Imaginen un día de su niñez o adolescencia, uno de esos días en los que, ya sea con amigos y familiares o simplemente a solas, se sintieron inmortales y poderosos, como solo un niño puede hacerlo, al formar parte de un juego o una fantasía. Quizá no recuerden algo así, quizá nunca vivieron algo parecido. Poco importa. La adultez desdibuja muchos recuerdos de la infancia y la juventud queda arrinconada en una zona acotada, escondida, de difícil acceso. Y, de pronto, la sensación de ser indestructible se torna en la consciencia de nuestra fragilidad.
Por ello, “Stranger Things” es un agradable ejercicio de nostalgia de una etapa que fue o que pudo haber sido (toda buena melancolía tiene un poquito de ambas). Por un lado, nos hace ver lo importante que es preservar el poder de la imaginación en la vida adulta y, por otro, es una visita a ese tiempo de cada uno de nosotros donde las aventuras de nuestro mundo interior se mezclaban con la dura realidad de ir creciendo. Además, este retorno al pasado propuesto por los hermanos Matt y Ross Duffer (creadores, guionistas y directores de la serie) no es un viaje cualquiera, pues se nos traslada directamente a la década de los 80, con sus costumbres, su forma de ocio, su tecnología y otras cosas extintas que hoy a muchos les parecerán sacadas de Marte, algo que viene muy bien a la atmósfera de la serie. Y es que no solo un “Mundo del Revés” (el “Upside Down” de la historia) puede esconder misterios, la realidad y sus etapas temporales también los atesoran. Así pues, todo ese homenaje a la cultura de los 80 (y quién sabe si también de los 90 en su temporada final) es, sin duda, el gran cometido de los Duffer Brothers. Por supuesto, no es la primera serie (ni será la última) que trata de acercarnos, de nuevo, al pasado, potenciando los sentimientos de añoranza, amistad y fraternidad. Encontramos recientes ejemplos en la dura y entrañable “Pose” (2018-2021) o en “WandaVision” (2021), el producto más original y creativo de Marvel, solo superado por “Legion” (2017-2019).
“Stranger Things” narra los extraños acontecimientos que suceden en el ficticio pueblo de Hawkins donde, a raíz de una misteriosa desaparición, se revelará la existencia de un misterioso portal dimensional que destapa, a la vez, toda una trama científica y política.
Los hermanos Duffer no han dudado en señalar que su principal inspiración a la hora de dar forma a esta historia ha sido el escritor Stephen King. Ahí están las referencias a “It”, “Carrie”, “The mist” o “Firestarter”, por ejemplo. Pero hay muchas más alusiones al cine de terror o de ciencia ficción y los guiños a directores como Steven Spielberg -“E.T. the Extra-Terrestrial” (1982)-, John Carpenter o Wes Craven -“A Nightmare on Elm Street” (1984)- se suceden continuamente. También se dejan caer por ahí el “Alien” (1979) de Ridley Scott, “The Goonies” (1985) de Richard Donner, los videjuegos arcade, “Dungeons&Dragons”, el éxito de los videoclubs y muchas más pistas dispuestas a ser encontradas.
“Stranger Things” es entretenida, divertida y cuenta con un buen ritmo que engancha (si bien los capítulos de la cuarta temporada quizá tengan una duración excesiva). Mezcla diversos géneros como misterio, ciencia-ficción, aventura… Asimismo, se toma su tiempo para presentar las tramas y explicar a los personajes consiguiendo así momentos más humanos. Los marginados en el instituto, el acoso feroz de los abusones, problemas y traumas familiares, el poder de la amistad y de los vínculos, los actos de maldad del ser humano… Constantes en muchas de las novelas de Stephen King y que también son descritas en esta serie de Netflix. La música compuesta por Kyle Dixon y Michael Stein es realmente evocadora y transmite una sensación muy especial con ese uso retro de los sintetizadores. El tema del opening es tan icónico como hipnótico y suena de un modo irresistible y cautivador.
La gran variedad de actores escogidos están acertados y correctos, aunque alguno de ellos, en la vida real, quizá quiera crecer demasiado rápido, por lo que se puede apreciar en sus entrevistas. No hay que olvidar a una Winona Ryder recuperada para la pantalla gracias a esta serie.
Los misterios del “Upside Down” (también posible metáfora del reverso tenebroso de ser adulto) están disponibles en Netflix, listos para atrapar a la audiencia. A pesar de que haya temporadas más logradas que otras (la primera temporada es, de todas, la que posee más encanto y la cuarta es la más oscura), las historias que suceden en el sufrido pueblo de Hawkins (y que, a veces, tardan en coger ritmo) jamás terminan aburriendo.
Los Duffer Brothers hacen muy tangible la noción moderna y abstracta de realidades alternativas (otro concepto en constante indagación y recreación en el cine), pero apuestan por expresarla desde el encanto de la imagen granulada de los antiguos formatos. Lo clásico y lo contemporáneo unidos fácilmente. Tan sencillo como atravesar el umbral de una puerta o la grieta de una pared.
Como bien dice Jake Chambers en la gran saga literaria de Stephen King, “The Dark Tower”, “existen otros mundos aparte de estos”.