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Panel del senado de Pensilvania menciona falsa afirmación sobre la causa del autismo

Reportero: Saranac Hale Spencer

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Niña vacunada con pistola de inyección a chorro con vacunas de ARNm
Niña vacunada con pistola de inyección a chorro

Compendio SciCheck

Estudios realizados han encontrado que la tasa de autismo es la misma en niños vacunados y no vacunados. Pero, persiste la falsa afirmación de que las vacunas están asociadas con ese trastorno. Un destacado difusor de información falsa sobre el COVID-19 le dijo erróneamente a los legisladores de Pensilvania que el autismo es prácticamente inexistente entre las personas no vacunadas, citando a la comunidad amish.


Historia completa

La evidencia ha demostrado que la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola que se administra comúnmente a los niños no está relacionada con el desarrollo del autismo.

Más bien, se entiende que el autismo es causado por una combinación de factores, algunos genéticos y otros ambientales, aunque el trastorno aún se está estudiando. Los factores ambientales que pueden aumentar el riesgo de autismo incluyen la edad avanzada de cualquiera de los padres y las complicaciones durante el parto, según investigaciones recientes. La vacunación no es un factor que contribuya.

Pero la afirmación falsa sobre la vacunación y el autismo ha estado circulando desde 1998, cuando un artículo científico que luego se retractó sugirió erróneamente que la vacuna triple vírica (MMR, por sus siglas en inglés) estaba relacionada con el autismo. Más tarde se descubrió que los datos presentados en el artículo eran falsos. El Consejo Médico General del Reino Unido despojó al autor principal de su capacidad para practicar la medicina por su deshonestidad e irresponsabilidad en el artículo. Sin embargo, la afirmación sin fundamento se ha mantenido.

Recientemente, se repitió en un “panel de libertad médica” organizado por Doug Mastriano, un senador del estado de Pensilvania que ha hecho afirmaciones dudosas sobre las vacunas contra el COVID-19. Entre los que participaron en su panel del 9 de junio se encontraba Steve Kirsch, un empresario que no es médico ni experto en medicina.

Kirsch hizo referencia a la conocida falsedad que relaciona la vacuna triple vírica con el autismo, pero la amplió para sugerir que las vacunas, en general, causan una serie de dolencias, así como disforia de género y homosexualidad.

Les dijo a los legisladores: “Los amish son un ejemplo perfecto de un grupo grande de personas que en gran parte no están vacunadas y no hay autismo; no podemos encontrar un niño autista que no haya sido vacunado. Es muy, muy raro. En la comunidad amish, muy, muy raro. No encontrará transexuales. No encontrará homosexuales. No encontrará niños con ADD, con enfermedades autoinmunes, con PANDAS/PANS, con epilepsia. Simplemente, usted no encuentra ninguna de estas enfermedades crónicas en los amish”.

Los clips de esta sección del panel ahora circulan en las redes sociales.

Dado que Kirsch también repitió la afirmación específica sobre las vacunas triple víricas, primero abordaremos su afirmación de que “no podemos encontrar un niño autista que no haya sido vacunado”.

La vacuna triple vírica y el autismo

Los estudios han demostrado que la tasa de autismo presente en los niños que fueron vacunados contra el sarampión, las paperas y la rubéola en comparación con los que nunca fueron vacunados es la misma.

Un estudio de 2019 encontró que a los niños que recibieron la vacuna triple vírica se les ha diagnosticado autismo aproximadamente al mismo ritmo que a los que no.

Ese estudio “respalda firmemente que la vacuna triple vírica no aumenta el riesgo de autismo, no desencadena el autismo en niños susceptibles y no está asociada con la agrupación de casos de autismo después de la vacunación”, escribieron sus autores.

En 2004, ya había evidencia de que las vacunas no causan autismo. Un informe del Comité de Revisión de Seguridad de Vacunas publicado ese año por la Academia Nacional de Ciencias concluyó “que el cuerpo de evidencia epidemiológica favorece el rechazo de una relación causal entre la vacuna triple vírica y el autismo”.

Muchos estudios desde entonces también han obtenido hallazgos similares.

Entonces, Kirsch solo necesita mirar esos estudios para encontrar ejemplos de niños no vacunados que desarrollaron autismo. Su sugerencia de que el trastorno es menos común entre los niños no vacunados es incorrecta.

