El efecto mariposa

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Este efecto consiste en que cuando una mariposa bate sus alas, en el lado opuesto del mundo se crea un tornado.
Un hecho, aparentemente minúsculo puede generar unas consecuencias desproporcionadas en el otro extremo del globo.
Los actos terroristas del 11-S supusieron una tragedia para todo el planeta: el movimiento de las alas de la mariposa en Nueva York, supuso la restricción, amparada en motivos de seguridad, de muchas libertades en todo el mundo.
Sobre las medidas gubernativas poco podemos hacer, salvo protestar por los cauces legales.
Sobre nuestra actuación personal, podemos hacer mucho. La aplicación de las leyes con sentido común, ahorraría a muchas personas un sufrimiento innecesario e injusto.
Ejemplo de lo anterior es el daño causado hace unos días en Dallas, a una conductora hispana no por una infracción de tráfico cometida, sino por ser incapaz de comunicarse en inglés con el policía que la detuvo.
En nuestro ámbito personal, no hacer daño a nuestros semejantes, cercanos o no, es aún más sencillo: omisión de comentarios innecesarios sobre la vida de los demás y por contra, denuncia de aquellas situaciones que sí podamos conocer que causen el sufrimiento de otros, por ejemplo de la violencia doméstica.
Aquellos conocedores de una situación cercana de este tipo de violencia, pueden provocar un efecto mariposa positivo, y, con la denuncia de una situación de la que sean conocedores, hacer que en todo el planeta se tome conciencia de que nadie puede causarle a otro un dolor ni un daño gratuito, ya sea con la violencia de su palabra o de sus actos.
Aunque haya finalizado el mes dedicado a la lucha contra la violencia doméstica, hagamos que el resto del año esté consagrado a la lucha contra cualquier tipo de daño a nuestros semejantes.