POR ISMAEL CALA
@CALA
¿Estás realmente segura (o) de lo que sabes o crees manejar diestramente? Lo verdaderamente interesante de las personas es el interés por alimentar su propia curiosidad, aprender con una sed enorme que nunca acaba, porque como solía decir Isaac Newton: “Lo que sabemos es una gota; lo que ignoramos es un océano”.
La apertura mental es una habilidad esencial para el crecimiento personal y profesional. Sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta de que nuestros pensamientos no son tan abiertos como creemos. Esto se debe, en gran parte, al sesgo de confirmación, un fenómeno psicológico que nos lleva a interpretar la información de manera que confirme nuestras creencias preexistentes. Este sesgo puede limitar nuestra capacidad para aceptar nuevas ideas y perspectivas, restringiendo nuestro desarrollo.
Superar el sesgo de confirmación es crucial para abrirnos a un mundo más amplio de posibilidades. Para hacerlo, es necesario estar dispuestos a aceptar que podemos estar equivocados. La verdadera apertura no se trata solo de aceptar ideas o personas diferentes, sino de cuestionar nuestras propias suposiciones y estar dispuestos a cambiar de opinión cuando sea necesario. Este proceso requiere curiosidad, una disposición a buscar información que desafíe nuestras creencias y la capacidad de actuar como nuestro propio “abogado del diablo”.
Una manera práctica de cultivar esta apertura es mediante la formulación de preguntas que desafíen nuestras conclusiones. Al discutir una idea, podemos preguntarnos: ¿Qué no sé sobre esta idea? ¿Qué podría hacer que funcione? ¿Qué obstáculos podrían surgir? ¿Y si mi suposición es incorrecta? Estas preguntas nos ayudan a considerar diferentes perspectivas y a evitar caer en la trampa de confirmar solo lo que ya creemos.
Además, es importante interpretar las críticas o el desacuerdo no como un ataque, sino como una oportunidad para mejorar. Cuando alguien presenta un punto de vista contrario al nuestro, en lugar de rechazarlo automáticamente, deberíamos verlo como una contribución que puede enriquecer nuestra idea. Esta perspectiva no solo fortalece nuestras propuestas, sino que también fomenta un ambiente de colaboración y aprendizaje.
Por supuesto, abrir nuestra mente a nuevos conocimientos y a probar otras perspectivas es un hábito que se debe cultivar a lo largo del tiempo. Requiere un esfuerzo consciente y una disposición constante a aprender y evolucionar. Al adoptar esta actitud, nos permitimos acceder a ideas nuevas, diferentes, mejores, únicas y creativas que de otro modo podríamos pasar por alto.
Solo si estamos dispuestos a cuestionar nuestras certezas y estar dispuestos a cambiar de opinión, no solo enriquecemos nuestras vidas, sino que también nos convertimos en mejores profesionales y seres humanos. Mantengamos la disposición a explorar nuevos caminos y a aceptar que, el proceso de aprender y crecer, implica reevaluar lo que pensábamos que era verdad.
Como dijo el filósofo griego Sócrates, “Solo sé que no sé nada”, porque el conocimiento es infinito como el basto Universo del que estamos hechos. Una mente abierta es esencial para seguir aprendiendo y creciendo, pues solo quien reconoce su propia ignorancia, está dando el primer paso para la sabiduría y así abrirse a las infinitas posibilidades que nos ofrece el mundo.
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