Vacunas entre la comunidad amish

En cuanto a la afirmación de Kirsch de que además del autismo, la disforia de género, la homosexualidad, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, las enfermedades autoinmunes, el trastorno neuropsiquiátrico autoinmune pediátrico asociado con infecciones estreptocócicas (PANDAS) y el síndrome neuropsiquiátrico de inicio agudo pediátrico (PANS) y la epilepsia son prácticamente inexistentes entre los amish porque no están vacunados, eso tampoco es correcto.

En primer lugar, Kirsch hace la suposición sin fundamento de que la comunidad amish “en gran parte no está vacunada”.

Es difícil saber cuál es la tasa de vacunación entre la comunidad amish en su conjunto porque no hay datos disponibles al respecto. Pero la investigación sobre algunos grupos amish ha demostrado que los niños sí están vacunados. Una investigación de 2017 que estudió una comunidad amish en el norte de Ohio encontró que el 98% de los padres encuestados había vacunado a sus hijos en forma total o parcial. Otro estudio de 2011 encontró que, de los padres encuestados, el 85% había vacunado al menos a algunos de sus hijos.

Además, vale la pena señalar que un documento de la conferencia de 2010 estudió los trastornos del espectro autista entre los amish, lo que muestra que el trastorno existe dentro de esa comunidad. El documento decía: “Los datos preliminares han identificado la presencia de TEA en la comunidad amish a una tasa de aproximadamente 1 de cada 271 niños, usando herramientas estándar de detección y diagnóstico de TEA, aunque es posible que se requieran algunas modificaciones”. Esa tasa fue más baja que la de la población general, según dice el estudio, pero eso podría deberse a una variedad de factores, incluidas diferencias en la forma en que los cuidadores responden las preguntas de evaluación o diferencias genéticas. Incluso, si el autismo es menos común entre los amish, no hay evidencia de que tenga algo que ver con la vacunación y, de hecho, numerosos estudios contradicen tal interpretación.

En segundo lugar, sobre la sugerencia de que las vacunas hacen que las personas se conviertan en “transexuales”, como dijo Kirsch, hemos escrito antes sobre la afirmación falsa similar de que la vacunación infantil estándar causa disforia de género, que es la angustia que sienten algunas personas transgénero debido a que su sexo asignado al nacer no coincide con su identidad de género.

Tampoco hay evidencia que respalde la afirmación de que la vacunación es responsable de causar la heterosexualidad, la homosexualidad o la bisexualidad. Pero, Kirsch no es el primero en hacer la afirmación. Los teóricos de la conspiración de QAnon en 2021 difundieron la afirmación de que las vacunas podrían convertir a los niños en homosexuales, después de que un clérigo iraní con un historial de difusión de curas falsas para el COVID-19, Abbas Tabrizian, publicara esta información en Telegram.

La sugerencia de Kirsch de que las vacunas causan varias dolencias tampoco está respaldada por evidencia.

Por ejemplo, su sugerencia de que “ADD” (o trastorno por déficit de atención, que es el antiguo nombre de lo que ahora se llama trastorno por déficit de atención/hiperactividad, TDAH) es el resultado de las vacunas, también es incorrecta.

Ha habido tres grandes estudios que han examinado el riesgo de que las vacunas puedan causar TDAH. En particular, dos de estos estudios analizaron el efecto de un conservante llamado timerosal. Los activistas contra las vacunas han señalado que el timerosal es el desencadenante de varias enfermedades, incluidos el autismo y el TDAH, a pesar de que no se ha incluido en las vacunas infantiles desde 2001, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Los tres estudios encontraron que no había asociación entre la vacunación y el TDAH.

“Por lo tanto, los padres pueden estar seguros de que las vacunas no causan TDAH ni afecciones relacionadas”, escribió el Hospital de Niños de Filadelfia en una publicación que explica el problema.

Kirsch no ofreció ningún apoyo a sus afirmaciones durante su aparición en el panel, y no pudimos encontrar ninguna investigación que sugiera que las vacunas son responsables de cualquiera de las condiciones que enumeró.


Traducido por El Tiempo Latino.

Nota del editor: Este artículo ha sido publicado gracias a nuestra alianza con El Tiempo Latino, medio de comunicación establecido en Washington, D.C., que brinda información nacional y local en español.

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