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“Slow” (o los misterios de la intimidad)

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Por Eduardo Párraga

Audaz propuesta en el género del romance presentada por la directora lituana Marija Kavtaradze.

Una relación entre dos personas que se aparta de los parámetros establecidos en este tipo de películas y se aleja de lo edulcorado, sin dejar de crear una historia muy sentimental y sorprendentemente creíble contra todo pronóstico.

Elena (Greta Grineviciute) es una profesora de danza que, por medio de esos azares improbables del destino, conoce al intérprete de lengua de signos Dovydas (Kestutis Cicenas) en una de sus clases. Entre ambos surgirá una fuerte atracción, pero, a medida que se conozcan, Dovydas revelará una faceta muy importante de su intimidad que transformará su vida en común.

Eduardo Párraga
Eduardo Párraga

Hay en “Slow” (2023) una cierta espiritualidad, al igual que una necesidad de liberación de las emociones a través de la expresión física. Aquí el placer y la sensualidad se obtienen mediante la disciplina y las pasiones individuales de cada uno de los personajes. De hecho, es como si la película tratara de estimular al espectador mediante los trabajos de ambos protagonistas. Fíjense en la profesión de Elena: cuanto más complicada se vuelve la relación con Dovydas, más enérgica es su forma de bailar. Y presten atención a la sugestiva forma de traducir a lengua de signos que Dovydas despliega, la cual logra establecer una comunicación muy íntima, incluso cautivadora, con el receptor. La profesión del protagonista está hábilmente escogida en  el guión de la misma Marija Kavtaradze porque, de alguna manera, muestra como aquél es capaz de conectar con intensidad con los demás con solo sus gestos.

Un resuelto e irresistible Kestutis Cicenas otorga una fuerte personalidad a Dovydas, la seguridad de hacer sus expresiones atractivas, con las que puede crear una intimidad poderosa más allá del sexo. Esto último posiblemente sea el mensaje principal de “Slow” (ver la escena del baile de la pareja en el bar).

A eso súmenle una noción muy básica de las reglas de la atracción: el misterio y lo inaccesible atraen. Puede que todo sea más sencillo y algo tan simple como esto sustente la curiosidad de Elena a lo largo de la película.

Citando a Tácito, “Todo lo desconocido se supone maravilloso”; “No hay atractivo en lo seguro. En el riesgo hay esperanza”.