin embargo “Grotesquerie” logra su entidad propia y acaba siendo mucho más sugerente que las últimas entregas de AHS.
Lois Tryon (Niecy Nash) inicia la investigación de una serie de crímenes horripilantes, llenos de simbología religiosa, con la inesperada ayuda de la hermana Megan Duval (Micaela Diamond), esta fuertemente influida por la figura del padre Charlie Mayhew (Nicholas Alexander Chavez). Al mismo tiempo, la detective deberá sobrellevar sus serios problemas personales, a los que se suman sus desavenencias con su hija Merritt (Raven Goodwin) y sus enfrentamientos con la enfermera Redd (Leslie Manville).
Lo cierto es que “Grotesquerie” esconde más de lo que aparenta a simple vista. Se trata de una poderosa historia de terror como base fundamental, vertebrada por mucho suspense psicológico y tragedia. La clave para mantener la atención se logra gracias a la cantidad de aspectos escondidos en sus escenas. Estos detalles generan una adictiva inquietud en el espectador, junto con la sensación de que algo aún más extraño de lo que se aprecia está ocurriendo. Una amenaza incipiente, imposible de tomar forma o de ser descifrada en su totalidad. A eso se une el mensaje global de caída o declive de una sociedad que ha sucumbido a hacer el mal constantemente, lo que resulta perfecto para hilar con su temática religiosa. Durante sus diez episodios, Lois percibe que algo oscuro se está apoderando de su ciudad e incluso del mundo, en general, cada vez más proclive a destruir lo que le rodea.
Un retrato acorde con los sentimientos de Murphy quien ha declarado que le inquieta la desesperanza y la posibilidad de acercarnos cada vez más al fin de la humanidad.
La dirección de “Grotesquerie” es uno de sus puntos fuertes, donde destaca el trabajo del realizador Max Winkler que se hace cargo de cinco capítulos llenos de imágenes inquietantes, extrañas, originales, bonitas en medio del caos. Winkler se atreve además con un magnífico plano secuencia de unos quince minutos en el quinto episodio “Red Haze”. No desmerecen el resto de directores que buscan otorgar una homogeneidad visual al conjunto. La puesta en escena tiene su sentido y lógica, deliberadamente teatral en algunos fragmentos, con un uso importante de cambios de iluminación.
Todos los actores están entregados y convincentes, incluso en aquellos momentos difíciles de máxima intensidad debido a diálogos prolongados, sostenidos en su mayoría por Niecy Nash. La pareja Nash-Diamond, de hecho, se muestra fantástica en pantalla, natural y poderosa. A destacar también Leslie Manville, estupenda como acostumbra. Incluso Travis Kelce, jugador de fútbol americano en los Kansas City Chiefs y actual pareja de la cantante Taylor Swift, resulta muy creíble en sus primeros flirteos con la interpretación.
El estilo Murphy sigue vigente en esta nueva serie: provocación máxima, situaciones explícitas o truculentas, buen acabado visual, mezcla de mil géneros que suele terminar en acertada fusión o en catastrófica explosión, gusto por insertar temática social en sus últimos argumentos (muchas veces con calzador) y, lo más representativo: crear premisas o ideas muy interesantes que. a medida que avanzan, acaban en desmadre y desvarío y de forma opuesta a como se iniciaron.
Con todo, esta dispar combinación de elementos siempre logra generar fuerte atracción por las obras de Ryan Murphy. Por suerte, este estupendo enigma grotesco que nos ocupa llega a buen puerto sin desbarrar demasiado.
En conclusión, una serie intrigante, entretenida, que juega a descolocar y a reubicar a sus acólitos. “Grotesquerie” se disfruta mucho si se aceptan sus múltiples giros argumentales y sorpresas que, sin duda, se pueden sentir como un bofetón, pero son de lo más gratificantes. De lo contrario, posiblemente acabe muy decepcionado.
Un misterio a resolver, incógnitas por todas partes, un toque de cine negro, personajes perdidos en busca de orden y luz… constituyen este singular apocalipsis. Todo un peculiar acercamiento a la fe y la penitencia para los seres de esta historia y un buen modo de alcanzar el éxtasis divino seriéfilo para el espectador que los acompaña.
