Decía el astrónomo y escritor Carl Sagan, “el estudio del universo es un viaje al autodescubrimiento”. El Programa Artemis de la NASA anuncia estos días que nos encontramos ante un nuevo avance en ese conocimiento tanto del cosmos como del ser humano. Dicho programa pretende volver a llevar al hombre a la Luna para, esta vez, estudiar sus recursos en profundidad, con la intención de que, en un futuro próximo, pueda ocurrir algún tipo de colonización lunar por parte del hombre. Los tripulantes seleccionados para las siguientes misiones allanarán el camino a nuevas expediciones, cada vez más complejas, en nuestro satélite e incluso a la posibilidad de que eso sirva para establecer también presencia en el planeta Marte.
Claro que, citando de nuevo a Sagan, “hemos hecho un trabajo tan pésimo en lo que respecta a administrar nuestro planeta, que deberíamos tener mucho cuidado antes de tratar de administrar otros”, así pues, quizá convenga abordar el proceso con cautela.
El programa Artemis es y será noticia, sin embargo, algo en el panorama televisivo ya se había anticipado a ese plan de establecer bases lunares y demás conquistas espaciales. Se trata de “For all mankind” (2019- ), serie fascinante de Apple TV+, aún en emisión, que plantea el interrogante de lo que habría sucedido si la Unión Soviética hubiera llegado primero a la Luna antes que Estados Unidos. Ese giro de los acontecimientos generará un nuevo futuro, con avances que irán surgiendo antes de lo previsto. Resulta curioso ver cómo dichos avances en la ficción (insertados sutilmente y sin exageraciones) suceden incluso en décadas en las que ni siquiera estaban en nuestra vida real. A raíz del alunizaje soviético, los acontecimientos históricos también cambiarán y las ideologías políticas de Estados Unidos puede que terminen confluyendo en algún aspecto.
“For all mankind” es una obra narrada de un modo realista que, sin prisas, logra transmitir emoción, así como la sensación de estar presenciando algo que va mucho más allá de nuestras vidas. Su ritmo es sereno, que no aburrido, y, a veces, exige al espectador algo de paciencia hasta poder llegar a los momentos interestelares, los cuales cuando llegan son bastante impactantes, con buenos efectos visuales y con un uso realista del sonido en el cosmos. De hecho, nos encontramos ante el tipo de ciencia ficción reflexiva, centrada en ofrecer la mayor verosimilitud posible en su recreación de la NASA, así como en la planificación de las misiones, la ingeniería de las naves, la mecánica, etc.
Las intensas secuencias espaciales no eclipsan a unos personajes muy bien construidos que desean logros tanto en la Tierra como en el espacio exterior. Cada uno de ellos se desenvolverá mejor en un determinado hábitat y todos querrán avanzar, crear algo distinto tanto en nuestro planeta como en parajes planetarios solitarios, misteriosos, pero llenos de posibilidades. En la tercera temporada, uno de los personajes se pregunta qué ha logrado, pues quería construir algo que durara y solo le queda lo suficiente para llenar una caja de zapatos. Este es el tipo de anhelo vital que impregna toda la historia.
Cabe destacar también la excelente descripción de personajes femeninos en la serie que, sin necesidad de subrayados fosforescentes ni elementos forzados, retrata a unas mujeres inteligentes, fuertes y luchadoras contra cualquier obstáculo. El espectador ve desde el principio la admirable capacidad de estas mujeres que no necesitan remarcar continuamente ninguna línea de su discurso para mostrar todo su poder.
En su reparto coral desfilan los nombres de Joel Kinnaman, Michael Dorman, Wrenn Schmidt, Krys Marshall, Jodi Balfour, Casey W. Johnson, Sonya Walger… Es difícil citar solo a unos pocos porque todos defienden muy bien sus papeles.
En suma, cualquier detalle está cuidado en “For all mankind”, incluidos los sentimientos: personas perdidas, con traumas o angustiadas, esperando en vilo el regreso de sus familiares de sus misiones. Ya desde el opening con la bonita partitura de Jeff Russo y Paul Doucette, la serie es capaz de lograr insuflar esa sensación de trascendencia, de importancia del tiempo, de formar parte de una historia que abarcará años, más allá de nosotros. Sorprende, por tanto, que esta serie aún no haya recibido ninguna nominación al Emmy en las categorías de Drama o Interpretación.
El género cinematográfico de la ciencia ficción siempre se ha anticipado a estos momentos importantes del hombre, planteando diversas cuestiones existencialistas.
El director Andréi Tarkovsky consideraba que la ciencia ficción otorgaba libertad y amplitud; un género con una rara cualidad, porque, en sus palabras, “en un mundo tan poco espiritual como el nuestro, en el que ha desaparecido el arte religioso, este se ha sustituido por la ciencia ficción”.
¿Qué busca el ser humano en el universo? ¿Qué buscamos en esas películas filosóficas sobre el espacio? Casi siempre se anhela algún tipo de emoción, de renacer o de nuevo inicio. Películas como “2001: una odisea del espacio” (1968), “Solaris” (1972) y su remake de 2002, “Contact” (1997), “Gattaca” (1997), “Gravity” (2013), “Interstellar” (2014), “Arrival” (2016), “Ad Astra” (2019)… entre muchas otras, expresan una noción de trascendencia, la posibilidad de tener otras oportunidades y cierta idea de permanencia o redención.
La citada “For all mankind” se torna un referente que no está errando en su visión sobre establecerse en nuevos lugares de nuestro universo. Otra propuesta visionaria de ciencia ficción, un poco desapercibida en el panorama televisivo, que abarca décadas de aventura espacial de forma rigurosa. Un viaje de plena actualidad, intenso en su deseo de supervivencia.
Es posible que todos formemos parte de esa travesía iniciada por Artemis más de lo que imaginamos, pasando el testigo de unos a otros, conectados, haciéndonos minúsculos y a la vez colosales, ante esta magnitud de acontecimientos. Quizá alguien llegue a vivir en Marte en un futuro, como plantea el programa de la NASA, y todos lo habremos logrado, en cierto modo.